Entrevista
a D. Anastasio Gil, director de las Obras Misionales Pontificias en España. La
religiosa curada del ébola da el posible recurso para la curación de la
enfermera contagiada
El
sacerdote Anastasio Gil, director nacional de las Obras Misionales
Pontificias (OMP), valora en esta entrevista con ZENIT la labor
desinteresada y anónima de los cerca de 13 mil misioneros españoles que
trabajan en 130 países de los cinco continentes. Con motivo de
la Jornada Mundial de las Misiones (Domund), que se celebrará el próximo
19 de octubre en España, D. Anastasio Gil destaca la fidelidad y
constancia de estos hombres y mujeres que dejan todo para entregarse totalmente
a los demás.
Preguntado sobre la conveniencia de
la repatriación de dos religiosos de la orden de San Juan de Dios,
fallecidos por el virus del ébola, el director de las OMP indica que no le
corresponde a él saber por qué las autoridades civiles se ofrecieron a
repatriar a los enfermos del ébola. Y recuerda también que la religiosa
curada del ébola es la que está dotando del posible recurso para la curación de
la enfermera Teresa Romero, contagiada en España.
El
contagio por ébola de una auxiliar de enfermería que atendió a uno de los dos
misiones españoles fallecidos por este virus ha avivado el debate sobre si los
enfermos deben ser repatriados a sus países. ¿Qué le parece que algunos
consideren que hubiera sido mejor dejar a los dos misioneros en África y haber
enviado allí el material médico necesario para intentar salvarlos?
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Don Anastasio Gil: No me corresponde a mi juzgar las circunstancias y
argumentos de por qué las autoridades civiles se ofrecieron a repatriar a los
enfermos del ébola una vez que estos dieron su consentimiento.
Sí
quiero dejar constancia de nuestro reconocimiento ante este gesto humanitario
de la administración de España. Me temo que quienes dicen que hubiera sido
mejor no repatriarlos hubieran protestado airadamente si los misioneros
hubieran muerto en el destino, acusando al gobierno de abandono.
Es
de lamentar que haya habido un efecto secundario por la repatriación ni querido
ni deseado. Ojalá la auxiliar de enfermería Teresa Romero venza la enfermedad y
recupere la salud. Hay un hecho muy elocuente que no puede pasar desapercibido,
la religiosa curada del ébola es la que está dotando del posible recurso para
la curación de Teresa Romero. Así es la solidaridad de los pobres, que dan de
su pobreza y de su pequeñez, y nosotros hemos de aprender que nadie es tan rico
que no necesite de nada ni tan pobre que no pueda dar nada.
¿Por
qué muchos misioneros suelen quedarse en las zonas más perjudicadas junto a la
población con la que han trabajado aun cuando las autoridades recomiendan el
abandono?
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Don Anastasio Gil: Cuando un misionero llega al lugar de destino,
tiene la convicción de que ese es su pueblo y esa es su gente. No es un técnico
que viene a ayudar, sino un cristiano que vive la solidaridad y la
universalidad como expresión de la caridad. Desde esta premisa se entiende que
un misionero no se plantee la necesidad de salir si no es para ir a otro lugar
a anunciar el Evangelio porque su tarea pastoral ha dado como fruto el
nacimiento y formación de las comunidades cristianas. Su empeño de quedarse en
el lugar del conflicto no es por tozudez ni voluntarismo heroico sino porque
tiene la certeza de que allí donde están los hermanos, ordinariamente los mas
desfavorecidos, allí ha de estar él porque no es como los demás, sino “los
demás”.
El
papa Francisco ha insistido en la necesidad de una renovación de la
evangelización, centrada en el amor a la persona y en el primer anuncio de
Cristo. ¿Cómo han acogido esta invitación del Santo Padre desde las Obras
Misionales Pontificias?
