La renovación del visado de la hermana Giuseppina Berti, de setenta y cinco años, fue denegada.
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La
hermana Giuseppina Berti, de setenta y cinco años, que durante 26 años trabajó
en la leprosería de Tabriz y que ahora como pensionada vive en Ispahan en la
casa de la Congregación de las Hijas de la Caridad, tendrá que abandonar Irán
en los próximos días.
De
hecho, no le ha sido renovado el visado y ha recibido la orden de viaje. Su
marcha dificultará la permanencia de la otra hermana, la austriaca Sor Fabiola
Weiss, de 77 años, 38 de los cuales dedicados a los pobres y a los enfermos del
hospital de leprosos, a quien, en cambio, se le concedió la renovación del
permiso de residencia por un año más.
Las dos religiosas, que han dedicado su vida a los
enfermos del país, sin distinción de pertenencia religiosa o étnica, se ven
obligadas a abandonar la casa de la Congregación, construida en 1937. En
Ispahan, las Hijas de la Caridad se dedicaron durante años a la educación y a
la formación de los jóvenes.
También
hay que recordar su compromiso con cientos de niños polacos, refugiados y
huérfanos de guerra, que llegaron a Irán en la primavera de 1942. De hecho, en
la ciudad, las religiosas dirigían un gran colegio, luego confiscado tras la
revolución de 1979. En los últimos años, las dos hermanas no realizaron ninguna
actividad exterior, para evitar ser acusadas de proselitismo.
La casa de las monjas es actualmente la única
realidad de la iglesia católica latina en Ispahan y su capilla, construida en
1939, es la sede de la Parroquia "Virgen Poderosa", que
ocasionalmente se pone a disposición de los visitantes para la celebración de
la misa.
Esta es la realidad actual de la Iglesia católica
en Irán: dos archidiócesis asirio-caldeas de Teherán-Ahwaz y Urmia-Salmas, que
cuentan con un obispo y cuatro sacerdotes (en el verano de 2019, al
administrador patriarcal de Teherán de los caldeos, Ramzi Garmou, también se le
negó la renovación del visado y ya no pudo regresar al país); una diócesis
armenia en la que sólo hay un obispo y la archidiócesis latina, que actualmente
no tiene ningún sacerdote y está a la espera de la llegada de su nuevo pastor
recientemente nombrado, monseñor Dominique Mathieu.
En
cuanto a la presencia religiosa, en el país operan las Hijas de la Caridad, con
tres religiosas en Teherán y dos en Ispahan. También hay dos laicas
consagradas. Los fieles son unos 3.000.
Con la partida de las religiosas, la presencia de
la Iglesia católica latina en Ispahan se perdería definitivamente. En 2016,
también en la ciudad de Ispahan, fue confiscada la casa de los Padres
Lazaristas. Es de esperar que las autoridades iraníes den marcha atrás y
reconsideren la decisión tomada, permitiendo que las hermanas concluyan sus
vidas en esta tierra que tanto han amado y servido con sacrificio y dedicación.
Fuente: Vatican News