El director Dante Carraro ilustra los proyectos de la
organización y los primeros resultados del gran proyecto “Primero las mamás y
los niños”
Ayudando a las mamás y a sus hijos africanos |
«En
la sanidad africana queremos ser como la levadura: con nuestros médicos
fundamos hospitales, pero trabajamos en las estructuras sanitarias africanas
(tanto estatales como cristianas) sosteniendo a los equipos locales: queremos
trabajar “con” ellos, por esta razón nos llamamos Médicos con África.
Trabajamos
para que “leviten” las buenas prácticas, para mejorar la calidad de las
prestaciones y de los servicios ofrecidos a los pacientes y formar al personal
local para que pueda seguir autónomamente. La promoción y la tutela de la salud
de las poblaciones africanas son nuestro compromiso y nuestra pasión».
Con
estas palabras Dante Carraro, cardiólogo de 60 años, comienza a describir en
una conversación con Vatican Insider la obra de la organización sin ánimo de
lucro que dirige: Médicos con África CUAMM (Colegio Universitario de Aspirantes
a Médicos Misioneros).
Esta
organización nació en la ciudad italiana de Padua en 1950 y trabaja en ocho
países del África subsahariana (Angola, Etiopía, Mozambique, Sierra Leona,
Sudán del Sur, Tanzania y Uganda), y en la actualidad cuenta con más de 2200
agentes sanitarios europeos y africanos. Entre los proyectos recientes, el más
importante se propone sostener a las mujeres para garantizar partos seguros y
gratuitos, además de cuidados a los recién nacidos hasta los dos años de
edad.
¿Cuándo y por qué pusieron en marcha este
proyecto?
El
proyecto, de cinco años, nació en 2011 y concluyó en 2016: involucraba cuatro
hospitales en cuatro países africanos. Después, a principios de 2017, decidimos
proseguir ampliando el número de las estructuras involucradas: en la actualidad
trabajamos en diez hospitales de siete países (Angola, Etiopía, Mozambique,
Sierra Leona, Sudán del Sur, Tanzania y Uganda). Hemos promovido este proyecto
para ocuparnos de la maternidad porque, como la comunidad científica
internacional señala desde hace tiempo, la mortandad materna y de recién
nacidos es el gran problema de la sanidad africana.
¿Cómo está estructurado el proyecto?
Los
médicos y los agentes sanitarios del CUAMM, al lado de los médicos locales, han
organizado un sistema de asistencia del cual el hospital es solo un elemento.
De hecho, para que un parto sea seguro, es indispensable tanto trabajar para
que el hospital funcione bien, para que tenga el equipo necesario y personal
formado adecuadamente, como trabajar para que las mamás y la población en general
adquieran conciencia del cuidado que exige la maternidad.
Por
esta razón hemos previsto la formación de los llamados “agentes comunitarios”,
personas que van a las aldeas explicando a los habitantes de las comunidades la
importancia de que las futuras madres sean seguidas durante la gravidanza, se
sometan a las consultas prenatales necesarias, tengan una correcta alimentación
y, al irse acercando el parto, se acerquen a los centros sanitarios y a los
hospitales en los que podrán dar a luz a su niño con toda seguridad. Para
agilizar los traslados de las mujeres hemos organizado un sistema gratuito de
transporte con ambulancias: usamos automóviles, pero también motos y barcas
para llegar a las localidades ubicadas en las zonas rurales más remotas. También
hemos previsto la formación de los “agentes sanitarios”.
¿Cuáles actividades desempeñan estos agentes en
particular?
Estas
personas trabajan en los centros sanitarios o en los dispensarios y constituyen
el puente entre el territorio y el hospital: se ocupan de las mujeres antes y
después del parto, además de los recién nacidos. Dan consejos sobre cómo
alimentar de la mejor manera a los niños, tratando de prevenir la desnutrición,
o curándola cuando se manifiesta. Desgraciadamente, la desnutrición infantil es
todavía una plaga en África.
¿Qué resultados ha alcanzado el proyecto que comenzado
en 2017?
Estamos
muy satisfechos con los resultados. En estos dos años los partos asistidos
fueron 117.541, las visitas pre y post-natales fueron 526.650, los niños
gravemente desnutridos atendidos fueron 4.794. Organizamos 7.658 transportes en
ambulancia y formamos a 1816 agentes comunitarios y a 1191 agentes sanitarios.
Los encuentros en las comunidades fueron 35 mil.
El descuido de la maternidad se debe también a razones
culturales…
Claro:
en muchas comunidades las mujeres cuentan poco y, como consecuencia, la
maternidad no merece una atención especial. Esto implica también dramas
auténticos: me refiero, por ejemplo, a las decenas y decenas de mujeres muy
jóvenes que sufren fístulas obstétricas. Esta es una enfermedad horrible, que
reserva un calvario humillante. Surge después de un parto difícil, durante el
cual la chica (que, siguiendo sus tradiciones, pare en una cabaña con la ayuda
de una anciana) puja incluso durante varios días: al final, al dar a luz al
niño, ya sin vida, se verifica la separación de una parte de la vejiga.
