Queridos
hermanos y amigos, Parece mentira pero ya ha pasado un mes desde que llegamos a
San José. Algo más de cuatro semanas cargadas de emociones, experiencias,
vivencias, y como no, trámites. Ha sido un tiempo verdaderamente intenso, tanto
que parece que llevemos toda una vida, aunque por otro lado, también sentimos
que todavía nos estamos “acomodando” como dicen por aquí.
El día que llegamos, cansados tras un largo viaje, nos
esperaban varias familias en el aeropuerto. Con alegría nos condujeron hasta
nuestro nuevo hogar. Todo dispuesto: la nevera y despensa llena, los cuartos de
baño listos para ser usados, todo limpio, flores, plantas, hasta colchones para
poder estar dignamente mientras esperábamos nuestros muebles que aún estaban
por llegar. Así ha sido todo el tiempo; generosidad desbordante de parte de la
Familia (con mayúscula) de Schoenstatt aquí. Una Familia que no ha perdido la
frescura de su fundación, y permanece abierta, receptiva y acogedora; una
Familia que arde con el fuego del hogar y de la misión. Costa Rica es un país
tan bonito que es fácil adaptarse.
Su
capital, San José, en donde se concentra la mayor parte del Movimiento, quizás
no goza de la riqueza histórica de otras ciudades, pero tiene encanto y
personalidad. Las vistas a los montes verdes que la rodean, los colores de los
árboles en flor, la luz privilegiada y como no, su buena gente, que hacen
olvidar el caos del tráfico y la deficiente infraestructura, que provoca un
embotellamiento constante en las calles que comunican la ciudad y que también
llevan al paraíso.
En
Europa podemos descubrir con facilidad la mano del hombre que ha dejado su
huella a través de los siglos en monumentos y riqueza cultural. También
contamos con parajes y lugares bellísimos a la par que variados. Y a cada paso,
nos encontramos con la herencia cristiana simbolizada en catedrales
majestuosas, iglesias preciosas en cada esquina, universidades y un sin fin de
arte y cultura. ¡Qué maravilla! ¡No olvidemos lo qué el cristianismo ha
aportado a nuestra civilización! Sobre todo en este momento en donde los
pecados de la Iglesia presente y pasada, empañan la opinión pública de tantos
países y lugares.
Sin
embargo, ¡cuánto bien han hecho millares de cristianos a lo largo de la
historia! Y siguen haciendo… su contribución es extraordinaria. Aquí, por
supuesto, también hay iglesias preciosas, empezando por la Basílica de Nuestra
Señora de los Ángeles, patrona de Costa Rica. Es admirable la devoción y el
fervor del pueblo hacia Ella. También hay vestigios de las misiones
Franciscanas que desde el s. XVI en adelante, fue evangelizando el país.
Precisamente
hace poco, el Papa Francisco ha anunciado la próxima canonización de Junípero
Serra, franciscano que contribuyó extraordinariamente a la Evangelización del
continente americano, concretamente en Alta California. Misionero incansable en
su entrega, que se dio y consumió (literalmente) por los indígenas, como tantos
otros muchos misioneros que de forma admirable, han contribuido a la protección
y promoción física y cultural de pueblos enteros. ¡Cuánto tenemos que aprender
de ellos! Sin embargo, las mejores iglesias y catedrales del país son las que
uno se encuentra en la preciosa naturaleza, con sus grandes volcanes, su
exuberante selva o su interminable fauna.
Podríamos
hablar de numerosos templos y santuarios “vivos”, en donde se puede contemplar
la mano del Dios Creador. Ciertamente Adán y Eva vivieron un día aquí y
partieron después del pecado original. Sí, es cierto, para que nos vamos a
engañar, esto supone una ayuda en nuestro proceso de adaptación, un alivio al
quiebre que ha supuesto para nosotros la marcha y el estrés de la llegada.
Vivimos
en un barrio sencillo y tranquilo. La Mater nos ha proporcionado una casa
cómoda y luminosa, con vistas a las montañas. Situada muy cerquita del cole de
los niños, para evitar horas en el coche. Nuestros tres hijos mayores van a La
Salle, un colegio con una larga tradición en el país y con un ambiente muy sano
y familiar. Victoria ha tenido la suerte y el privilegio de ser una de las
primeras alumnas del Jardín de María, primer kínder de Schoenstatt en el país,
y futuro Monte Tabor. De momento ha empezado sólo con 12 alumnos, así que todo
un privilegio pues os podréis imaginar lo bien atendidos y queridos que están
todos. El ambiente es extraordinario, y se respira felicidad por todas partes.
Las personas que trabajan ahí, salvo una maestra, son miembros de la Obra
Familiar. Rosa ayuda tres días en semana con la clase de música y está a cargo
de las redes sociales (¡para algo tuve que estudiar periodismo ;-)! Estoy
disfrutando mucho de este apostolado, ¡está siendo precioso!
