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16 de septiembre de 2016

LA IGLESIA DE BIRMANIA CREE EN LA PAZ CON LAS MINORÍAS ÉTNICAS

"La Iglesia colaborará con todos los medios a disposición para construir una nación pacífica y próspera»

La aparente falta de acuerdo con la que concluyó la conferencia nacional sobre la paz con las minorías étnicas, convocada con bombo y platillo por el gobierno birmano, con la presencia de 1500 delegados de más de 70 grupos en la nueva capital Naypyitaw, no debe desanimar a nadie. 

La falta de un «cese al fuego» no debe ser considerada como un paso negativo: faltó el tiempo técnicamente necesario para llegar al acuerdo, pero el hecho de haber organizado un encuentro que recuerda la histórica conferencia de Panglong de 1947 (cumbre en la que se afrontó la delicada cuestión de las minorías étnicas en los albores del nacimiento de la Birmania post-colonial) es una buena noticia. Y que quienes participaron hayan aceptado reunirse para definir un acuerdo global es una señal magnífica.

«La cuestión de la inclusión de las minorías étnicas en la nación dura desde hace por lo menos 60 años y en estas décadas ha habido muchos obstáculos y malos entendidos. Hoy se volvió a activar un proceso de diálogo con el objetivo de la reconciliación nacional, y es un gran paso adelante: es una ocasión preciosa para la nación entera», explicó el obispo Francis Daw Tong, que vive en Myitkyina, en el estado del pueblo kachín, de mayoría cristiana, una de las minorías que sigue en conflicto con el ejército regular birmano. En su diócesis más de 800 mil desplazados no pueden volver a sus aldeas debido a los enfrentamientos. Reciben la asistencia de la Cáritas local.


Lo que desea la Iglesia es que después de años, ilusiones, esperanzas vanas y faltas de acuerdos, después de conflictos, de atrocidades, de treguas provisorias y frágiles, con el nuevo gobierno de la Liga Nacional por la Democracia, caracterizado por la carismática presencia de la lideresa Aung San Sus Kyi, el argumento de la reconciliación nacional con las minorías étnicas vuelva a ser prioridad en la agenda política, para identificar vías concretas a través de las cuales llegar a una paz duradera.

La conferencia que se llevó a cabo en Naypyitaw del primero al 4 de septiembre de 2016 (también llamada «la Panglong del siglo XXI), a pesar de no haber establecido la tregua generalizada que algunos observadores esperaban, representa un momento importante en el que los participantes acogieron la voluntad de comprometerse por el objetivo de la paz y trazar un plan para un acuerdo global. Constituye, además, el primer paso oficial con el que los representantes de las minorías étnicas han sido reconocidos por el ejecutivo como actores del diálogo político.

Y todo bajo la égida de la Premio Nobel Aung San Su Kyi, verdadera artífice de la operación. En su discurso para la ocasión subrayó: «La paz no es solo el objeto de discusión de una conferencia. Debemos seguir esforzándonos para obtener la paz y reunificar el país, superando las diferencias con el diálogo y la cooperación». La lideresa invitó a los presentes a dejar de lado las heridas del pasado y ver hacia el futuro con nuevas esperanzas. El proceso de paz en la Birmania de hoy «cuenta con un amplio consenso público», observó, y este es un elemento fundamental.

Pero hay una condición «sine qua non» para que la voluntad de reconciliación no naufrague nuevamente: en los próximos seis meses (tiempo necesario para trazar el plan) será necesario «asegurar que los militares no lancen nuevas ofensivas en las zonas de conflicto. Todavía muchas cosas dependen de los militares: el gobierno debería garantizar que no lleven a cabo abusos y que respeten la dignidad de todos», explicó el obispo Francis Daw Tong a la agencia vaticana Fides.

Esta será la prueba verdadera para el nuevo gobierno civil de la nueva Birmania democrática, tras la época de la dictadura: vigilar a las fuerzas armadas, acusadas por muchas organizaciones no gubernamentales de cometer abusos, atrocidades y crímenes contra la humanidad en enteras poblaciones inermes que se encuentran en las zonas conflictivas.

El objetivo es conciliar la paz con la justicia, subrayó el cardenal Charles Maug Bo, que fue invitado para que pronunciara un discurso en la conferencia de Naypyitaw. El proceso que sugiere la Iglesia es frenar el conflicto, establecer una paz duradera y garantizar la igualdad de derechos a las minorías étnicas, en el marco de un sistema federal.

El tiempo, según el cardenal, ya está maduro. Y se trata de una oportunidad histórica: «Durante demasiado tiempo hemos vivido en una atmósfera recíproca de odio. Ahora es momento de cambiar ruta. La Iglesia colaborará con todos los medios a disposición para construir una nación pacífica y próspera».

En 1947 el general Aung San, padre de Suu Kyi y líder de la independencia birmana, lanzó la conferencia de Panglong, con el objetivo de una intermediación con los grupos étnicos, pero fue asesinado pocos meses más tarde. Hoy esa institución puede finalmente volverse realidad. 

PAOLO AFFATATO

Fuente: Vatican Insider