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29 de agosto de 2018

LOS CRISTIANOS INDIOS PIDEN QUE SE RECONOZCA EL MARTIRIO DE LOS ASESINADOS EN ORISSA HACE 10 AÑOS

En más de 400 aldeas se hizo una purga de cristianos que se prolongó durante casi un año; más de 6.000 casas fueron destruidas, sin contar otras 300 iglesias, y cada escuela, hospital, hogar o asilo construido por el clero o las religiosas a lo largo de 50 años

Durante estos días se cumplen 10 años de la furibunda persecución que se produjo contra los cristianos en Orissa, en la India. Casi 200 fueron asesinados, cientos de templos quemados y destruidos, al igual que miles de casas en las que habitaban los seguidores de Jesús.

Los cristianos indios consideran a estos hermanos como “mártires” y así han pedido al Papa Francisco que los reconozca como tal. En una carta firmada por John Dayal, activista indio y expresidente de la All India Catholic Union, pide que “la fe de los cristianos de Kandhamal (Orissa) debe ser reconocida siguiendo el modo en que la Iglesia siempre ha reconocido un sacrificio semejante”. 

“Creemos que su reconocimiento fortalecerá la fe del pueblo de la India, sobre todo en vista del período que estamos atravesando”, afirma.

Dar la importancia que merece a estos sucesos

Según recoge AsiaNews, John Dayal recuerda que Monseñor John Barwa, el arzobispo de Cuttack-Bhubaneswar, bajo cuya jurisdicción se encuentra el distrito de Kandhamal, “ha iniciado el proceso de manera formal. Éste necesita de un movimiento nacional para conferirle la importancia que merece. Como responsable de nuestra Iglesia, siendo él Papa, nos dirigimos a él y rogamos para que este proceso sea acelerado. Esto dará renovada frescura y juventud a la Iglesia de la India y fortalecerá la fe de todos nosotros”.

En agosto de 2008, los radicales hindúes culparon a los cristianos por el homicidio del gurú  Swami Lakshmanananda, líder del grupo nacionalista hindú Vishna Hindu Parishad. La acusación condujo al “mayor pogromo contra los cristianos. Se inició el 25 de agosto de 2008 y se prolongó durante varias semanas, liderado por grupos políticos, y con un Estado que en algunas ocasiones llegó a ser cómplice, y en otras, se limitó a ser un espectador impotente”. 

La carta continúa: “Más de 60.000 niños, mujeres, hombres, ancianos, jóvenes, recién nacidos y mujeres encinta huyeron y se internaron en el bosque. Por muchos años más, 30.000 de ellos tuvieron que permanecer viviendo en campos de refugiados. En más de 400 aldeas se hizo una purga de cristianos que se prolongó durante casi un año; más de 6.000 casas fueron destruidas, sin contar otras 300 iglesias, y cada escuela, hospital, hogar o asilo construido por el clero o las religiosas a lo largo de 50 años. 

Cuando menos 120 personas fueron asesinadas, incluyendo al presbítero Bernard Digal, dalit, que se desempeñaba como tesorero de la arquidiócesis.  Numerosos pastores, evangelizadores y predicadores laicos perdieron la vida a golpes de espada, machetes, martillos o víctimas del fuego, y afrontaron la muerte con valentía, en lugar de renunciar a la fe. Muchas mujeres fueron violadas, y entre ellas, una religiosa”.

El testimonio de la madre de una joven asesinada

John Dayal se refiere a Sor Meena Barwa, la sobrina del arzobispo, que fue violada por un grupo de hombres ante la mirada de la policía. En un diálogo con AsiaNews, Regina, la madre de la religiosa, recuerda el terrible episodio sucedido hace 10 años: “Estábamos en casa, rezando, porque nos habían avisado que las personas habían huido al bosque para salvarse. Estaba aguardando alguna noticia de sor Meena, que trabajaba en el centro pastoral, cuando me llamó mi hermana mayor, llorando. Me contó lo que le habían hecho a mi hija. Comencé a llorar desesperada y luego me desmayé. Mi marido también lloraba, mientras repetía: ‘¿Cómo han podido hacer esto a mi hija, que yo he ofrecido a Dios?’”.

Por último, en la carta se recuerda la suerte de siete cristianos inocentes que fueron acusados del homicidio del gurú hindú. Ellos ya llevan 10 años languideciendo en la cárcel. “Aún no se ha hecho justicia para los sobrevivientes y las víctimas”, concluye.

Fuente: ReL