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9 de octubre de 2019

OCTUBRE MISIONERO: QUÉ HACEN LOS MISIONEROS POR NOSOTROS?

Los misioneros presentan a las comunidades cristianas de aquí la vida y el empuje de las comunidades cristianas de allá. La misión siempre será un camino de ida y vuelta, en que unos y otros dan y reciben

Con los testimonios de vida que nos traen y comparten con nosotros hacen que nuestras comunidades cristianas abran las ventanas, para que pueda entrar aire fresco, que ventile la casa y, al respirarlo, nos haga bien. 

Los misioneros nos recuerdan lo que viven otras comunidades cristianas y que las nuestras pueden tener olvidado: que es una suerte ser creyentes; que no hay que tener miedo a dar la cara; que hay que aprovechar la cantidad de medios que tenemos para vivir la fe; que no hay que ser tacaños en nuestra relación con Dios; que hay que compartir lo poco o mucho que tengamos…

Nuestro Dios es Padre de todos; pero no todos lo saben ni todos lo viven. Nos ha encargado buscar a los hermanos para hacerles partícipes de esta feliz noticia y, a la par, gozosa realidad. La misión de los hijos es hacer realidad el sueño del Padre: reunir a todos los hermanos en la gran familia de la Iglesia. Estamos llamados a ser misioneros del Padre en favor de los hermanos.

Con imaginación y osadía tenemos que echar las redes, multiplicar los contactos, establecer conexiones, provocar encuentros, alimentar relaciones. Compartamos lo que como riqueza estimamos: si lo guardamos, se nos apolilla; en la medida en que lo demos, crecerá en nuestro almacén; si somos tacaños, más pobres seremos, y si compartimos, más tendremos.

Aquél al que esperábamos ha llegado como Primogénito de muchos hermanos. Nació para los de cerca y para los de lejos. El Corazón de Cristo es el regalo de Dios a toda la humanidad. Su estrella brilla en cualquier rincón de la Tierra y cada corazón humano se siente atraído por ella. Los limpios de corazón la ven y se alegran. Unámonos a la gran caravana de los que están convencidos de que adorando a Dios, ganan en dignidad humana; y ofreciendo a Dios lo mejor que guardan sus cofres, ganan en estatura interior.

Pero todo ello se dará en la medida en que tengamos una ventana abierta a las misiones. Si queremos que nuestras viejas comunidades cristianas se mantengan vivas, produciendo los frutos propios de la fe, la esperanza y la caridad, no nos queda otro remedio que abrir de par en par puertas y ventanas, para que entre el aire renovado y fresco que viene de la Iglesia misionera.

Nuestra renovación eclesial aquí depende de la acogida de todo aquello que de bueno nos ofrecen las comunidades de las misiones. La Nueva Evangelización en la que la Iglesia está empeñada en estos primeros pasos del Tercer Milenio cuenta con una herramienta extremadamente eficaz: presentar a las comunidades cristianas de aquí la vida y el empuje de las comunidades cristianas de allá. La misión siempre será un camino de ida y vuelta, en que unos y otros dan y reciben.


P. Lino Herrero Prieto CMM
                   Misionero de Mariannhill