Hoy en el Día Universal del Niño una
recordamos la labor de los misioneros con miles de niños necesitados en todo el
mundo
En Niger, China, Colombia,
Nicaragua o Sudáfrica.... en todos los países de misión, los misioneros cuidan
de miles de niños para darles ilusión y un futuro mejor.
Para conmemorar este
día nada mejor que el testimonio misionero de Paco Bautista Misionero de la
Sociedad de Misiones Africanas en Niger. Cada día en muchos lugares del
planeta hay algún misionero cuidando de niños
"olvidados".
Queridos amigos: Me llamo Paco y soy misionero en África. Hoy quiero compartir con vosotros, la historia de una niña de Niamey, en Níger. En una de mis visitas al hospital encontré a una niña de no más de diez años con una desnutrición severa. Ramatu no habla, no ríe, no tolera casi ningún alimento, me comentó su abuela. Yo me acerqué a su cama y le cogí las manos con ternura. La miré a los ojos, y le sonreí. Le dije: -Me llamo Paco. ¿Cuál es tu nombre? No dijo nada. La tristeza dibujaba su rostro marcado por sus huesos. Insistí.
- Mi nombre es Paco,
Paco... No es difícil, ¿cuál es el tuyo?, además-, añadí, nadie te ha dicho que
eres una niña muy guapa, ¡pero que muy guapa! Así que no te queda más remedio
que decirme tu nombre.
¿Fue mi poder de
seducción, me echó una mano Dios desde arriba? No lo sé. Pero en un hilo de voz
aquel cuerpo maltrecho dijo: Ramatu, me llamo Ramatu, y tú te llamas
Paco.
-No sólo eres guapa,
tienes además una voz preciosa- le respondí en tono alegre para insuflarle todo
mi ánimo, todo mi cariño. Y fue entonces cuando esbozó una sonrisa, que
iluminaron sus enormes ojos tan vivos en aquel cuerpo tan próximo a su final. La
abuela, que seguía la escena se emocionó. Dijo: desde que la ingresamos no había
abierto la boca, y mucho menos había sonreído. ¡Que Alá te bendiga! Entonces le
acercó su plato con arroz, que tenía olvidado en un rincón. Su abuela la animó a
comer, como hacía siempre. La niña negó con la cabeza. Con su mano escuálida me
alargó la comida: come tú primero, eres mi invitado. Ramatu compartía el
alimento conmigo, con su inesperado amigo Paco. Tomé una cuchara, comí unos
granos de arroz, y le devolví el recipiente.
-Ahora te toca a ti.
¡verás que pronto te pones buena y sales de esta cama! yo le voy a rezar a Alá
mucho por ti, porque ya somos amigos. Y para sorpresa de la abuela, la niña
comenzó a comer, despacito, muy despacito, según el alimento que su estómago
podía tolerar.
Y allí las dejé. La
abuela me miró con agradecimiento y Ramatu me dijo adiós con la mano. Yo le
guiñé cómplice un ojo y ella volvió a sonreír.
Esto que os cuento
ocurrió hace ya varios meses. Hoy puedo contaros con alegría que Ramatu se ha
recuperado milagrosamente. Las ganas de vivir, el ánimo recuperado, y algún
reconstituyente vitamínico que la providencia le hizo llegar, han obrado el
milagro. Yo fui testigo cuando le dieron el alta. Aquellos ojos llenos de vida y
recuperados volvieron a sonreírme.
Paco Bautista
Misionero de la
Sociedad de Misiones Africanas
Testimonio publicado
por la Revista Gesto
En el Día Universal del
Niño no debemos olvidar la Obra Pontificia de Infancia Misionera que
desde 1834 trabaja sin descanso en favor de los niños en todo el mundo.
Las ayudas de Infancia Misionera permiten a los misioneros
realizar proyectos sociales, educativos y pastorales que tienen como únicos
destinatarios a los niños: casas de acogida, orfanatos, hospitales,
escuelas. www.infanciamisionera.es
Fuente: OMP