Dramática “Carta desde el desierto” del padre
Christopher Harley
El padre Christopher con una de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta en la Misión de Gode (Etiopía) |
Publicamos el pasaje central de la carta
que ha escrito en Pentecostés el sacerdote Christopher Hartley, misionero en
Etiopía, sobre el drama humanitario que vive esa región, y sobre el compromiso
de los misioneros para dar esperanza a la población.
De
esas maravillas divinas de la ternura que Cristo ha manifestado en mi vida y
que quisiera irradiar cada día a todo el que me rodea, quiero compartir con
vosotros las alegrías y los sufrimientos de las gentes de esta misión, porque
vosotros, mis queridos amigos, sois parte esencial e insustituible, ya que sin
vosotros nada de cuando se ha hecho, nada de lo que se ha caminado hubiese sido
posible.
De
sequías e inundaciones
Como bien sabéis, desde hace varios años,
toda esta extensísima región del cuerno de África viene padeciendo los
implacables rigores de una pertinaz y endémica sequía que ha arruinado las
vidas de millones de personas.
La
desolación, la polvareda estéril a la que se han reducido los cultivos y las
siembras de estas pobres gentes, el deambular famélico de los ganados y las
carcasas de una variopinta cantidad de animales y ganados que se han convertido
en carroña para las hienas, ha sido el espectáculo que día tras día, nos ha
acompañado en nuestro devenir misionero.
Pienso
en la familia del pobre Amir y su mujer Leila, con sus siete hijos. Durante
años con sus manos peladas trataron de cultivar un sembrado de papayas y otras
siembras de ciclo corto como el maíz… En mi ir y venir de la misión a la
ciudad, veía a toda la familia en su sembrado a la orilla del camino. Todos
trabajaban y los pequeñines se dedicaban a coger piedras en sus manitas
diminutas para tirárselas a los pájaros… pero no tenían dinero para pagar el
combustible de la bomba que traía el agua del río.
Dependían
para su subsistencia de la lluvia… y la lluvia se olvidó de la región somalí de
Etiopía.
Amir
y Leila, con toda su familia, un día desaparecieron… sigo pasando todos los
días delante de sus sembrados, pero ya no veo las matas de papaya ni los
plátanos, ni el maíz… se rindieron, se cansaron de esperar la lluvia. No sé
dónde se han ido. Los pájaros campan a sus sanchas, ya nadie cultiva la tierra,
ni deshierba, ni arranca la maleza.
La
sequía ha sido demoledora para estas gentes. El viento avasallador de los meses
de estío ha provocado una erosión terrible en la capa vegetal de estas tierras
antes tan fértiles.
Pero
mis amigos, este es un país de extremos. Hoy no es la sequía lo que nos agobia
y angustia, sino… ¡las inundaciones!
En
Gode ha llovido más que en otros años durante el pasado mes de abril y lo que
llevamos de mayo. Se lo agradecemos al Buen Dios. El problema es que el río que
pasa por la misión, el Wabbi Shebelle, se ha desbordado como no había visto yo
en mis once años de vida misionera en África. Se ha desbordado, no por las
lluvias que han caído en Gode, que han sido moderadas, sino por las lluvias
torrenciales en la región de Bale, donde nace este río, en el corazón de la
región de Oromía. Es allí, en esas cordilleras impresionantes de más de 4,000
metros de altura, donde nace este río, a casi 1,000 kilómetros de distancia.
Lleva meses lloviendo ininterrumpidamente y el río a quintuplicado su caudal
exponencialmente.
Por
primera vez las aguas han saltado nuestros muros de contención frente a la
margen del río, al punto que tuvimos que quitar las bombas de agua para que no
las arrastrara la corriente.
Afortunadamente
para nosotros, a su paso por Gode, el río baja profundamente encajonado y no es
mucho el daño que hace sus aguas desbordadas, sin embargo, en las ciudades más
al sur, Kalafo y sobre todo Mustahil los destrozos son inimaginables.
Todo
Kalafo ha quedado inundado bajo las aguas, en el pequeño poblado de Ma´aruf,
donde hace años, con vuestra ayuda, la Iglesia Católica construyó una escuela
para casi cuatrocientos niños. Una de las precauciones que tomamos fue la de
construir dicha escuela a metro y medio de altura sobre el nivel del suelo para
que precisamente, por los desbordamientos del río, toda la población pudiese
buscar refugio dentro de las aulas.
Como
quiera, la peor parte se la ha llevado la ciudad de Mustahil, situada a noventa
kilómetros más al sur de Kalafo y a solo sesenta y cinco kilómetros de la
frontera con Somalia: https://en.wikipedia.org/wiki/Mustahil_(woreda) La ciudad ha desaparecido literalmente. Todos
los accesos por carretera están bajo las aguas. En estos momentos, la única vía
de acceso es por helicóptero.
La
semana pasada viajé en avión a Gode con el presidente de la región somalí, Abdi
Mohamoud Omar y todos sus acompañantes. Durante el vuelo comentamos la
situación de Mustahil y me pidió encarecidamente que la Iglesia hiciese todo lo
que estuviese a su alcance para colaborar con el puente aéreo de tres
helicópteros que se dirigían a la zona. Le prometí hacer todo lo posible por
ayudar.
