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3 de marzo de 2016

¿VALE MÁS LA VIDA DE UN EUROPEO QUE LA DE UN AFRICANO, AMERICANO O SIRIO?

Las autoridades europeas están sobrepasadas y obliga a malvivir, en el mejor de los casos, a los refugiados

Europa se movilizó este fin de semana para defender los derechos humanos de las personas refugiadas que llegan a la Unión Europa. Muchas ciudades europeas mostraron que es necesario un pasaje seguro para todos aquellos que vienen huyendo de la guerra. 

Si no encuentran un pasaje seguro, una manera de llegar a Europa, terminan siendo víctimas de las mafias, de la trata de personas. Si Europa cierra las fronteras sólo consigue más miedo y más dolor. Los refugiados están huyendo e intentarán cruzar. Las mafias se aprovechan de esta desesperación.

Cristina Manzanedo, del Servicio de Jesuita a Migrantes lo explicaba este fin de semana en El Espejo de la Cadena COPE: “El mayor negocio ya no es la droga y las armas, la fuente principal de ingresos para las mafias es la trata de personas. España es una ruta de acceso de la trata de personas”.

En el diario español El Mundo, Cristina Manzanedo acaba de escribir la historia de una familia siria. Una familia que tuvo que ponerse en manos de las mafias. Sabían que su llegada a Europa era muy difícil y sin embargo se arriesgaron. Es la historia de Maisaa Nur El Din, 39 años, profesora de Instituto, Nabil Abu Ismail de 44 años, Ingeniero Civil y sus dos hijas de 12 y 9 años. Sus dos hijas se ahogaron en el Egeo el 21 de enero intentando huir de la guerra.

“Creo que estamos en un momento peligroso para Europa”, explica la abogada y responsable de incidencia de los servicios de jesuitas a migrantes: “Vale más la vida de un europeo que la de un africano o un sirio. Para los cristianos la vida es un valor absoluto, no se pude condenar a nadie a morir o a malvivir. Si se actúa con medidas de hostilidad y no de hospitalidad se están traicionando los valores europeos”.

Falta de coordinación, cargas policiales, muros y vallas como respuesta

Mientras tanto en Europa lo gobernantes siguen sin saber qué hacer. Los bloqueos fronterizos se han recrudecido. Macedonia mostró esta semana la hostilidad que ya había demostrado el año pasado Hungría. La bienvenida que dieron a los refugiados nunca la olvidarán. Gases lacrimógenos y cargas policiales impidiendo por la fuerza el tránsito y la llegada de los inmigrantes.

Son 8.000 personas las que se encuentran en la frontera de Grecia y Macedonia. Son sirios e iraquíes que se unen a las 25.000 personas atrapadas por las restricviones puestas por los países europeos. Macedonia, Serbia, Croacia, Eslovenia y Austria sólo permiten el acceso de 580 personas en cada uno de estos países.

En Francia se ha desalojado el campamento de Calais. 3.000 refugiados que vivían en la llamada “Junga de Calais” esperando para cruzar el canal de la Mancha. Ahora se les intenta realojar en caravanas o centros de acogida dispersos por todo el país. Una situación que ha supuesto tensión, violencia, cargas policiales, miedos e inseguridad en los habitantes de la zona francesa cercana al canal de la Mancha.

¿Qué esta ocurriendo? ¿Se hace lo que se puede? ¿Es imposible acogerlos a todos? Cristina Manzanedo cree que se pueden hacer cosas. Sólo hay que tener voluntad política. “Vivimos lo que va a ser el mayor reto de Europa en el siglo XXI, que tiene que ser abordado a corto, medio y largo plazo. Es un millón de personas en un continente de 550 millones”.

Las sociedades europeas son capaces de acoger a los refugiados, son capaces de ofrecer una respuesta rápida y ejemplo de ellos es la movilización de toda Europa este fin de semana. Ejemplo de ello son los voluntarios que rápidamente llegaron a las costas de Grecia (Lesbos) o la movilización ocurrida tras la sensibilización del dramático caso de Aylan, la apertura de parroquias, familias o casas.

Ahora sólo falta que los políticos se pongan de acuerdo y que pongan de manifiesto que una vida es una vida y merece todos los derechos y respetos. Sea esa vida francesa, italiana, húngara, croata, española, siria, africana, americana o de cualquier lugar del mundo.



Fuente: Álvaro Real/Aleteia