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22 de abril de 2014

DESDE NIGERIA, UN SEMINARISTA CUENTA LO QUE SIGNIFICA PREPARARSE PARA SER SACERDOTE EN UN AMBIENTE DE VIOLENCIA

Habiendo vivido estos tumultuosos tiempos, puedo ahora mirar atrás y ver los signos visibles de la gracia divina en mí a la luz de estos acontecimientos

OMPRESS-NIGERIA
Mientras las noticias de atentados, persecuciones y enfrentamientos se suceden en Nigeria durante los últimos años – hoy estallaba un autobús en la capital, Abuja, dejando varias decenas de muertos – el seminarista Orbih William Niccolo, escribe a las Obras Misionales Pontificias desde Jos, en la castigada zona norte del país. El seminario de San Agustín de Jos acoge a 300 seminaristas de distintos cursos que vienen de todo el norte de Nigeria. 

Orbih agradece en su carta el apoyo económico que la campaña de Vocaciones Nativas – que este año se celebra en toda España este próximo 27 de abril – ha dado a su seminario. Nada menos que 176.708 dólares, cantidad aportada por la generosidad de los católicos españoles. Cuenta lo que significa prepararse para ser sacerdote en medio de la violencia, de los asesinatos y del dolor:
“‘Tu vocación no es tuya, pertenece a Dios’, es lo que el padre rector no se cansa de decirnos a los seminaristas. Esta paradoja es una verdad importante y fundamental que todo seminarista debe hacer suya.

Cuando atravesé por primera vez las puertas del Seminario de San Agustín, en Jos, hace ya siete años, me di cuenta en seguida de que entraba en un mundo de estudio y formación; en un mundo de reflexión y examen personal profundo. Lo que no sabía era la extensión y dimensión que alcanzaría lo que iba a vivir. Nadie sabía entonces que estos años estarían salpicados por enfrentamientos civiles a escala nacional y otras crisis. 

La mayor de ellas tuvo lugar el 27 de noviembre de 2008, cuando todos los seminaristas nos despertamos en un terrible día de baños de sangre y destrucción de propiedades. Muchos de estos acontecimientos tuvieron lugar en frente mismo de las puertas del seminario.

Habiendo vivido estos tumultuosos tiempos, puedo ahora mirar atrás y ver los signos visibles de la gracia divina en mí a la luz de estos acontecimientos. Mi formación me ha enseñado sobre todo a valorar incluso lo más negativo de estas experiencias y desafíos, dentro del contexto de la misión de la Iglesia en el mundo, asediado por la violencia, el secularismo y el materialismo, y de la misión de la Iglesia en la actual Nigeria, herida por los males del fanatismo y el tribalismo. 

Para esto último, la naturaleza cosmopolita de quienes somos seminaristas aquí en el San Agustín ha sido de inmensa ayuda para que adquiriera las virtudes de la apertura y el respeto por todas las culturas, religiones y puntos de vista.

Estoy preparado y dispuesto a afrontar el futuro con valentía y coraje, confiando siempre en el divina providencia, cuyo rostro me han enseñado a buscar en todo momento, en oración y meditación constantes”.