El
florecimiento de las vocaciones sacerdotales en África, Asia, Oceanía y América
Latina es un hecho registrado en los últimos años.
Dominio público |
Según un informe
publicado por L’Osservatore Romano, en medio de la crisis creada por la
pandemia del coronavirus, en muchas Iglesias de Asia, África, América Latina y
Oceanía hay un verdadero boom de vocaciones al sacerdocio y de jóvenes que
piden ingresar a los seminarios y seguir una vida consagrada. Un fenómeno que
llega a varios continentes.
En Latinoamérica,
Venezuela cuenta con 804 seminaristas, entre jóvenes que se encuentran en fase
propedéutica o cursando filosofía y teología, en los 21 seminarios que existen
en el país sudamericano.
Al otro lado del
mundo, en Papúa Nueva Guinea y el archipiélago de las Islas Salomón, 286
jóvenes de las remotas islas del Pacífico se enfrentan a largos viajes en
embarcaciones improvisadas para pedir iniciar el proceso de su formación para
el sacerdocio.
Bangladesh, una nación
con una gran mayoría musulmana, donde los católicos no son más de 500.000 en un
país de 165 millones de habitantes, el año en que estalló la pandemia (2020)
fue un año récord para las ordenaciones presbiterales: veintiséis sacerdotes
católicos fueron ordenado en ese país asiático.
Tanto es así que, en
el mundo se advirtió lo que se ha llamado “circularidad misionera”, es decir,
hoy, el don de los sacerdotes africanos que están surgiendo, sustenta y
dinamiza las Iglesias europeas.
Esto significa que se
supera definitivamente la distinción geográfica entre “Iglesias que envían” e
“Iglesias que reciben”.
Entre los muchos
ejemplos que podrían citarse, se destaca la Iglesia católica en Tanzania: los
cinco seminarios más grandes del país están saturados.
La solución fue
inaugurar en el último mes de diciembre un nuevo seminario mayor, el Seminario
Mayor Nazaré, en Kahama, que ya cuenta con 106 alumnos matriculados en el
primer año y debería llegar a 480 seminaristas en tres años.
Cuando el papa Pablo
VI participó en la clausura del Simposio de los Obispos de África, el 31 de
julio de 1969, en Kampala, capital de Uganda, afirmó: “Ustedes los africanos
son ahora sus propios misioneros. La Iglesia de Cristo está verdaderamente
plantada en esta tierra bendita”.
Hoy, después de más de
cincuenta años, la declaración del Papa se hizo realidad.
El florecimiento
vocacional de la Iglesia africana, en el continente africano y en el contexto
de la Iglesia en todo el mundo, se observa desde hace años, y fue acompañado de
estudios sobre las razones que subyacen al aumento de vocaciones que, además de
ser un hecho originario de la fe, toca ámbitos sociales y antropológicos.
El testimonio
evangélico de las personas consagradas es contagioso y las anima a tomar
decisiones radicales de vida.
El padre Elías
Essognimam Sindjalim, sacerdote togolés, secretario general para la formación
de los misioneros combonianos, explicó que “los jóvenes africanos que quieren
ser sacerdotes católicos proceden de Iglesias donde el testimonio evangélico de
personas consagradas los anima a tomar decisiones radicales de vida”.
“Creo –señaló el
sacerdote– que el verdadero humus de las vocaciones es la vivacidad y vitalidad
de las Iglesias africanas locales que acompañan a los jóvenes en un camino de
crecimiento en su fe. Si bien el deseo de salir de la pobreza puede existir en
algunos candidatos, se purifica en el largo camino formativo que está previsto
hasta la ordenación sacerdotal. Donde hay vida de fe –dijo– el Espíritu actúa, y
solo un joven inmerso en esta vida de fe puede escuchar la voz de Dios
llamándolo al camino vocacional”.
Los misioneros
verbitas están radicados en el continente asiático, donde, en total, hay 681
estudiantes y 283 novicios en proceso de formación para el sacerdocio, en unas
20 naciones de Asia-Pacífico.
Según el padre
Augustine: “Incluso en este tiempo de pandemia, los misioneros y sacerdotes
están en las periferias al servicio de los últimos, los marginados, y por su
compromiso ponen a los últimos en primer lugar, en el nombre de Cristo y su
Evangelio. Cuando los jóvenes ven a estos misioneros, se sienten atraídos por
ellos y sienten el deseo de unirse a ellos”.+
Fuente: AICA