Celebramos en este día solemne la manifestación de Jesús a
todos los pueblos de la tierra como el Mesías, el Hijo de Dios y el Salvador.
Caminarán los pueblos a tu luz. La primera
lectura nos dice que la humanidad entera, busca y peregrina hacia la luz, cuyo
resplandor disipa los temores de las tinieblas y asegura el gozo y la alegría.
Esta luz es Cristo, el Mesías hacia el que van peregrinando los
Magos.
Estos personajes son unos buscadores y
peregrinos. Todo el que busca ha de peregrinar hacía la meta deseada.
La peregrinación «recuerda la condición del hombre a quien gusta de describir
la propia existencia como un camino» (IM 7).
Vienen todos... proclamando las alabanzas del
Señor. Los Magos ven señales, se cuestionan, buscan, peregrinan... y
finalmente encuentran la clave que da luz a sus conjeturas y deseos. La meta ha
colmado los esfuerzos; porque se han encontrado con Dios, como indica su actitud
humilde de adoración: «Y cayendo de rodillas lo adoraron».
Tras este encuentro, vuelven anunciando y llevando la
experiencia del Mesías a sus lugares de origen. Y esta tarea es continuada
hasta hoy en la misión apostólica de toda la Iglesia. Por eso, esta solemne
celebración es una urgente llamada a la evangelización y una memoria agradecida
por toda la tarea misionera de la Iglesia.