Es el tiempo de la misericordia, para
que los débiles e indefensos, los que están lejos y solos sientan la presencia
de hermanos y hermanas que los sostienen en sus necesidades. (Papa
Francisco, carta apostólica Misericordia et misera, 21)
Is 35,1-6a.10: Dios viene en persona y os salvará.
Sal 145,7.8-9a.9bc-10: Ven, Señor, a salvarnos.
St 5,7-10: Manteneos firmes porque la venida del Señor está cerca.
Mt 11,2-11: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Sal 145,7.8-9a.9bc-10: Ven, Señor, a salvarnos.
St 5,7-10: Manteneos firmes porque la venida del Señor está cerca.
Mt 11,2-11: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Ante la pregunta que Juan el Bautista
manda hacer a Jesús -«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a
otro?»-, la respuesta de éste es muy clara: «Id a anunciar a Juan lo que estáis
viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan
limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les
anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!».
La respuesta
son las palabras y los hechos que Jesús cumple como signo de la presencia
cercana del reino de Dios. Juan Bautista anunciaba esa cercanía -ésta era la
lectura del evangelio del domingo pasado- pero Juan no podía sino ser sólo el
precursor; apuntaba al que podía bautizar con Espíritu Santo. Pues, he ahí lo
que muestra Jesús: los signos patentes que el reino está cerca, que
Dios ha mostrado su misericordia, que él es el enviado del Padre para hacer
presente de forma palpable el amor y la ternura suyas.
En este domingo de Adviento se nos
invita también a la alegría;
una alegría permanente y no pasajera, una alegría que tiene su
fundamento en lo que dice Jesús: la presencia de los que se hacen
hermanos que alivian la soledad, el sufrimiento, la discapacidad… de su
prójimo. Dice el Papa en la Misericordia et misera: “Durante el Año
Santo, especialmente en los «viernes de la misericordia», he podido darme
cuenta de cuánto bien hay en el mundo.
Con frecuencia no es conocido porque se
realiza cotidianamente de manera discreta y silenciosa. Aunque no llega a ser
noticia, existen sin embargo tantos signos concretos de bondad y ternura
dirigidos a los más pequeños e indefensos, a los que están más solos y
abandonados. […] Agradezcamos al Señor el don valioso de estas personas que,
ante la debilidad de la humanidad herida, son como una invitación para
descubrir la alegría de hacerse prójimo” (n. 17).
Las palabras de Jesús constituyen todo
un programa misionero. De ello son testimonio los miles de misioneros y misioneras
que hay en el mundo que dan carne a esas palabras, prolongando la misma misión
de Jesús. Aunque no veamos aún plenamente la
manifestación del reino de Dios, estamos llamados a servir con alegría a los
demás y con paciencia llevar a cabo la misión de misericordia de la Iglesia lo
en pequeño y humilde.
Juan Martínez
Obras
Misionales Pontificias España
Infancia
Misionera propone a los niños en su guía Adviento Misionero 2016 para esta
tercera semana de Adviento la paciencia esperar la venida de Jesús en la
Navidad.