A los niños y
adolescentes les someten a un proceso de radicalización
Terroristas Yihadistas. Dominio público |
Encargado
de las comunicaciones en la diócesis de Pemba, el P.
Fonseca mantiene contacto con decenas de víctimas
desplazadas por la violencia terrorista y está en constante contacto con otros
sacerdotes y religiosas de la provincia de Cabo Delgado.
Religiosas entre los
secuestrados
Una
de las personas que lo alertó acerca de esta realidad fue la religiosa Eliane
da Costa. Esta brasileña se encontraba en Mocímboa da
Praia, en agosto del año pasado, cuando la ciudad costera cayó en manos de los
terroristas, después de lo cual, decenas de personas fueron raptadas. La
religiosa fue secuestrada junto con otra religiosa, la Hna.
Inés Ramos, ambas de la congregación de San José de Chambéry.
«La Hna. Eliane pasó 24 días entre los
terroristas, en el monte, y me pidió: ‘Padre Fonseca, no se olvide de las
personas raptadas, sobre todo de los niños y adolescentes que son entrenados
para ser terroristas’», recuerda
el P. Kwiriwi Fonseca en una entrevista vía Zoom con la fundación pontificia
ACN.
Raptaron a sus hijos y
degollaron a su marido
Otro
escenario de ataques ha sido Mucojo, un puesto
administrativo costero del distrito de Macomia. Ahí vive Mina, una
mujer derrotada por sus propios recuerdos. Cada vez que recuerda lo que le
pasó, lo que les pasó a sus familiares a su marido, a sus hijos
y a su hermano, es como si se abriera de nuevo una herida que se empeña en no
cicatrizar.
El
padre Fonseca fue a visitarla y escuchó su dolor: «Cinco
hombres aparecieron allí por sorpresa y los lugareños se dieron cuenta de que
eran terroristas de Al-Shabaab. Los terroristas
encontraron a Mina con su marido, su hermano y sus cuatro hijos… y les dijeron: ‘Nos
vamos a llevar a estos dos niños’. Lo cierto es que se
llevaron a tres, uno de 14, otro de 12 y otro de 10 años. Ataron
al marido y al hermano e insistieron en que la mujer se fuera porque iban a
matarlos. Ella se negó. Entonces, presenció cómo degollaban a su marido
y a su hermano, también lo presenció su hija de dos o tres años. Hoy
día, esta niña continúa asustada e insiste en que vuelvan a la aldea para ver a
su padre. Ella presenció toda la escena».
¿Qué futuro les espera a
los jóvenes raptados?
El
P. Fonseca no alberga ninguna duda de que estos chicos están siendo sometidos a
procesos de radicalización para ser incorporados a las filas terroristas. «Creo
que la radicalización es el objetivo. Estamos hablando de jóvenes y niños que
dejaron sus casas el año pasado o el anterior... es mucho
tiempo en contacto con el mal y acabas asimilando el mal. La interacción puede
convertirlos en los peores terroristas…».
Esta
situación plantea numerosos interrogantes, incluso desde una perspectiva
militar. Estos niños y jóvenes han sido apartados a la fuerza de sus familias,
de sus aldeas y del entorno en el que siempre han vivido. «Si
se intensifica esta guerra y socios internacionales, otros Gobiernos y países
pretenden ayudar a Mozambique a eliminar a los terroristas, ¿qué significará
eso?», se pregunta el P. Kwiriwi Fonseca. «Significa
que también podrían morir muchos inocentes…».
Fuente: ACN/InfoCatólica