A
partir de ese momento la chica vivirá perdiendo constantemente orina. Y se verá
obligada a llevar una vida de doloroso aislamiento, puesto que será alejada por
la familia y por el marido, y se verá obligada a vivir a margen de la
comunidad. Nosotros desempeñamos una acción capilar de educación para promover
la tutela de la mujer y de la maternidad y estamos cosechando buenos frutos,
aunque a veces no falten las sospechas y la desconfianza.
¿Puede contarnos un episodio que le haya sorprendido
particularmente?
Recuerdo
uno, conmovedor. En una aldea de Sudán del Sur, a pesar de los repetidos
encuentros organizados por nuestro agente, los ancianos seguían negando a las
madres el permiso para que fueran al hospital, porque, decían, los niños
siempre habían nacido en casa. Uno de nuestros médicos decidió intervenir: fue
a la aldea con un ecógrafo portátil y, después de haber reunido a la comunidad
entera, colgó una tela entre dos árboles.
Convenció
a una mujer embarazada que estaba presente, le hizo una ecografía y proyectó la
imagen del feto en la tela. Cuando la comunidad vio al niño y pudo escuchar el
latido cardíaco del pequeño, exploto un gran aplauso. Los ancianos le dieron el
permiso a las mamás para que fueran al hospital y a los centros sanitarios para
recibir atención: por primera vez vieron la vida que crecía dentro del vientre
de una mujer y comprendieron la importancia de cuidar a las mamás.
¿Cuál es el país en el que encuentran mayores
dificultades sus médicos?
Sudán
del Sur, sin dudas. Es un país inestable, muy frágil. No hay calles ni
estructuras adecuadas en cada sector. Las carencias sanitarias en ámbito sanitario
son enormes, basta pensar que en todo el país no hay un solo ginecólogo sursudanés y solamente hay una obstétrica sursudanesa por cada 20 mil
habitantes. Precisamente debido a las condiciones en las que se encuentra la
sanidad local, hemos multiplicado los esfuerzos y los proyectos: en la
actualidad trabajamos en cinco hospitales y en 150 centros sanitarios. Además,
promovemos la formación: el año pasado, en la escuela con la que colaboramos se
diplomaron 20 nuevas obstétricas.
Es
importante subrayar que, al contrario de lo que se piensa normalmente (es decir
que la población africana tiene una actitud pasiva y se limita a esperar a que
la ayuda llegue de Occidente o de Asia), existe un África que ayuda a África.
Diferentes médicos nigerianos, por ejemplo, aceptaron trabajar con nosotros y
dejaron su patria para ponerse a disposición de las poblaciones más
necesitadas: además, precisamente en Sudán del Sur, eligieron venir a darnos
una mano muchos médicos de Uganda, un país que ha crecido y en el cual las
condiciones de vida han mejorado en los últimos años. Tan es verdad que ni
siquiera un solo ugandés trató de atravesar el Mediterráneo en 2017 para llegar
a las costas europeas.
¿Tienen proyectos para afrontar las graves infecciones
que afectan a las poblaciones sub-saharianas?
Sí,
nuestros médicos, junto con los colegas de los hospitales locales, se han
organizado para afrontar algunas patologías (En particular el sarampión, la
tuberculosis, la malaria y el SIDA), que están cobrando miles de vidas en esta
región. En Angola, por ejemplo, están aumentando a ritmo sostenido los casos de
tuberculosis; en Mozambique se multiplican los casos de infección por VIH; en
Beira, segunda ciudad del país (en donde apoyamos también a la facultad de
medicina), 25 personas de cada 100 son seropositivas: un cuarto de la
población.
Para
contrarrestar la difusión del sarampión, que provoca la muerte de muchas vidas
jóvenes, hemos puesto en marcha desde hace mucho tiempo campañas de vacunación.
En los últimos años, además, estamos presenciando un fenómeno que nos alarma
mucho y del cual nos estamos ocupando: la aparición y el incremento, en las
capitales y en las grandes ciudades, de patologías típicas de las sociedades
occidentales, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Entre sus
causas están el consumo de bebidas azucaradas y de comida chatarra,
introducidas en África por las transnacionales.
¿Hay algún proyecto en la República
Centroafricana?
En
2015, el Papa Francisco inauguró el Año Santo en Bangui. Durante ese viaje
también visitó el hospital infantil local, el único del país, y expresó el
deseo de ayudar a esta estructura (que ya contaba con la asistencia de la
Cooperación italiana), en la que no había dónde curar a los niños desnutridos.
El Hospital Bambino Gesù de Roma preparó un gran proyecto de apoyo a esta
estructura y, a principios de este año, nos pidió que le diéramos una mano.
Apoyados también por la Cooperación Europea, hemos aceptado la invitación y
nuestros agentes partieron inmediatamente.
CRISTINA
UGUCCIONI
MILÁN
Fuente: Vatican Insider