El P. José Miguel Espinosa
Sarmiento, sacerdote diocesano de Segovia, después de ejercer muchos años su ministerio
sacerdotal en nuestra Diócesis y en la Catedral, el día uno de marzo de este
año partió como misionero a Chile, desde allí nos envía esta carta contándonos
sus primeras experiencias pastorales en esas tierras:
"Queridos todos,
Te mando una foto del segundo domingo de
Pascua en el que llevé la Santa Comunión solemnemente a un buen grupo de
enfermos. Es una tradición que viene de atrás. Es el Domingo de Quasimodo.
Antiguamente asaltaban a los sacerdotes para robarles los vasos sagrados de
valor en los que llevaban la Comunión, y por eso empezaron a escoltar a caballo
al Santísimo. [Leer más...]
Sigo muy entretenido con los dos días que bajo a un Colegio de primaria y secundaria en el que celebro la Santa Misa, confieso, facilito dirección espiritual, y trato a los profesores. Ayer saludé a muchos papás que fueron a una charla, y a recoger las notas de sus hijos. Es muy interesante ver que las familias y el colegio vayan a una en la educación de los muchachos. No faltan anécdotas simpáticas, como el nacimiento en los patios del centro escolar de dos corderitos, a los que ya se considera matriculados.
La Parroquia del Santísimo
Sacramento en Pirque, al sur de Santiago (unos 22.000 habitantes) da mucho
juego. La atendemos entre 2 sacerdotes. No faltan bautizos, matrimonios,
entierros. Aquí la muerte se vive con más fe y humanidad. Se vela al difunto en
casa. Preparan la comida, y allí también el sacerdote comparte. Luego en el
cementerio todo muy sencillo, en tierra. Además ves que los directivos del
hospital o los empleados del Ayuntamiento te facilitan mucho las cosas: te
permiten llegar a quien ha fallecido aunque sea en accidente, te llevan si es
el caso en coche.
También he empezado a reunirme
con matrimonios mayores, y jóvenes. Tienen deseos de profundizar en la fe, y
dar respuestas a la generación que viene detrás. Otros grupos a los que atiendo
son los ministros extraordinarios de la Eucaristía, catequistas coros, y
jóvenes misioneros. Aquí en el nuevo Finis terrae, te sientes en casa por la
fe, la lengua y las costumbres. El chileno se siente agradecido al español, y
le encanta cómo hablamos.
Recuerdos para tu equipo
de misiones y para los conocidos, un fuerte abrazo, Chemi.