El acuerdo que se firmó en septiembre parece
mantenerse en casi todo el país. La monja comboniana, Elena Balatti:«Hay signos
de esperanza y de una vuelta a la normalidad»
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Sudán
del Sur está viendo días de grandes esperanzas. El acuerdo de paz, firmado en
Adis Abeba el pasado 12 de septiembre, se sigue manteniendo en casi todo el
país.
La
vuelta del ex vicepresidente y jefe del principal grupo armado de oposición,
Riek Machar, después de dos años de exilio y de arresto domiciliario en
Sudáfrica, ha suscitado en las facciones en conflicto posiciones más suaves.
Si
todo procede como se espera, Machar podría volver a tener un papel importante
en el gobierno de Salva Kiir, presidente de Sudán del Sur, dejando se ser (se
espera) su acérrimo enemigo. Omar al-Bashir, presidente de Sudán y gran
patrocinador del proceso de paz, lo escoltó durante su vuelta a Yuba.
Las
dudas sobre el acuerdo radican en la historia política de los tres hombres
mencionados, que, juntos, suman un número impresionante de condenas por graves
crímenes contra la humanidad y contra los derechos humanos.
Los
primeros dos, efectivamente, son los principales protagonistas de la guerra
civil de Sudán del Sur, que explicó en diciembre de 2013, cuando Salva Kiir
acusó a Machar (que entonces era su vicepresidente) de haber orquestado un
golpe. Las masacres, las violaciones de masa, el uso de niños-soldado, el
desprecio absoluto de los derechos humanos y civiles de la población por parte
de ambas facciones, provocaron alrededor de 400 mil muertos y 2 millones de
desplazados.
Omar
al-Bashir, por su parte, cuenta con diez acusaciones por crímenes de guerra
(tres por genocidio) relacionados con el conflicto en la región de Darfur y
hubo en su contra dos órdenes de captura internacionales (que nunca fueron ejecutadas).
Sin
embargo, esta vez parece que las esperanzas tienen fundamento y que, a pesar de
que en algunas zonas se siga combatiendo, la atmósfera en Sudán del Sur parece
cada día menos tensa. En este contexto de confianza hay que recordar un feliz aniversario:
en noviembre de 2019 se festejarán los cien años de la evangelización de la
diócesis de Yuba y el pasado primero de noviembre, fiesta de Todos los Santos,
el obispo Paulino Lukudo Loro, abrió oficialmente el año jubilar que dedicó a
la paz.
Hablamos
sobre la nueva situación que se está viviendo en el país, sobre las esperanzas
de la población y sobre esta importante cita para los cristianos de Sudán del
Sur con Helena Balatti, misionera comboniana que lleva ya varios años en
Yuba.
«Para
este país es un momento muy particular. Los misioneros combonianos llegaron
aquí a Yuba en 1919 y nos estamos, pues, preparando para celebrar los cien años
de la fe precisamente al mismo tiempo del proceso de paz, que el 31 de octubre,
con el “Peace Day” proclamado por el gobierno y con la vuelta de Machar, ha
dado un gran paso.
El
arzobispo Paulino Lukudo Loro quiso con fuerza que la fiesta de Todos los
Santos, después de la jornada de la paz, coincidiera con la apertura del
centenario. En su discurso pidió a todos los fieles que dedicaran el año a
reforzarse en la fe y se refirió a la esperanza en la paz.
La
Iglesia católica y las demás confesiones que se reúnen bajo la sigla del
Consejo Ecuménico de las Iglesias (7 en total), están muy activas en el proceso
de paz y han promovido una campaña de información que prevé, entre otras cosas,
carteles en muchos lugares de la ciudad para llamar a los fieles al perdón y a
la reconciliación. Se publicó un libro sobre el perdón, inspirado en frases de
monseñor Taban, obispo emérito de Torit que recibió el premio por la paz de la
ONU en 2013. En general, todos los líderes cristianos se han unido al llamado
para el inmediato cese de los sufrimientos y para la atenuación de la crisis
económica».
¿Cómo
vive la población este momento tan delicado?
En
general, todos esperan que llegue abril, porque el acuerdo prevé 8 meses de
transición con el objetivo de preparar la integración de las fuerzas armadas.
La gente recuerda muy bien cuando, en 2016, precisamente debido a la falta de
integración de los diferentes cuerpos militares, después de un mes y medio
volvieron a empezar las luchas y los combates, más feroces que antes. Digamos
que todos estamos esperando con la esperanza de que verdaderamente puedan
integrarse todos. Desgraciadamente, en algunas zonas nunca se ha dejado de
disparar: algunos pequeños grupos no han firmado el acuerdo y algunos efectivos
de Machar siguen en conflicto con el gobierno.
Todo
esto a pesar de que su líder haya firmado el acuerdo…
Sí,
porque hay varias facciones fieles solo en el papel a Machar. No lo han visto
desde hace dos años, ya no es capaz de pagar a las tropas y los milicianos
siguen combatiendo por su sustento, para conquistar tierras, comida, agua. Es
decir, solamente estamos al comienzo de un proceso que es muy frágil, por lo
que debemos estar muy atentos, pues por cualquier nadería podría volver el
conflicto. La gente lo sabe y espera. Sin embargo, esta vez parece que hay
motivos para tener confianza.
Yo
creo que el hecho de hayan participado en la ceremonia por la paz del 31 de
octubre en Yuba los presidentes de Etiopía, Uganda, Somalia y Sudán, los
representantes de la Unión Africana, de la “Troika” por Sudán del Sur
(Inglaterra, Noruega y Estados Unidos), el representante de la ONU David
Shearer y exponentes de la Unión Europea es un buen augurio: el mundo observa a
este país. Esperemos que nadie se eche para atrás.
¿Cuáles son las señales de paz que se empiezan a
ver?
Pues, por lo pronto, por primera vez
después de años, se volvió a abrir la navegación por el Nilo, un signo
importantísimo tanto para el aspecto comercial como para el aspecto
humanitario, porque las OGN presentes han podido volver a navegar por toda la
zona, distribuyendo servicios y ayuda con mucha facilidad. También se abrió una
nueva terminal del aeropuerto de Yuba, después de más de dos años de espera.
Estas son señales que contribuyen para que se sienta nuevamente la normalidad,
encendiendo las esperanzas de la población.
LUCA ATTANASIO
ROMA
Fuente: Vatican Insider