El Cardenal Ricardo Blázquez,
presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) dedicó su carta semanal
al Mes Misionero Extraordinario que comenzó el pasado 1 de octubre y que
celebra toda la Iglesia Católica
Según explicó el Cardenal
Blázquez, el mes de octubre tradicionalmente ha estado “dedicado al rosario en
la piedad mariana”, pero también muy misionero porque se celebra “el Domund, es
decir la Jornada Mundial de las Misiones”.
“Acompañados por María
reavivamos el espíritu y el empeño misionero”, precisa el Arzobispo de
Valladolid, y “este año subrayamos la evangelización, ya que nos ha convocado
el Papa Francisco a un Mes Misionero Extraordinario de octubre, con el lema
‘Bautizados y enviados. La Iglesia de Cristo en misión en el mundo’”.
También animó a afrontar este
mes como “una oportunidad para asumir con vigor renovado la dimensión misionera
de nuestra vida cristiana”, ya que “somos 'Iglesia en salida', es decir
enviados para anunciar con obras y palabras el Evangelio”.
El Cardenal Blázquez recordó
que durante todo este mes en cada diócesis hay preparadas diversas acciones y
animó a participar en ellas.
Además explicó que se celebra este Mes Misionero Extraordinario porque “este
año celebra la Iglesia, el centenario de la publicación por el Papa Benedicto
XV de la Carta Apostólica Maximum
illud sobre las misiones”.
Esta carta habla sobre los
“primeros cuidados misioneros” que según decía el Papa Benedicto XV debían “ser
dedicados a la preparación del clero indígena, sobre el cual se hallan depositadas
las mejores esperanzas de las nuevas cristiandades”.
Además recordaba que “la
Iglesia de Dios es universal, y no se siente extranjera en medio de ningún
pueblo”, por lo que Benedicto XV animaba a la Iglesia a aclimatarse “en las
diversas regiones del mundo y sean asumidas las peculiaridades de cada pueblo”.
También subrayaba que los
misioneros no debían considerarse “colonizadores sino como predicadores del
Evangelio”.
El Arzobispo de Valladolid
explicó también que “el derecho a la libertad religiosa, que los cristianos
respetamos, no debe amortiguar el celo evangelizador que arranca del corazón
del Evangelio” y subrayó que “la evangelización no debe nunca caer en
proselitismo, ni forzar por ningún motivo la libertad de la persona ni para que
le sea impuesta la fe ni le sea impedida su manifestación”, porque “creer es un
regalo de Dios, no un privilegio social”.
“Respetar la libertad religiosa
no significa silenciar el Evangelio ni ocultar la salvación que el Señor nos
promete. Anunciamos con gratitud a Jesucristo el Salvador del mundo. Respetar
la libertad religiosa no significa recluir a la intimidad personal la fe y sus
expresiones. Los valores religiosos personales y sociales forman parte del bien
común de la sociedad”, afirmó.
De esta manera, el Cardenal
Blázquez aseguró que el fundamento de la evangelización es creer que “Jesús es
el Hijo de Dios encarnado y el Salvador de todos los hombres” y por eso
deseamos “que todos sean salvados por medio del Señor Jesucristo”.
También destacó que “la salvación
no equivale al progreso económico y social”, sino a la “esperanza” posible
también “en el umbral de la muerte, porque Jesús nos promete la vida eterna”.
El Cardenal Blázquez subrayó que todo cristiano, por ser bautizado es
misionero, y no “únicamente quienes marcharon a países distantes, antes nos
parecían exóticos, como unos héroes”.
“Unos cristianos son misioneros
en su familia, en su parroquia, en su ambiente de vida; y otros son enviados a
pueblos distantes”, aseguró y recordó que hay tres acciones que se dan en todo
misionero.
“Hemos sido llamados, no somos
espontáneos; somos discípulos en la convivencia con Jesús, y somos enviados
para anunciar el Evangelio con palabras y obras. Jesús ya resucitado envió a
los apóstoles”, afirmó.
Además explicó que “un
indicador de la llamada dirigida por Dios a que todo bautizado sea apóstol es
el hecho de que patronos de las misiones son un misionero San Francisco Javier
y una monja carmelita Santa Teresa del Niño Jesús”.
“La fe es por su misma
naturaleza apostólica, ya que se profesa y se encarna en la vida. La oración es
en sí misma misionera, ya que es un diálogo que no se cierra en la relación
entre Dios y el orante, sino que se abre a las dimensiones del mundo haciendo
memoria de los hombres ante Dios e intercediendo por todos ante Él”,
afirmó.
Fuente: ACI