Carmelo Pérez-Aradros, sacerdote misionero, ha
explicado en El Diario de Almería,
algunas escenas de desesperación causada por el hambre que ha podido ver en sus
25 años de misionero en África
“Le dimos a una señora cinco kilos de maíz
para la cosecha y nos enteramos que se lo había comido porque estaba
desesperada. También vivimos momentos duros con muchos chicos
que marchaban al bosque y comían hierba y matas no comestibles y al
poco tiempo morían. Incluso personas que desenterraban el maíz de la
cosecha por echarse algo a la boca”, recuerda de sus peores momentos de
hambruna.
Carmelo Pérez-Aradros, natural de Arnedo (La Rioja)
tiene dos lazos importantes con Manos Unidas, la agencia católica de
ayuda internacional al desarrollo. Por un lado, él y la asociación están a punto
de cumplir 60 años. Por otro, ambos han luchado juntos contra el
hambre.
En 1988 fue cuando decidió marcharse como misionero a
Zimbabue tras un año en Londres donde estuvo aprendiendo inglés. “Desde pequeño
tuve inquietud misionera ya que estuve con misioneros combonianos
durante mi infancia. Recuerdo que en aquellos entonces había misiones
en América Latina, Asia y África. Finalmente me decidí por África y, en
concreto, por Zimbabue por el equipo humano y la verdad que hoy en día puedo
decir que no me arrepiento de aquella decisión”.
"En un primer momento fuimos un equipo de
cuarenta personas de España. Hoy, lamentablemente, solo quedan nueve, entre
ellos dos sacerdotes. Es el fiel reflejo de que en nuestro país faltan
vocaciones sacerdotales”, comenta entristecido.
A partir de 1997 comenzó a trabajar codo con codo con
Manos Unidas. La ONG católica lo ayudó a construir un Centro Social que
sirvió de guardería durante muchísimos años. Además, ayudó también a
dotar de infraestructuras la misión iniciada en 1988.
“De 2009 a 2018 recibimos ayudas para renovar
aulas, construir edificios, construir bloques y sobre todo para combatir el
problema de la escasez del agua. En todos estos proyectos colaboró Manos
Unidas junto a otras ONGs. La idea siempre ha sido que aquellos proyectos
que comenzamos se sostengan con el tiempo”, matiza el sacerdote. "Con
conocimiento y causa, digo que todo el dinero llegaba íntegramente a
África para labores humanitarias”.
Entre los años 2000 y 2005, Pérez-Aradros hizo un
breve paréntesis. Volvió a Madrid y luego estuvo en Roma durante tres años
estudiando Misionología. “Es curioso porque en España solo estamos seis o siete
sacerdotes con esta titulación”, asegura. A su vuelta a Zimbabue, el sacerdote
permaneció allí hasta el pasado año cuando tuvo que volver a España tras la
llamada del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), donde desempeña
un cargo de directivo en su Dirección General, además de ser consejero del
citado Instituto.
Fuente:
ReL