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23 de enero de 2014

NUESTRO OBISPO ESCRIBE SOBRE LA INFANCIA MISIONERA

Se celebra en este último domingo de enero la Jornada de la Infancia Misionera.

La animación misionera, brota de la radical novedad de vida traída por Cristo y vivida por sus discípulos que tienen la obligación de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo.

La Iglesia es misionera por propia naturaleza. Por eso, toda Iglesia, es enviada a las gentes para evangelizar y dar la gracia, reconciliar a los hombres con Dios, y perpetuar el sacrificio de Cristo, memorial de su muerte y resurrección.
Todos los bautizados deben tener "espíritu misionero" y llevar a Cristo a los ambientes y circunstancias en que vive. Deben sentirse implicados y responsables con la misión, colaborar y cooperar "desde aquí" en la retaguardia de la misión.

La acción misionera específica se distingue de las demás actividades eclesiales porque dirigen a grupos y ambientes, no cristianos, debido a la ausencia o insuficiencia del anuncio del evangelio y de la presencia eclesial.

Es necesario suscitar vocaciones misioneras, que por el amor a Cristo y en comunión con la iglesia entreguen su vida en un acto de generosidad al servicio de los marginados y más necesitados del mensaje evangélico. Han de dejar su casa para marcharse lejos y adaptarse generosamente a las costumbres y variadas condiciones de los pueblos.

La oración y sacrificio por los misioneros son imprescindibles. Para obtener resultados sobrenaturales y la conversión de los corazones, se necesita la gracia del Espíritu, para que conduzca a los misioneros por los caminos arduos y nuevos, siguiendo sus decisiones.

Las aportaciones materiales y económicas ayudan a las misiones para edificar capillas, escuelas, seminarios, viviendas y sostener las obras de caridad de educación y formación humanas. La cuota Misional Comunitaria y otras colectas imperadas tienen esta finalidad.

Los niños pueden y deben ser misioneros. Esta jornada se propone. Ayudar a los educadores a despertar progresivamente en los niños su conciencia misionera universal. Ayudar a los niños a desarrollar su protagonismo misionero. Mover a los niños a compartir la fe y los medios materiales, especialmente, con los niños de las regiones y de las Iglesias más necesitadas. Promover las vocaciones misioneras. Integrarse en la pastoral de conjunto de la educación cristiana, a la que aportará su proyección misionera.