Del 8 al 11 de julio se ha celebrado en Burgos la 66
Semana Española de Misionología, una cita irrenunciable en el verano en la que, en esta ocasión, se ha
reflexionado sobre la dimensión martirial de la misión.
A lo largo de cuatro días, más
de cien asistentes han podido disfrutar de ponencias, mesas redondas y diversos
testimonios de destacadas personalidades del mundo de la teología, la animación
misionera y los medios de comunicación social. Así nos lo cuenta Carlos
Izquierdo Yusta en “SEMBRAR”, revista diocesana de Burgos.
El amplio
programa de la Semana Española de Misionología 2013 quedaba enmarcado en la
clausura del «Año de la fe» y en la inminente beatificación de más de 500 mártires
en Tarragona el próximo mes de octubre. Con el título «Testigos de la fe... hasta la muerte», en la Semana Española de
Misionología participaron más de un centenar de personas, entre misioneros,
sacerdotes, responsables y animadores de las misiones, laicos comprometidos
con la misión y periodistas. [Leer más...]
La
ponencia de apertura corrió a cargo de monseñor Ricardo Blázquez, quien
destacó el significado del martirio en la historia del cristianismo. Buceó en
los orígenes de la fe cristiana para diferenciar el martirio de las personas
que se autoinmolan para denunciar una injusticia o un reivindicar una
atención.
En esta línea de fundamentación fueron las ponencias de Carlos
Izquierdo -sobre la fe en la cultura actual secularizada- y de Roberto Calvo,
quien destacó cómo la Iglesia nace del testimonio y se convierte en madre que
engendra testigos. Ambas disertaciones fueron acompañadas por dos mesas
redondas.
La
primera, dedicada a la libertad religiosa en el mundo. Dirigida por Javier
Menéndez, que presentó el informe sobre libertad religiosa en el mundo, fue de
notable interés la aportación de Soba Abboud -experta en estudios islámicos- y de Tomás Mi -diácono
chino de la iglesia perseguida-. Fue este último quien centró la atención de
los periodistas, impactados por su testimonio.
En esta
misma orientación «testimonial» discurrió la mesa de misioneros procedentes de
Ruanda -Juan Cruz Juaristi-, Argelia -Mari Paz Martín- y Sierra Leona -Luis
Pérez-. Escalofriantes algunos de sus relatos. En ellos se pudo comprobar que
la fe comporta riesgo extremo.
Una historia para contar
No es habitual que una semana de teología lleve
en programa una mesa redonda de periodistas. Se esperaba con interés la
aportación de representantes de los principales periódicos del país para
hablar de la noticia y lo noticiable de la vida de un misionero. La habilidad
del moderador, el también periodista Francisco Serrano, hizo que los
profesionales de los mass media pasaran no pocos apuros para garantizar
que no es el sensacionalismo lo que prima en la noticia actual. Insistieron que
la noticia es, precisamente, sacar a alguien del anonimato porque ha hecho algo
interesante para los demás.
En vísperas de la clausura lo que parecía una tarde
cultural se convirtió en un bellísimo testimonio de martirio. Mikel Larburu,
conocedor de no pocos mártires recientes en tierras argelinas, hizo de guía
para el visionado de la película «De dioses y hombres».
Misioneros y mártires
La clausura tenía puesta la mirada en la próxima
beatificación de mártires en nuestro país. La burgalesa Encarnación González, directora de la
Oficina para la causa de los Santos de la Conferencia Episcopal Española,
insistió en la importancia de este evento para la Iglesia de nuestra nación. No
tanto por el número, sino por lo que tienen de testimonio. Donde hay mártires
nacen nuevos cristianos. El evento puede ser una confirmación para tantos
creyentes desanimados. Así lo ratificó también el periodista Fernando de Haro,
participante de la semana, que ha publicado recientemente la novela «Cristianosy
leones».
Cerró la Semana el arzobispo de Toledo y presidente de
la Comisión Episcopal de Misiones, Braulio Rodríguez Plaza, aludiendo al papa
Francisco y su ánimo permanente a ser misioneros del gesto. Tras su reciente
viaje a Lampedusa, Francisco se convierte de nuevo es testigo de lo posible:
siempre es posible acercarse un poco más; siempre es posible extender la mano
de amigo después de estar cerca. Siempre es posible mirar, acoger, hablar...
de nuestra fe, aunque nos tiente el respeto o el sentirnos inoportunos