Inmediatamente
puse uno de los vehículos todo terreno al servicio de los pilotos militares
para ayudar con el transporte de alimentos y medicinas. Yo mismo viajé a la
zona del desastre en helicóptero. Durante el trayecto de más de ciento ochenta
kilómetros de Gode a Mustahil, y mientras sobrevolábamos las vastas llanuras
que van descendiendo perezosamente hasta Somalia, el panorama era sobrecogedor,
aldea tras aldea anegada por las aguas, ganados que deambulaban sin rumbo,
rebaños enteros que se habían ahogado en las lagunas ahora putrefactas.
Estas
inundaciones también son causa de propagación de múltiples epidemias, cólera, malaria,
fiebres tifoideas, problemas gástricos de diversa índole tras ingerir agua
contaminada; nubes de mosquitos portadores de diversas infecciones…
Al
llegar con el helicóptero, lo primero que hicimos fue descargar la ayuda que
transportábamos. Las gentes corrían enloquecidas y desesperadas; los militares
con palos y porras, a duras penas eran capaces de contener a las pobres gentes.
Llevaban días sin comer; no había más agua de beber que la de las lagunas
empantanadas fruto de la inundación.
Me
acerqué a la muchedumbre, reunida alrededor de la gigantesca laguna, me
acogieron con el cariño con que lo hacen siempre los somalíes, cuando saben que
quieres ayudarles. Me presenté a ellos, les dije que era sacerdote católico y
que venía a ellos porque quería ver con mis propios ojos la magnitud de la
tragedia para saber mejor como ayudarles.
Me
contaron que había multitud de enfermos, a varios que se habían adentrado en
las aguas buscando entre las ruinas de sus casas algunas de sus escasas pertenencias,
les habían atacado y mordido los cocodrilos. Los cocodrilos viven en una zona
determinada del río; conocen su entorno. Al desbordarse el río, el cocodrilo se
aleja del cauce original y busca la orilla para descansar, pero la orilla ya no
está donde estaba… Al ceder las aguas, el cocodrilo no regresa al río, sino que
queda atrapado en las grandes lagunas y balsas de agua que se forman. Están
hambrientos y atacan indiscriminadamente.
Sentí
vivamente, mezclado entre las gentes, lo que cuenta el Evangelio de la vida de
Jesús mientras hablaba a las gentes junto al lago de Genesaret: “la
muchedumbre se apretujaba alrededor de Él” (Lc 5, 1)
Hemos
prometido ayudar. Nos piden alimentos no perecederos (harina, leche en polvo,
soja, arroz, aceite, azúcar…), medicinas de primera necesidad; mosquiteras,
utensilios para cocinar, pastillas para purificar el agua, garrafas, lonas para
guarecerse del sol implacable…
OS
RUEGO QUE NOS AYUDÉIS LO QUE PODÁIS. SE LO PROMETÍ AL PRESIDENTE EN NOMBRE DE
CRISTO Y DE LA IGLESIA CATÓLICA.
Nairobi
Hace unas semanas viajé Kenia, por mandato
de nuestro obispo, con el fin de entrevistarme con la hermana Anastasia
Kamwitha, superiora provincial de la congregación de las Hermanas de San José
de Tarbes (de origen francés), con el fin de extenderles una invitación a
fundar una nueva comunidad en Gode.
Hemos
crecido mucho y no damos abasto con tanto trabajo. El obispo nos urge a que
vayamos más allá de Gode, que busquemos nuevas ciudades y poblados a los que ir
a hacer presente el Evangelio de la salvación en Cristo Jesús. Por el norte nos
esperan Denan, Kebre Deher; por el este Shilavo; al oeste, cruzando el río
hacia la Prefectura Apostólica de Robe, nos espera Hargele; y hacia el sur,
Kalafo, Mustahil, Ferfer…
Fue
una vista estupenda, las hermanas me parecieron una maravilla y si de ellas
dependiera, se hubiesen subido conmigo en el avión de vuelta a Etiopía. El
asunto se discutirá con la Superiora General a finales de junio. Os ruego que
oréis mucho por esta intención; pedid intensamente al Espíritu Santo de Dios
que se derrame abundantemente con todo su poder. Él es el gran protagonista de
la obra misionera de la Iglesia, Él es quien la alienta y fortalece, quien la
colma de sus siete dones y múltiples carismas.
Necesitamos
para esta región una comunidad de religiosas misioneras y un sacerdote más.
Tenemos enorme esperanza en que el Buen Dios nos bendecirá con una cosecha
abundante de misioneros. Hombres y mujeres consagrados a Dios con el corazón
rebosante de amor indiviso y fuego misionero en el alma.
Una
Vigilia Pascual inolvidable
El triduo pascual es el momento culminante
de la vida espiritual de la Iglesia. Es la pascua del Señor y con Él todos
pasamos de la muerte a la vida. Este año tuvimos dos bautizos y primeras
comuniones y confirmaciones. Una de las mujeres de nuestro programa de TAMARA
para mujeres enfermas de SIDA y su hija fueron bautizadas. Tahiba recibió el
nombre de Miriam y su hija se bautizó con el nombre de Laura.