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Don Anastasio Gil: El papa Francisco ha entregado a la Iglesia, con
ocasión del Domund, un mensaje recordando que “con Jesucristo nace y renace la
alegría”. De ahí hemos tomado el lema para la Jornada que ilumina todo el
trabajo de animación y formación misionera de los fieles y de las comunidades
cristianas. Los misioneros son los principales testigos de cómo la fe es fuente
permanente de alegría y de gozo porque abre el horizonte de la esperanza.
¿A
qué se debe que España siga siendo una potencia misionera?
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Don Anastasio Gil: La fe cristiana, cuando se vive con coherencia,
implica un compromiso de cooperación con la evangelización. El compromiso
misionero de la Iglesia en España es un indicador, a pesar de las debilidades,
de que la fe y vida cristiana está en el interior de las personas y de las
comunidades. En el interior de estas conciencias misioneras comienzan a
barruntarse las vocaciones misioneras. De ahí tantos españoles que están en la
misión.
¿Por
qué hay que seguir apoyando a los misioneros?
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Don Anastasio Gil: No se trata de un apoyo solidario con aquellos que
están lejos, aunque esto sea admirable e incluso satisfactorio. Se trata de
tener la convicción de que mientras ellos están en la vanguardia, en la otra
orilla, nosotros tenemos la misma necesidad de ser retaguardia para vivir el
compromiso de la evangelización. Esta cooperación puede ser material, incluso
económica, pero esencialmente es espiritual porque todos formamos parte de la
misma familia y seguimos el único mandato de Jesús: “Id y anunciad el
Evangelio”.
¿Cuáles
son los países donde los misioneros necesitan especialmente de nuestra atención
y ayuda?
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Don Anastasio Gil: Allí donde hay un misionero es necesaria la ayuda.
Sin embargo, para que la cooperación misionera sea equilibra y responda a las
más auténticas necesidades, lo mejor es canalizar nuestras ayudas a través de
la Iglesia. Desde el año 1922 existe un servicio en la Santa Sede para atender
de forma justa y equitativa estas necesidades. De esta ayuda se sirve la
Iglesia para distribuir entre los ámbitos eclesiales más necesitados las ayudas
que recibe de todos los fieles. De todas formas, estos ámbitos geográficos se
ubican fundamentalmente en Asia y en África, son los llamados territorios de
misión que constituyen el 38% de la Iglesia católica.
La
Iglesia lleva un mensaje de esperanza hasta los últimos rincones del mundo.
¿Cree que este hecho es percibido por la sociedad?
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Don Anastasio Gil: Tengo la certeza de que así es. Cualquier sector
de la sociedad valora, ama y respeta a los misioneros que están en cualquier
parte del mundo. Sin embargo, aunque no hubiera este reconocimiento y esta
admiración, los misioneros seguirían haciendo su trabajo porque nunca buscan el
aplauso de la gente, el resultado de las estadísticas y menos aún una “cuenta
de resultados”.
¿Qué
diferencia hay entre la labor misionera y la cooperación al desarrollo?
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Don Anastasio Gil: Ambas actividades son fruto de la generosidad de
los seres humanos que desean compartir sus talentos con el resto de los
coetáneos. El amor a los demás es el vínculo de unidad entre los misioneros y
los cooperantes. Se podría afirmar que todo misionero es cooperante porque con
su donación contribuye a la implantación de los valores del Reino de Dios. Sin
embargo, el misionero es enviado por la Iglesia a la misión una vez se haya
verificado su vocación. No se apunta él, sino que tiene la certeza de que Dios
le envía a anunciar el Evangelio sin recibir a cambio ningún tipo de
contraprestación.
¿Qué
mensaje transmitiría con motivo del Domund?
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Don Anastasio Gil: Me sumo a las palabras del Papa. Y, con la certeza
de que cualquier persona es sensible ante las necesidades de los otros, Obras
Misionales Pontificias llama al corazón de niños y mayores, creyentes y
alejados, solicitando la limosna de la oración, el sacrificio y la colaboración
económica.
Fuente:
ZENIT