El
kínder está muy cerca de casa, en el barrio en el que se ubica la Casa Sede del
Movimiento. Como sabéis, aquí aún no hay Santuario, y eso hace que la familia
quizás esté un poco más dispersa, aunque ciertamente destacan por la unidad y
el ambiente familiar. Los schoenstatianos están concentrados, fundamentalmente,
en dos bloques: al Este y Oeste de la ciudad. No distan mucho en kilómetros
pero el tráfico alarga las distancias. Al Oeste está la Casa Sede y al Este la
ermita, un lugar dedicado a la Mater en un entorno de ensueño. En la Casa sede
podemos encontrar el retablo del futuro Santuario para el que está costando
mucho encontrar terreno.
El
Movimiento está creciendo con fuerza pero de forma bien organizada pese a no
contar con asesores que vivan en el país. El Director del Movimiento es un
padre que sólo puede ir cada tres meses aunque su aporte, dedicación y
presencia han sido clave en el desarrollo y crecimiento de la Familia. Sin
embargo, esta situación ha otorgado un protagonismo extra a los laicos, sobre
quienes recaen innumerables responsabilidades. ¡Es bonito ver como Schoenstatt
puede crecer y ser fecundo en estas condiciones!
La
Obra familiar tiene mucha vitalidad y está creciendo muy en parte a un
apostolado muy fecundo que están realizando desde hace varios años. Se trata de
un retiro para matrimonios, que se llama Fortalecimiento Matrimonial. Es tanto
el éxito que lo están “exportado” a otros países. En Madrid sabemos que se está
gestando una corriente de vida en torno este proyecto. Son ya 5 matrimonios,
más nosotros, los que vamos a participar en alguno de los próximos dos retiros
con la idea de poder comenzar a hacerlo en España. Por lo demás, nosotros aún
estamos en proceso de inmersión y aprendizaje, tratando de conocer la realidad
del Movimiento, las distintas ramas y apostolados.
Poco
a poco nos damos cuenta de la cantidad de trabajo y de los muchos retos
abiertos que hay aquí. La verdad es que la gente es muy generosa con su tiempo
y dedicación, y no se da a basto con todo lo que hay. Ojalá podamos poner
nosotros nuestro granito de arena, aunque en este aspecto nos gustaría ir
despacio para poder discernir bien en qué involucrarnos y no dispersarnos con
muchas cosas.
De
momento nos estamos centrando en crear vínculos, conocer a la gente y su
realidad… que ya es mucho. Entre tanto vemos que la Mater tiene para nosotros
aquí un plan de “misión interior”, como decíamos en las Misiones Familiares, es
decir que Ella quiere usar estos torpes instrumentos y a cambio nos está
regalando un tiempo muy centrado en nosotros como familia y matrimonio, un
tiempo de aprender, cincelar y limar nuestros corazones. Eso sin duda va a
ser un gran regalo y pensamos que forma parte de la vida de misión: uno se
despoja de todo para centrarse en Dios y Dios te regala que se centra en ti.
Los
niños están contentos, aunque a veces les cuesta como es normal, pues echan de
menos a sus amigos y familia. Nosotros, evidentemente también extrañamos a
nuestros seres queridos, pero estamos tranquilos y contentos. En lo material,
hay una cosa que nos está costando un poco más y es la económica.
Este
país es terriblemente caro, hasta los elementos más básicos de alimentación
como el arroz, las legumbres, los huevos, o la fruta y la verdura. Sin embargo,
vemos que es ahí donde se nos pide vivir el espíritu de pobreza; el Espíritu de
Misión. El pasado domingo nos organizaron un encuentro con familias y juventud
para conocernos y de manera improvisada se acabó dando un diálogo muy bonito
entre todos. La verdad que salimos encendidos. La gente de aquí no solo es muy
acogedora sino que también es súper receptiva.
Es
increíble cómo la Mater utiliza a sus pequeños y torpes instrumentos, se apoya
en su fragilidad, incluso en su miseria, para poder llevar a cabo su plan, que
no es nada más y nada menos que poder acercarnos al amor de Dios. Es bonito ver
cómo nos entusiasmamos todos, los unos a los otros, con un fuego que no es
nuestro, sino que viene de lo alto. Esa llama ardiente nos hacer sentir como
San Pablo: "llevamos un tesoro en vasijas de barro" Ese tesoro, ese
fuego, es el amor de Dios que nos enciende, nos trasforma y nos impulsa.
No
nos queda otra más que admirar la misericordia y la grandeza del Señor.
"¡Heme aquí, envíame a mí!" Os llevamos a todos en nuestro corazón y
estáis presentes en nuestro SH. Aquí tenéis las puertas abiertas para venir
cuando queráis, para participar en la misión si alguno se anima, o simplemente
a descansar, estaremos felices de recibiros. Entre tanto os seguiremos contando
noticias de cuando en cuando. Con mucho cariño, Unidos en el corazón de Dios,
Rosa
y Edu