En un
paisaje marcado por campos de arroz, sésamo, maíz, verduras, el área de la
parroquia es conocida por los pueblos donde habitan las llamadas "mujeres
jirafas"
"La
parroquia de Tananukwe comprende cinco pueblos y una población de 560 familias.
La mayoría de la gente de esta zona es cristiana, con una fuerte presencia
católica".
El padre Pius
Kyan lo explica a la Agencia Fides mientras muestra la pequeña iglesia de Santa
Teresa donde desarrolla su servicio apostólico desde hace cuatro años.
Administra una
realidad católica floreciente y numerosa en la región a pocos kilómetros de
Loikaw, capital del Estado birmano de Kayah, donde dos tercios de la población
es cristiana y donde los católicos son una presencia importante: basta mirar el
paisaje, salpicado de iglesias y capillas, mucho más difundidas que las pagodas
y las mezquitas.
El Covid-19,
aunque en el Estado de Kayah no se ha registrado un solo caso de Coronavirus
(menos de 350 en todo el país, con seis muertes), sigue siendo una emergencia y
se mantiene la guardia alta: "Celebramos la misa con sólo cinco fieles a
la vez, para respetar las reglas impuestas por las autoridades y evitar
acumulaciones. Hace unos días fui a un funeral, pero sólo para bendecir el
cuerpo y dar consuelo espiritual a las familias. Cada mes visito los pueblos
pero luego me muevo sólo para los casos de emergencia como en la
extremaunción".
El padre Pius,
de 38 años, fue ordenado sacerdote en 2012, estudió en Monza, cerca de Milán:
"Un año de lengua para aprender italiano y luego cuatro años de
teología... una fatiga. No me importaría volver a Italia para hacer una
experiencia pastoral fuera de Myanmar. Pero no quisiera ir a una gran ciudad.
Me gustan los
lugares como este, donde es posible tener una relación directa y verdaderamente
personal con los fieles". Detrás de la iglesia está la escuela, con su
pequeño campus, un campo de voleibol y 17 estudiantes que reciben el apoyo de
la parroquia, de lo contrario no podrían permitirse los estudios. "Ahora
también estamos construyendo una nueva iglesia", informa.
En cuanto a la
situación local, observa que desde abril las actividades se han detenido,
aunque lentamente el bloqueo se está relajando. En efecto, algunos pueblos se
han negado a terminarlo y permanecen cerrados a los que vienen de fuera y a los
turistas, a pesar de que el Ministerio de Turismo ha dado luz verde.
En un paisaje
marcado por campos de arroz, sésamo, maíz, verduras, el área de la parroquia es
conocida por los pueblos donde habitan las llamadas "mujeres jirafas"
que, desde niñas, llevan alrededor del cuello anillos que descansan sobre los
hombros y bajan la caja torácica, estirando el cuello.
Es una práctica
de la cultura indígena que los misioneros han combatido con fuerza y que ahora
en los pueblos cristianos ha caído en desuso. La costumbre sobrevive en las
áreas más remotas donde sigue siendo fuerte el 'animismo, que aquí se
manifiesta con largos tótems de madera y con túmulos funerarios donde los
familiares depositan, junto a las tumbas, comida y bebidas para acompañar el
viaje del difunto.
Entre historia y
leyenda se narran las fatigas de los primeros misioneros: una de ellas se ha
convertido en una obra de teatro que cuenta la historia de un misionero que es
encerrado en una pocilga por un hombre que nunca antes había visto a un hombre
blanco, con barba y zapatos en los pies.
Cuando el hombre
por hambre, termina comiendo la comida de los animales y se quita los zapatos,
finalmente los indígenas descubren que se trata de un ser humano como ellos, y
pierden el miedo.
La historia,
paradigmática de la aventura misionera de los pioneros, sirve para recordar las
dificultades, los sufrimientos, en algunos casos el martirio. Y ofrece, en la
historia mimada en el teatro, un signo de esperanza y un sentimiento de
gratitud a cuantos han llevado a Loikaw, con valentía y entusiasmo misionero,
la semilla del Evangelio.
MG-PA
Fuente: Agencia Fides