“Gracias” es precisamente la palabra que la Obra Pontificia de la Infancia Misionera ha escogido como lema de su Jornada, que se celebrará el domingo 24 de enero

El agradecimiento es, por eso mismo, un “rasgo distintivo” de los niños y niñas que se sienten partícipes del espíritu de Infancia Misionera, esa gran “escuela” de la Iglesia para formar la conciencia misionera de los más pequeños. De hecho, el saber dar siempre las gracias aparece como uno de los puntos del “Decálogo del Niño Misionero” que ellos comparten y procuran vivir con ilusión.
La gratitud a Dios por sus dones se transforma en el deseo de compartirlos con los otros niños del mundo, sabiendo que todos pueden aportar algo y que todos necesitan recibir también de la generosidad de los demás. Descubrir que todos ellos están llamados a vivir unidos a Jesús por la oración y por la participación en la celebración de la fe y los sacramentos, y que pueden expresar esa unión a través de la ayuda económica a quienes más lo necesitan es, sin duda, un enorme motivo de agradecimiento.
“Gracias” es precisamente la palabra que la Obra Pontificia de la Infancia Misionera ha escogido como lema de su Jornada, que se celebrará el domingo 24 de enero. En el camino hacia ese día, tenemos la ocasión de ayudar a nuestros niños a reconocer y agradecer todo lo que nos regala nuestro Padre del Cielo: el don de la creación y la hermosura de la naturaleza (sobre el que nos invita a volver el papa Francisco en su encíclica Laudato si’); el don de la vida, de la familia, de la amistad, de los bienes con que podemos cubrir nuestras necesidades materiales y ayudarnos unos a otros; el don de la igualdad de los seres humanos y, a la vez, de la enriquecedora diversidad de la familia universal; el don de la fe que hemos recibido; y el don de poder compartir la alegría de esa fe, anunciando a los demás la bondad de Dios.
Infancia Misionera no es solo su Jornada del cuarto domingo de enero. Es también la preparación de ese día a través del “Adviento Misionero”, mediante actividades como “Sembradores de Estrellas” y con la ayuda de los diversos materiales elaborados por Obras Misionales Pontificias, como la “Hucha del Compartir” o la “Lámina de Colorear”. Y es, en última instancia, ayudar a que los niños, a lo largo de todo el año —mediante el tono misionero de las catequesis, las clases de religión y de nuestra vida familiar y comunitaria—, tomen conciencia de que ellos, como cristianos, son ya de por sí misioneros. Pequeños, pero muy importantes, misioneros de Jesús y de la actitud de profundo agradecimiento que debe caracterizarnos a quienes queremos comunicar a todos su Buena Noticia.
Fuente: Rafael Santos/OMP