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20 de noviembre de 2018

LOS MÉDICOS DEL CUAMM DE LA PARTE DE LAS MUJERES AFRICANAS

El director Dante Carraro ilustra los proyectos de la organización y los primeros resultados del gran proyecto “Primero las mamás y los niños”

Ayudando a las mamás y a sus hijos africanos
«En la sanidad africana queremos ser como la levadura: con nuestros médicos fundamos hospitales, pero trabajamos en las estructuras sanitarias africanas (tanto estatales como cristianas) sosteniendo a los equipos locales: queremos trabajar “con” ellos, por esta razón nos llamamos Médicos con África.

Trabajamos para que “leviten” las buenas prácticas, para mejorar la calidad de las prestaciones y de los servicios ofrecidos a los pacientes y formar al personal local para que pueda seguir autónomamente. La promoción y la tutela de la salud de las poblaciones africanas son nuestro compromiso y nuestra pasión». 

Con estas palabras Dante Carraro, cardiólogo de 60 años, comienza a describir en una conversación con Vatican Insider la obra de la organización sin ánimo de lucro que dirige: Médicos con África CUAMM (Colegio Universitario de Aspirantes a Médicos Misioneros).

Esta organización nació en la ciudad italiana de Padua en 1950 y trabaja en ocho países del África subsahariana (Angola, Etiopía, Mozambique, Sierra Leona, Sudán del Sur, Tanzania y Uganda), y en la actualidad cuenta con más de 2200 agentes sanitarios europeos y africanos. Entre los proyectos recientes, el más importante se propone sostener a las mujeres para garantizar partos seguros y gratuitos, además de cuidados a los recién nacidos hasta los dos años de edad. 

¿Cuándo y por qué pusieron en marcha este proyecto? 

El proyecto, de cinco años, nació en 2011 y concluyó en 2016: involucraba cuatro hospitales en cuatro países africanos. Después, a principios de 2017, decidimos proseguir ampliando el número de las estructuras involucradas: en la actualidad trabajamos en diez hospitales de siete países (Angola, Etiopía, Mozambique, Sierra Leona, Sudán del Sur, Tanzania y Uganda). Hemos promovido este proyecto para ocuparnos de la maternidad porque, como la comunidad científica internacional señala desde hace tiempo, la mortandad materna y de recién nacidos es el gran problema de la sanidad africana. 

¿Cómo está estructurado el proyecto? 

Los médicos y los agentes sanitarios del CUAMM, al lado de los médicos locales, han organizado un sistema de asistencia del cual el hospital es solo un elemento. De hecho, para que un parto sea seguro, es indispensable tanto trabajar para que el hospital funcione bien, para que tenga el equipo necesario y personal formado adecuadamente, como trabajar para que las mamás y la población en general adquieran conciencia del cuidado que exige la maternidad.

Por esta razón hemos previsto la formación de los llamados “agentes comunitarios”, personas que van a las aldeas explicando a los habitantes de las comunidades la importancia de que las futuras madres sean seguidas durante la gravidanza, se sometan a las consultas prenatales necesarias, tengan una correcta alimentación y, al irse acercando el parto, se acerquen a los centros sanitarios y a los hospitales en los que podrán dar a luz a su niño con toda seguridad. Para agilizar los traslados de las mujeres hemos organizado un sistema gratuito de transporte con ambulancias: usamos automóviles, pero también motos y barcas para llegar a las localidades ubicadas en las zonas rurales más remotas. También hemos previsto la formación de los “agentes sanitarios”. 

¿Cuáles actividades desempeñan estos agentes en particular? 

Estas personas trabajan en los centros sanitarios o en los dispensarios y constituyen el puente entre el territorio y el hospital: se ocupan de las mujeres antes y después del parto, además de los recién nacidos. Dan consejos sobre cómo alimentar de la mejor manera a los niños, tratando de prevenir la desnutrición, o curándola cuando se manifiesta. Desgraciadamente, la desnutrición infantil es todavía una plaga en África. 

¿Qué resultados ha alcanzado el proyecto que comenzado en 2017? 

Estamos muy satisfechos con los resultados. En estos dos años los partos asistidos fueron 117.541, las visitas pre y post-natales fueron 526.650, los niños gravemente desnutridos atendidos fueron 4.794. Organizamos 7.658 transportes en ambulancia y formamos a 1816 agentes comunitarios y a 1191 agentes sanitarios. Los encuentros en las comunidades fueron 35 mil. 

El descuido de la maternidad se debe también a razones culturales… 

Claro: en muchas comunidades las mujeres cuentan poco y, como consecuencia, la maternidad no merece una atención especial. Esto implica también dramas auténticos: me refiero, por ejemplo, a las decenas y decenas de mujeres muy jóvenes que sufren fístulas obstétricas. Esta es una enfermedad horrible, que reserva un calvario humillante. Surge después de un parto difícil, durante el cual la chica (que, siguiendo sus tradiciones, pare en una cabaña con la ayuda de una anciana) puja incluso durante varios días: al final, al dar a luz al niño, ya sin vida, se verifica la separación de una parte de la vejiga.

