El cardenal Filoni,
prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, cree que
está cambiando el paradigma de misión: de ad gentes a inter
gentes
Foto: Universidad San Dámaso |
La misión se está
transformando y «se presenta hoy en formas muy distintas a las de hace 50
años». Es el diagnóstico del cardenal Fernando Filoni, prefecto de la
Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que la pasada semana visitó
Madrid para participar en unas jornadas de Derecho Canónico celebradas en la
Universidad Eclesiástica San Dámaso.
«Sin abandonar la
misión ad gentes», en la que especialmente los países de vieja
tradición cristiana envían a sus misioneros a miles de kilómetros de distancia,
«el anuncio del Evangelio es cada vez más inter gentes. Ya no es
alguien de fuera quien viene a evangelizar, sino la Iglesia presente en cada
realidad local la que anuncia y traduce el Evangelio a cada cultura, a cada
realidad».
Es innegable –admite el
purpurado– que Europa no tiene tantos misioneros como antes», e incluso «ella
misma necesita ser hoy evangelizada. Sin embargo, sus misioneros han dado vida
a las jóvenes Iglesias de África, Asia, América y Oceanía», que se nutren hoy
de «obispos y sacerdotes locales que antes no había. Se cumple, de algún modo,
el sueño de Daniel Comboni: que África evangelice a África».
Ahí ve Filoni «una
conciencia que está madurando» en las Iglesias del sur. Esta era uno de los
grandes objetivos del Papa con la celebración en octubre de un Mes Misionero
Extraordinario, «involucrar a los bautizados de todas las Iglesias locales en
su responsabilidad de evangelizar, sin esperar a que otros vengan a hacerlo por
ellos». «Esa conciencia se ha visto también muy claramente en el Sínodo de la
Amazonía», añade el prefecto, para quien, más allá de la problemática ambiental
y de la vulneración de derechos humanos en esta región, la cumbre eclesial ha
reflejado la madurez de la Iglesia en el continente.
«Por supuesto me interesa
la Amazonía, que tiene 30 millones de personas, de los cuales tres millones son
indígenas. Pero me interesa más América Latina en su totalidad, con una
población de 1.000 millones. Esa Iglesia ha podido verse en el Sínodo. Es una
Iglesia que está asumiendo su responsabilidad. Hay episcopados, como el
colombiano, que han decidido encargarse directamente de sus vicariatos
apostólicos amazónicos, sin dividir esta región del resto de su territorio»,
cita a modo de ejemplo.
Una de las grandes
cuestiones que ha suscitado el Sínodo es la inculturación, la necesidad de
adaptar el anuncio del Evangelio a cada contexto cultural, un asunto –subraya
Filoni– que se va a ver también durante el viaje estos días del Papa a
Tailandia y Japón. El responsable vaticano de las misiones es partidario, sin
embargo, de abordar este debate con «cautela», y cree que este es más bien un
proceso que se produce de forma natural en cada Iglesia. «Los sacerdotes y
obispos locales son los primeros empeñados en el diálogo cultural y en impulsar
un tipo de presencia cristiana que está en medio de todas las culturas.
Eso no significa considerar
que todas las culturas son iguales, sino que en todas hay elementos de valor y
tienen algo que aportar, a la vez que ese intercambio [con la fe cristiana]
obliga a cada cultura a confrontarse». «Es lo que ocurre, por ejemplo,
con nuestra presencia en medio del mundo islámico…
Hace poco conocí en Europa
a un hombre procedente de un país árabe. Me llamó la atención su nombre, mitad
árabe, mitad cristiano. Le pregunté el motivo. Me respondió que, tras haber
conocido a personas cristianas, se había convertido. Su familia no lo aprobó,
pero él siguió adelante y no quiso renegar de su pasado ni de la fe musulmana
que le había llevado finalmente a la Iglesia, por lo que decidió mantener los
dos nombres. Para mí, su ejemplo es, de algún modo, una síntesis de cómo se
puede vivir hoy la misión desde una perspectiva inter gentes».
R. B.
Fuente: Alfa y Omega