Alejandro es un joven
ecuatoriano de 23 años. El ejemplo de los misioneros que se entregan con amor
para ayudar a los más vulnerables le hizo comprender que Dios le llamaba a
servir a los más pobres
“Soy Alejandro Burbano, tengo
23 años de edad. Era un joven que soñaba con ser un periodista reconocido,
vivía una vida vacía y monótona, hasta que un día dije basta esto no tiene
sentido, fue justo ahí cuando decidí abrir las puertas de mi
corazón a Dios.
Y vaya que no me equivoque.
Desde aquel momento mi vida cambio, empecé a
encontrar la felicidad en las personas más sencillas, en las más humildes, en
las que viven solas en el olvido, en los más vulnerables. En ellos veía
reflejado el rostro de Cristo, ese Cristo que se hizo humano para vivir el
dolor de su pueblo.
Pese
a esto en mi rondaba el miedo, la inseguridad, me cuestionaba mucho. ¿Cómo una
persona como yo que le tiene miedo hasta una gallina podrá ayudar a otras
personas? En ese momento llegó mi primera misión, mi corazón latía muy
acelerado, tenía tantas ganas de desistir, me sentía incapaz, no quería herir a
personas inocentes con mi ignorancia humana. Entonces fue el momento oportuno
para pedirle a Dios que me diera la fortaleza para
poder hacer su voluntad y no la mía.
Y así fue como me
encontré rodeado de niños con discapacidad severa, alegrando mi vida con su
inocencia y sonrisa, haciéndome sentir amado por Dios y a la
vez con el profundo deseo de querer compartir mi vida con ellos. Me di cuenta
que en ese momento estaba poniendo en práctica las palabras del Evangelio que
tanto había escuchado: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de
beber, fui forastero y me recibiste, estaba desnudo y me vestiste” Descubrí
que vale la pena gastar la vida por los demás.
Pude conocer la misión
gracias al Padre Pedro Jesús. Me motivaba al ver con que entrega
y amor trabajaba por ayudar a los más vulnerables, y eso se
podía ver reflejada en cada lugar que visitamos. Ahí me pude dar cuenta lo
importante que son los misioneros porque los misioneros,
sin importarles padre y madre lo dejan todo para llevar el Evangelio.
Pedro Jesús Arenas, misionero Dehoniano, fue mi mejor acompañante para hacerme la
pregunta ¿Qué quiere Dios de mi? Y gracias a este misionero pude descubrir
mi vocación a la vida religiosa, sentir que Dios me
llamaba para hacer algo distinto, es que servir a los más pobres es
realmente sentirse amado por Dios, por lo cual ahí está el
sentido de la vida.
La misión ha cambiado mi
vida, y por eso invito a otros jóvenes, ¡no
tengas miedo!. Atrévete a ayudar; a descubrir el rostro de Cristo en el lugar
que menos te imaginas; a ser luz en medio de las tinieblas. Atrévete a ser
esperanza donde hay desesperación; a amar y ser amado. No tengas miedo,
atrévete a gastar la vida por los demás, atrévete hacer misión. Recuerda que el
mundo tiene personas maravillosas con sed de Dios que
están esperando que toques su puerta”.
Alejandro Burbano
Fuente: OMP