La Hna. Conchita en sus vacaciones con el colaborador José Mª Acebes |
Acabamos de recibir esta carta de la Hna. Conchita González que acaba de llegar a Kinshasa, después de unas vacaciones en su tierra segoviana. Nos cuenta su aventura hasta llegar a su misión.
Queridos todos (as)
Como estáis? Vengo a deciros que ya estoy en Kinshasa ; el
cinco de enero 2013 a las 19,20 el avión aterriza en Kinshasa ; se nos anuncia
que llueve torrencialmente y de esperar con paciencia, pondrán autobuses al pie
de la escalerilla … nos conducen a las salas del aeropuerto , la agencia ha
instalado ocho o diez ventanillas para
agilizar los trámites , creo que éramos al rededor de 400 personas . El calor es agobiante y una joven se marea y cae redonda a mi lado a
Dios gracias la Cruz Roja llega con rapidez.
Las maletas llegan sin
dificultad, las mías como las de todos pesan como muertos , hay carrillos pero
no para todos, con coraje empiezo a arrastrar las maletas y enseguida alguien
se compadece de mí y me las lleva hasta el coche donde mis compañeras me
esperan, la propina no podía faltar y se fue feliz a buscar algún que otro
pasajero pues estos maleteros viven de esto.
La
lluvia sigue siendo torrencial, el aeropuerto de nuestra casa está a unos
veinte kilómetros nos ponemos en marcha,
pasados unos cinco kilómetros, un
atasco impresionante, imposible de dar un paso ,en dos horas y media hicimos
unos cinco kilómetros, llegamos a casa a las once de la noche , tres horas para
hacer unos veinte kilómetros pero a Dios gracias llegamos con bien .El
espectáculo era impresionante la gente se bajaba de los coches y en la
lluvia calados hasta los huesos ,
algunos descalzos con las babuchas rotas
en las manos y a oscuras, las únicas luces eran las de los coches que cegaban,
así trataban de llegar a sus destinos . Después me explicaron que más de uno
decidió buscar una « posada »donde pasar la noche…
Al
día siguiente sin haber tenido tiempo de abrir las maletas respondí con las
hermanas de la comunidad a la inauguración de un seminario que nuestros compañeros los misioneros de
África han construido para formar a los futuros misioneros, pues aquí no hay
crisis vocacional y las vocaciones son muy numerosas . Pasamos un día bonito
pero a la vuelta una vez más los atascos, estuvimos hora y media sin dar un
paso. Este problema de atascos se multiplica cada vez mas ya que los coches se
multiplican pero las carreteras no y os aseguro que hace falta mucho coraje
para salir de casa, pero una ciudad con diez millones de habitantes necesita
transporte y como no tenemos metro ni
buenos autobuses nos conformamos con lo que existe , pequeñas furgonetas
haciendo de taxis . En este ambiente he dado mis primeros pasos en Kinshasa.
El
lunes siete después de misa pensé que no llegaría a casa, aquí no eran atascos
eran encuentros ; de veras no tengo
palabras para deciros con la alegría que la gente me recibió, a la
puerta de la iglesia me hicieron corro, abrazos ,yuyus=aclamaciones con ruidos hechos con la boca, danzas etc.
etc… llegue a pensar soy más popular que don Domi en la parroquia del Cristo…
nunca hubiera pensado que tanta gente se alegrara de verme, aunque confieso que
la alegría era reciproca pues yo me siento en casa y feliz.
Durante
toda la semana las visitas se han sucedido y he gozado de acoger a la gente,
esto me confirma en la decisión que he tomado, a mi edad no tengo que agobiarme
con muchas cosas la gente quiere que los escuches y que transmitas paz.
El
sufrimiento es grande en Kinshasa y la enfermedad y la muerte ronda por todos
los sitios, las pocas visitas que he hecho desde que he llegado han sido para
dar ánimo a los enfermos y « consolar » a las familias que han perdido un ser
querido.
Creo
que con estas palabras he resumido lo que he vivido desde que llegue, y no voy
a extenderme más. Que esta carta os diga
todo mi agradecimiento por el cariño y la acogida que he tenido entre vosotros.
El Salmista dice en el salmo 116: « como pagaré al Señor todo el bien que me ha
hecho ... » y esta es mi oración…
Con
un fuerte abrazo me despido de todos y cada uno de vosotros.
Hna
Conchita .