El Papa Francisco, que antes
de su viaje a Río había declarado que no le gustaban las entrevistas, y que en
el vuelo de ida se limitó a charlar informalmente con cada periodista que le
acompañaba desde Roma, en el vuelo de vuelta se ofreció para responder preguntas
no pactadas ni limitadas, abiertas, durante una hora y 20 minutos, un
acontecimiento absolutamente novedoso e insólito.
En el avión le acompañaban
75 reporteros de medios de todo tipo, de los devotos a los laicistas, pasando
por prensa generalista de 14 países distintos. El Papa asombró a los
periodistas respondiendo, de pie, cada tema con claridad y cercanía…