Llaman al padre Li “mártir del Sínodo de Obispos”
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China
ha arrestado a un sacerdote católico -de los reconocidos por el gobierno–
porque “era demasiado activo” en su trabajo sacerdotal, especialmente con
jóvenes, incluso menores de 18 años, ancianos y enfermos a los que enseñaba
catequesis.
El sacerdote ha sido acusado de “haber violado la política religiosa y sus
reglamentos sobre la actividad religiosa” de la República Popular
China. Los “reglamentos” establecen que los niños y jóvenes menores de 18 años
no pueden entrar en las iglesias ni pueden recibir formación religiosa alguna.
Los hechos han ocurrido en la diócesis de
Zhengzhou, provincia de Henan, junto al Río Amarillo, al noroeste de Shanghai.
El sacerdote es el padre Liu
Jiangdong,
de 39 años, ordenado hace 13 años. El arresto
ha sido ordenado por la Oficina de Asuntos Religiosos de acuerdo con la
Asociación Patriótica de católicos chinos, dependiente del gobierno de
Pekín. Está preso desde hace una semana
Por las actividades que hacía, que se han
visto estaban en la línea del pasado Sínodo de Obispos sobre los jóvenes,
celebrado en Roma, al padre Liu se le ha
llamado un “mártir de este Sínodo”, según informa Asia News.
Además, como castigo, han derribado la cruz
que estaba situada en la parte superior del edificio de la iglesia del Sagrado Corazón de Zhengzhou, de
la que es párroco el sacerdote arrestado. Al
sacerdote, por otro lado, se le ha prohibido el ejercicio del sacerdocio.
Otras acusaciones hechas al sacerdote es no
tener en regla “las cuentas de la parroquia” y por haber “utilizado dinero público
para asuntos privados”.
Según ha declarado otro sacerdote que no
dice su nombre, el motivo del arresto es “haber creado comunidades de jóvenes y
de ancianos” tanto en su parroquia como en la ciudad. El gobierno se ha
enfadado mucho porque el sacerdote no aplica los reglamentos”.
Estos hechos han ocurrido después de que el
Gobierno de Pekín hubiera firmado, a finales de agosto, un Acuerdo Provisional
con el Vaticano, para el nombramiento de obispos, cuyo alcance todavía se
desconoce en sus detalles. Con este acuerdo, más allá del nombramiento de
obispos hecho por Roma (siempre de acuerdo con el gobierno), se ha llegado a la
unificación de la Iglesia católica, reconociendo Roma los obispos llamados “patrióticos” o nombrados por el Gobierno de
Pekín junto con los llamados “clandestinos”.
La persecución de los símbolos religiosos
en China continúa, con el derribo de las cruces sobre
campanarios e iglesias, la quema de biblias y libros religiosos, la destrucción
de imágenes religiosas, e incluso derribando iglesias. Así este mes un
equipo de obreros — a cuyo frente estaba en subjefe provincial del Frente Unido
(comunista, organismo que supervisa las actividades religiosas) — ha derribado
la cruz de la iglesia católica en Lingkun este mes de octubre y destruido el
edificio de la iglesia.
La decisión ha sido tomada porque la cruz
era “demasiado visible”. La iglesia forma parte de la diócesis de Wenzhou
(Zhejang), a cuyo frente está el obispo mons. Pedro Shao Zhumin, reconocido por
la Santa Sede, pero no por el gobierno chino (hasta ahora), donde hay unos
130.000 fieles. El obispo ya estuvo arrestado durante siete meses y dejado en
libertad gracias a las presiones internacionales.
Fue precisamente en Zhejiang donde comenzó,
en 2014, la campaña de destrucción de las cruces encima de las iglesias y quema
de biblias y libros religiosos, que se propagó en otros lugares de China, de
modo especial en Zhumadian, en Henan. La diócesis de Zhumadian ha sido
suspendida por las autoridades provinciales. Tiene 60.000 fieles, pero sin
obispo y con un administrador, el padre Cosme Ji Chengyi.
Hasta ahora se han destruido –rotas o
quemadas—unas 7.000 cruces, según informa Internacional Christian Concern, una
ONG no confesional que denuncia las persecuciones de todas las religiones y
minorías. La provincia de Henan es donde más persecuciones hay, las cuales
afectan incluso a familias, que guardan en sus casas símbolos religiosos.
En toda China estas persecuciones han
aumentado con la aplicación de las nuevas regulaciones sobre asuntos religiosos
que entraron en vigor el pasado mes de febrero. Según estos reglamentos el gobierno puede
derribar iglesias si no cumplen con las normas establecidas.
El gobierno de Xi Jinping ha incrementado
en los últimos meses la presión sobre los cristianos, tanto católicos, como
protestantes y ortodoxos. Esta presión se concreta, por ejemplo, prohibiendo a
los niños que asistan a los servicios religiosos, aunque no se aplica de modo
igual en todas las provincias. El
objetivo es eliminar, como dijo Xi, las diferencias entre comunidades chinas
que existen en el país, y se considera a los cristianos como invasores,
pertenecientes a otras culturas que no son de origen chino. Para los próximos
cinco años, dijo el último Congreso del Partido Comunista, se debe aplicar el
plan para la “significación” (hacer más chino) del
cristianismo, al igual que todas las organizaciones del país.
¿Cómo se interpreta esto en el contexto del acuerdo
provisional de China con el Vaticano?
La
situación de los católicos en China, como los demás cristianos, se encuentra en
una situación bajo una dictadura ideológica, cuyo final no se prevé en años o
tal vez décadas. La Iglesia católica se
encontraba dividida en dos comunidades, una oficial reconocida por el Gobierno
(en la que los obispos y cargos eclesiásticos eran nombrados por el gobierno) y
otra clandestina viviendo en una persecución permanente, dura o menos dura,
según los lugares y circunstancias, y que convenía no prolongar más. Las otras
iglesias cristianas se verían favorecidas también por un acuerdo con el
Vaticano, aunque sea provisional y con muchos interrogantes de cara al futuro.
China, por otro lado, necesita tener una imagen, una fachada, de mayor
libertad interior de cara a su expansión exterior, tanto en lo
económico, como en lo político. Este
lavado de imagen no impide el esfuerzo del gobierno y del partido comunista
chinos para continuar teniendo todas las organizaciones civiles y religiosas
bajo su control, o mejor dicho sin
control extranjero.
Está claro que el ateísmo oficial que
impera en China no encaja con ninguna religión, ni siquiera las orientales como
el budismo, el taoísmo y el confucianismo, cuyos líderes son todos ellos
nombrados por el gobierno comunista y obedecen la legislación religiosa
restrictiva del régimen.
Existe mucha expectación en cómo
evolucionará este Acuerdo Provisional entre China y el Vaticano, especialmente
entre los cristianos, pues puede ser una grieta donde este cristianismo pueda
practicarse con un poco más de libertad, aunque no sea con completa libertad
que hoy por hoy no parece posible.
Salvador Aragonés
Fuente:
Aleteia