• INFANCIA MISIONERA 2022


    ¡Comienza a preparar la jornada!
  • CONCURSO INFANCIA MISIONERA 2022


    Tú eres luz para el mundo
  • MEMORIA DE ACTIVIDADES 2020


    ¡Así fue 2020 en Obras Misionales Pontificias!
  • AYUDA A LAS MISIONES


    Colabora con los misioneros españoles

4 de abril de 2020

SUDÁFRICA: EL COVID-19 YA NO ES COSA DE RICOS

Fueron turistas los que llevaron el coronavirus a Sudáfrica, como a otros países del continente. Pero ya se está extendiendo entre la clase media y algunos creen que es «imparable» su salto a los asentamientos más pobres y a las zonas rurales

Un miembro de Cruz Roja Internacional enseña a unos niños
a lavarse las manos para tratar de contener el COVID-19,
en un asentamiento de Soweto (Sudáfrica). Foto: AFP/Luca Sola
Con 1.326 muertos al cierre de esta edición, Sudáfrica está a la cabeza del ranking del COVID-19 en África. Casi duplica los 656 casos de Egipto, el segundo, y quintuplica los 246 de Burkina Faso, el siguiente subsahariano.

La pandemia aterrizó de forma suave, como en muchos otros países, con 13 personas que habían visitado Europa, y al principio estuvo bastante contenida en la región de KwaZulu-Natal. Pero luego llegó a Gauteng, donde se encuentran la capital administrativa, Petroria, y Johannesburgo, la ciudad más poblada (diez millones de habitantes en el área metropolitana). 

Esta ciudad es hasta ahora la más afectada, y allí el coronavirus ha pasado de los grupos más pudientes a la clase media, narra el padre Ibercio Rojas, comboniano en KwaZulu-Natal.

Se teme que el siguiente paso sean los townships (los antiguos guetos) y los asentamientos informales de la capital económica, donde se hacinan millones de inmigrantes, internos y externos. La mayoría no tienen trabajo estable. «Muchos se dedican a la venta callejera, y dependen de ella para comprar lo más básico», explica el padre Rojas, peruano. En estas condiciones, es casi imposible que cumplan el confinamiento, que empezó el jueves.

VIH y tuberculosis

El otro gran salto que descontrolaría la pandemia sería a las zonas rurales. «Llegará, es imparable», sentencia el doctor José Zaldívar, de origen cubano y afincado en la provincia de Limpopo. En las ciudades «el sistema de salud es bastante bueno. De momento todavía puede manejar la situación. En el campo es casi nulo», añade el misionero. El peligro es grande. Y real, pues «mucha gente ha salido de las ciudades hacia sus lugares de origen» para evitar el aislamiento.

Si a esto se le suma que el país tiene entre un 7 % y un 10 % de seropositivos, cuatro de cada diez sin acceso a tratamiento, no es de extrañar que el médico espere «una avalancha de casos en los próximos días o semanas», que el siguiente invierno se podría agravar. Sudáfrica es también de los países con mayor prevalencia de tuberculosis pulmonar: unos 300.000 casos al año, con una mortalidad del 10 %.

Los hospitales de las zonas con pocos casos, como el del médico cubano, se preparan intentando liberar todas las camas posibles. «Pero me temo que no haya suficientes medios de protección. La semana pasada ya tuvimos problemas con las mascarillas. Y muchos compartimos la opinión de que no hay capacidad de cuidados intensivos». En su provincia, hay 30 camas para seis millones de personas. «Ni siquiera en tiempos normales podemos poner ventilación a todos los que lo requieren».

¿El futuro de África?

Sudáfrica tal vez sea un pequeño adelanto de lo que puede llegar a ser la pandemia en el resto del África subsahariana, que de momento suma 2.862 casos. A la falta de personal sanitario (menos de dos médicos y diez enfermeras por 10.000 habitantes en muchos países, frente a los 40 y 50 de España), de medicinas y equipamiento, se suman peores condiciones de saneamiento e higiene, nutrición y salud general, que hacen que «todas las personas sean población de riesgo», apunta la religiosa de la Congregación de Santo Domingo y médico Cristina Antolín, con 32 años de experiencia en República Democrática del Congo y Camerún. «Por eso, aunque la curva no sea tan alta, va a morir más gente».

El país meridional, con su aceptable infraestructura sanitaria y mayor capacidad de hacer pruebas, puede incluso estar reflejando mejor lo que ocurre realmente en otros. «En Camerún la gente me dice que tres de los hospitales de la capital tienen muchos casos», aunque oficialmente no lleguen a los 150.

La médico, con todo, reconoce que «hay mucha incertidumbre» sobre el lento crecimiento de los casos, que podría deberse en parte a otros factores como el calor, que el sistema inmunitario de algunas personas responda de forma diferente, o el consumo de antirretrovirales entre los seropositivos. Sí está segura de una cosa: el acierto de bastantes países de implementar desde los primeros casos el cierre de fronteras y medidas rigurosas de aislamiento. «Cuando no hay medios, la única solución es contener los contagios».

Fuente: Alfa y Omega