A partir de ese momento la chica vivirá perdiendo constantemente orina. Y se verá obligada a llevar una vida de doloroso aislamiento, puesto que será alejada por la familia y por el marido, y se verá obligada a vivir a margen de la comunidad. Nosotros desempeñamos una acción capilar de educación para promover la tutela de la mujer y de la maternidad y estamos cosechando buenos frutos, aunque a veces no falten las sospechas y la desconfianza. 

¿Puede contarnos un episodio que le haya sorprendido particularmente? 

Recuerdo uno, conmovedor. En una aldea de Sudán del Sur, a pesar de los repetidos encuentros organizados por nuestro agente, los ancianos seguían negando a las madres el permiso para que fueran al hospital, porque, decían, los niños siempre habían nacido en casa. Uno de nuestros médicos decidió intervenir: fue a la aldea con un ecógrafo portátil y, después de haber reunido a la comunidad entera, colgó una tela entre dos árboles.

Convenció a una mujer embarazada que estaba presente, le hizo una ecografía y proyectó la imagen del feto en la tela. Cuando la comunidad vio al niño y pudo escuchar el latido cardíaco del pequeño, exploto un gran aplauso. Los ancianos le dieron el permiso a las mamás para que fueran al hospital y a los centros sanitarios para recibir atención: por primera vez vieron la vida que crecía dentro del vientre de una mujer y comprendieron la importancia de cuidar a las mamás. 

¿Cuál es el país en el que encuentran mayores dificultades sus médicos? 

Sudán del Sur, sin dudas. Es un país inestable, muy frágil. No hay calles ni estructuras adecuadas en cada sector. Las carencias sanitarias en ámbito sanitario son enormes, basta pensar que en todo el país no hay un solo ginecólogo sursudanés y solamente hay una obstétrica sursudanesa por cada 20 mil habitantes. Precisamente debido a las condiciones en las que se encuentra la sanidad local, hemos multiplicado los esfuerzos y los proyectos: en la actualidad trabajamos en cinco hospitales y en 150 centros sanitarios. Además, promovemos la formación: el año pasado, en la escuela con la que colaboramos se diplomaron 20 nuevas obstétricas.

Es importante subrayar que, al contrario de lo que se piensa normalmente (es decir que la población africana tiene una actitud pasiva y se limita a esperar a que la ayuda llegue de Occidente o de Asia), existe un África que ayuda a África. Diferentes médicos nigerianos, por ejemplo, aceptaron trabajar con nosotros y dejaron su patria para ponerse a disposición de las poblaciones más necesitadas: además, precisamente en Sudán del Sur, eligieron venir a darnos una mano muchos médicos de Uganda, un país que ha crecido y en el cual las condiciones de vida han mejorado en los últimos años. Tan es verdad que ni siquiera un solo ugandés trató de atravesar el Mediterráneo en 2017 para llegar a las costas europeas. 

¿Tienen proyectos para afrontar las graves infecciones que afectan a las poblaciones sub-saharianas? 

Sí, nuestros médicos, junto con los colegas de los hospitales locales, se han organizado para afrontar algunas patologías (En particular el sarampión, la tuberculosis, la malaria y el SIDA), que están cobrando miles de vidas en esta región. En Angola, por ejemplo, están aumentando a ritmo sostenido los casos de tuberculosis; en Mozambique se multiplican los casos de infección por VIH; en Beira, segunda ciudad del país (en donde apoyamos también a la facultad de medicina), 25 personas de cada 100 son seropositivas: un cuarto de la población.

Para contrarrestar la difusión del sarampión, que provoca la muerte de muchas vidas jóvenes, hemos puesto en marcha desde hace mucho tiempo campañas de vacunación. En los últimos años, además, estamos presenciando un fenómeno que nos alarma mucho y del cual nos estamos ocupando: la aparición y el incremento, en las capitales y en las grandes ciudades, de patologías típicas de las sociedades occidentales, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Entre sus causas están el consumo de bebidas azucaradas y de comida chatarra, introducidas en África por las transnacionales. 

¿Hay algún proyecto en la República Centroafricana? 

En 2015, el Papa Francisco inauguró el Año Santo en Bangui. Durante ese viaje también visitó el hospital infantil local, el único del país, y expresó el deseo de ayudar a esta estructura (que ya contaba con la asistencia de la Cooperación italiana), en la que no había dónde curar a los niños desnutridos. El Hospital Bambino Gesù de Roma preparó un gran proyecto de apoyo a esta estructura y, a principios de este año, nos pidió que le diéramos una mano. Apoyados también por la Cooperación Europea, hemos aceptado la invitación y nuestros agentes partieron inmediatamente. 

CRISTINA UGUCCIONI
MILÁN

Fuente: Vatican Insider