Otro
chico, de veinte años, Alex, después de un camino de fe de más de dos años,
pidió pasar de la Iglesia Ortodoxa a la Iglesia Católica, en la Vigilia
Pascual, después de rezar de rodillas el credo de nuestra fe, recibió la
primera comunión.
Es
difícil describiros con la pobreza de la humana palabra, la hondísima emoción
que sentimos ese puñado de católicos aquella noche bendita, arremolinados junto
a la fogata, junto al cirio pascual – llama de amor viva-, junto a la fuente
bautismal, junto al altar del sacrificio y de la victoria de Jesucristo,
vencedor de la muerte y del pecado y del demonio.
Tahiba
era una prostituta, Sister Joachim se la encontró en plena calle, completamente
borracha; gritándole obscenidades. La Hermana no se inmutó; le habló con
cariño, la fue conquistando, le invitó a venir al programa de TAMARA. Un
domingo apareció en Misa, y no dejó de venir. Así pasaron casi dos años.
Un
día Tahiba le dijo a la hermana: “Yo quiero ser de esa religión que te hace a
ti ser tan buena…” ¡y se hizo católica! ¡Tahiba se convirtió en Miriam!
A
lo largo de todo su camino catequético, muchas veces le preguntamos si no tenía
miedo a las represalias de las gentes de su religión y a los Mullhas de sus
mezquitas. Y siempre dijo que no. Que ella sabía lo que hacía.
Van
llegando muchos más niños
Todos los días vemos aumentar el número de
niños y niñas que se acercan al programa de la mañana. Como sigamos así ¡¡se
nos va a quedar pequeño el autobús!! En su mayoría son chavales que no hacen
nada por la mañana porque solo van a la escuela por la tarde.
Llegan
junto a las mujeres de TAMARA, en el autobús, les damos un buen desayuno y
empiezan sus clases: manualidades, matemáticas, inglés, trabajos en equipo…
salen al recreo: van al río, juegan al fútbol, ¡se bañan en los charcos!
Vuelven a casa y se duchan todos. Después o bien vuelven a clases o ven alguna
película educativa.
Este
programa nos ha dado unas alegrías enormes. Los chicos disfrutan tanto que
piden venir el domingo por la tarde para jugar, merendar y ver una película;
definitivamente Kung-Fu Panda y Spiderman se llevan la palma, creo que la han
visto unas trescientas veces… Para ellos la Iglesia es su casa y nosotros su
familia.
Estoy
seguro de que, con la llegada de los misioneros de este verano, vamos a poder
ofrecerles a los chicos un magnífico programa educativo. La mayoría de los
niños son ortodoxos, otros son musulmanes, ellos todos son amigos y nosotros a
todos los queremos lo mismo.
Agua
limpia para la población
Con la ayuda de muchas instituciones (no
quiero mencionar ninguna porque siempre se me olvida alguna y me sabe fatal) y
sobre todo los aportes de tanta gente maravillosa que con extraordinaria
generosidad nos están ayudando a construir un sistema de purificación de agua
del río que consiste en una piscina para más de 200,000 litros de agua de río
que parece Cola-cao y después de pasar por un sistema de purificación y
filtración, será bombeada a una cisterna elevada con capacidad para 50.000
litros.
Si
alguien quiere colaborar con este proyecto que vamos a iniciar en dos semanas a
más tardar, tenéis los datos de la cuenta de Fundación al final de esta carta.
Denan
Poco a poco la pasión misionera nos impulsa
a abrir nuevos frentes, para que la fuerza expansiva del Evangelio lo invada
todo por la presencia del Espíritu de Cristo vivo. Hace unos meses el alcalde
de la ciudad de Denan, situada a unos 70 km de Gode, nos invitó a visitar su
comunidad para que ayudáramos a tantas pobres gentes.
No
lo dudamos y para allá que nos fuimos, con nuestras camionetas cargadas de
medicinas y mochilas con material escolar para cientos de niños.
Recorrimos
cientos y cientos de kilómetros por caminos polvorientos. Las escuelas eran
horribles, los escasos centros de salud estaban en un estado lamentable.
Prometimos ayudar.
Gracias
a todos vuestros donativos, hemos podido realizar dos operativos médicos donde
hemos atendido a más de trescientos enfermos y repartido toneladas de
medicinas. Hemos fabricado más de ochenta pupitres dado que en algunas de las
escuelas los niños estaban sentados en la tierra. Hemos repartido más de cien
mochilas, repletas de material escolar.
Nada
más, mis queridos amigos; a todos os damos las gracias en nombre de tanta gente
pobre que no pueden hacerlo por sí mismos. Le pido a la Santísima Virgen María,
Madre de la Iglesia, Madre de los misioneros y Madre de los pobres, que a todos
nos cubra con su manto bendito.
Ante
el Sagrario de la misión oramos cada día por todos vosotros.
Padre Christopher
Es posible colaborar con la misión de Gode
a través de la página web oficial: http://www.missionmercy.org/colabora/
Jesús
Colina
Fuente:
Aleteia