Kointail es una pequeña aldea de etnia santal en
BanglaDesh, con apenas unos 140 habitantes. La mitad se han bautizado este
pasado 20 de octubre, coincidiendo con el Día Mundial de las Misiones
Los santal, de
religión animista, son aproximadamente un millón de habitantes en aldeas
pequeñas. Es una minoría grande, la mayor de las etnias tribales del país, pero
pocos en porcentaje en BanglaDesh, un país de 160 millones de habitantes,
casi todos musulmanes. Los católicos en Bangla Desh son entre 200.000 y
350.000.
En Kointail se han bautizado de golpe 61 adultos y 6 bebés de un año. Ahora
forman parte de la parroquia de Bhutahara, en la diócesis de Rajshahi, con el
misionero italiano Emilio Spinelli, como párroco. Su vicario es el padre Swapan
Martin Purification, que explica a AsiaNews su trabajo en la aldea.
“Trabajamos en la preparación del pueblo hace 17
años. Al principio, aquí
había una sola familia bautizada. Luego vinimos nosotros, los sacerdotes, las
religiosas y los catequistas a traer el mensaje cristiano. Enseñamos
la Biblia, vivimos, rezamos y comemos juntos. Poco a poco, hemos conquistado el
corazón de las personas, hasta que el domingo pasado, 12 familias - la mitad del total de familias que viven en este
pueblo - recibieron a Jesucristo como su Señor”, detalla.
La parroquia de Bhutahara cuenta con 40 pueblos
y unos 4.000 fieles católicos. La capilla de Kointail, hecha de chapas y
tierra, está ubicada a casi 22 km de distancia de la parroquia en sí. El
sacerdote cuenta que “más de 20 familias nos han comunicado que quisieran ser
bautizadas a futuro”.
Phillip Mardy, de 18 años, es uno de los nuevos
cristianos. Cuenta que
“antes no teníamos ningún dios en particular. Adorábamos los árboles, el sol y
otras cosas. Estamos contentos de recibir el bautismo y de convertirnos
en pueblo de Dios. Los sacerdotes y las hermanas nos aman y ¡para nosotros es
como si fuera Jesús mismo que nos ama!”
Balashori Hembrom, de 55 años, afirma con alegría:
“Hoy estamos realmente felices. A partir de ahora, predicaremos sobre Jesús, en lugar de muchos dioses y diosas”.
Catequistas laicos itinerantes a
tiempo completo
En 2016, el padre Michele Brambilla, misionero
italiano del PIME, explicaba cómo crecían las comunidades católicas entre
las tribus santal, la mayor etnia tribal no musulmana, animista, a la
que pertenecen aproximadamente 1 millón de personas en Bangla Desh. De 2013 a
2016, por ejemplo, 10 aldeas completas pidieron hacerse cristianas.
Parte del protagonismo lo tienen laicos itinerantes que reciben un
sueldo para trabajar como misioneros a tiempo completo por las
aldeas. “La experiencia más hermosa de todos estos años ha sido formar a
cristianos para que pudiesen difundir la Palabra de Dios y guiar la oración del
domingo en las aldeas. Por eso, con mis dos catequistas que trabajan a tiempo
completo y con una hermana, hemos
formado un programa de catecumenado, es decir, de formación para personas no
cristianas, que deben abandonar algunas de las tradiciones tribales. Y
en estos tres años, son 10
las aldeas que han pedido hacerse cristianas”, explicaba Brambilla en la
agencia AsiaNews.
Lawrence Murmu, catequista santal itinerante, que
sirve en la diócesis de Rajshahi desde hace casi 50 años, explicaba en
otra noticia de AsiaNews la combinación virtuosa de contar con catequistas
itinerantes y poder plantear microcréditos en aldeas no cristianas.
“Yo jamás hablo a estas personas de Jesucristo inmediatamente, sino que cuando entro a una aldea nueva, primero intento mezclarme entre la gente para construir una amistad con ellos. Construyo relaciones sanas con los jefes de la aldea: conversamos sobre los problemas socio-económicos, doy consejos para poder superar las dificultades. Los empujo a crear cooperativas, en base a microcréditos, para ayudarse. Dialogo con los diferentes credos, les doy aliento sobre temas relacionados con la educación y con la conciencia social. Recién después, empiezo a comunicar el mensaje de Dios”, explicaba.
“Yo jamás hablo a estas personas de Jesucristo inmediatamente, sino que cuando entro a una aldea nueva, primero intento mezclarme entre la gente para construir una amistad con ellos. Construyo relaciones sanas con los jefes de la aldea: conversamos sobre los problemas socio-económicos, doy consejos para poder superar las dificultades. Los empujo a crear cooperativas, en base a microcréditos, para ayudarse. Dialogo con los diferentes credos, les doy aliento sobre temas relacionados con la educación y con la conciencia social. Recién después, empiezo a comunicar el mensaje de Dios”, explicaba.
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Fuente: Obras
Misionales Pontificias/ReL