Antonio Serrano, misionero javeriano, relata la facilidad con la que evangeliza a un país neófito en la fe comparado con España
Antonio Serrano, misionero javeriano. Dominio público |
Tanto
que solo en su diócesis, Pala, solo 10% de la población esta bautizada, y estas navidades se
cumplen 75 años de la celebración de la primera misa en el país
centroafricano.
Con
todo, a sus 55 años, Serrano se muestra esperanzado ante una Iglesia "joven, en crecimiento y que
busca conocer a Dios", cuenta a
la diócesis de San Sebastián: todos los años, cada parroquia bautiza y recibe
en la Iglesia a entre 100 y 300 jóvenes.
Este
es uno más de los miles de testimonios de misioneros españoles repartidos por
el mundo y que son mostrados en estos días de cara a la campaña del Domund, Día Mundial de las Misiones,
una fecha propicia para ayudar a esta personas que se entregan totalmente a
Dios.
Huérfano a los quince años, su
"roca firme" era la fe
Educado
en una familia católica, presenció la muerte prematura de su madre cuando tenía tan solo 7
años. "Para no sufrir borré todos mis recuerdos como mecanismo de
defensa", explica. La muerte no tardó en llamar de nuevo a su hogar y ocho años después falleció su
padre.
"A
esa edad ya no pude borrarlo, y pensé que la vida solo valía la pena si se
invertía en algo. Fue como si la muerte se lo llevase todo, y solo quedó una roca firme, que fue
la fe. Ambos murieron con mucha fe, y eso te marca".
Mientras,
terminando la todavía vigente EGB, había escuchado hablar en su colegio a un misionero javeriano de
cómo ejercían su labor buscando transmitir el Evangelio, la paz y un mundo
mejor.
"Todos
queríamos ser misioneros después de escucharlo". Inicialmente le
entusiasmó la idea, pero algo le impedía dar el paso. "Dios, a
través de mi conciencia, me dijo: si cuando te hablaba de la paz y un
mundo mejor decías que sí, ¿por qué ahora no? A los quince años, con la muerte de mi padre, quemé
las naves y me decidí".
De Colombia a Chad, creció en la fe
transmitiendo el Evangelio
Le
destinaron a Colombia dos años. Tras dos años que recuerda como su "primer gran amor",
Antonio concluyó su profesión perpetua e insistía en continuar su camino, pero
sus superiores no le veían preparado.
"Vamos
a dejar que la misión decida", respondieron sus superiores. "Quieres
ser misionero y has estado en Colombia. Te mandamos a Chad, donde tendrás que aprender francés y lenguas
locales con gente a la que no conoces", le dijeron probándole.
Tres
años después, Antonio regresó renovado. "La misión ha decidido y ha dicho sí", le respondieron. "En el año 2000, volví a Chad y me
ordenaron. Desde entonces, siempre me quedé en esta misión", con
excepción de su regreso a España para recuperarse de la malaria.
"Nuestro
corazón siempre se queda en la misión. Ir de mi cultura a otro mundo me ayuda a
ver que estamos en la misma barca, y también a los que nos reciben. Al compartir el Evangelio con la
gente de fuera y llevarles nuestra fe, crece nuestra propia fe y les
da sentido a ellos", observa.
Es más fácil evangelizar en Chad que en
España
De
hecho, pese a que el catolicismo es una minoría de la población, considera que "hablar de Dios y anunciar el
Evangelio es mucho más fácil que aquí en España. Ahí está Dios, la gente
emplea Su nombre y son ellos los que piden el Evangelio".
La
facilidad con la que la población acoge el Evangelio no es la única diferencia
reseñable con respecto al primer mundo, y Antonio destaca la edad como uno de
los puntos fuertes de la Iglesia en Chad, donde el 54% de la población es menor de edad.
"Muchos
adolescentes se acercan a la Iglesia y piden ser cristianos. Es una Iglesia joven, dinámica, que
empieza, que está creciendo mucho y que busca conocer a Dios", explica
el sacerdote.
"Cada año, cada parroquia bautiza a
entre 100 y 300 personas, la mayoría jóvenes a partir de los 15 o 16 años".
Los datos son más alentadores si se tiene en cuenta que en su diócesis, Pala,
solo el 10% de la población es católica, y el estas navidades, el país celebra
los 75 años de la primera misa.
Educación y medios de comunicación,
principal labor javeriana
Caminando
por las calles de Chad es frecuente ver a la gente escuchando las noticias en
radios y transistores. Esta costumbre tan arraigada en el pueblo chadiano llevó
al obispo a encargar al misionero el proyecto de la radio diocesana en el año 2.000. Ahora, es una de las más oídas en
su entorno.
"Es
una radio comunitaria. Entonces, la ley no permitía las radios confesionales
pero ahora sí porque han llegado los musulmanes con mucho dinero y radios
coránicas. El objetivo es informar, ya que si no lo estamos, somos muy
vulnerables".
La
radio diocesana también tiene un alto componente de denuncia. "Los
poderosos son arbitrarios y pisotean a los pobres. También damos voz a los que han sufrido
injusticias, lo que tiene mucho eco y nos crea problemas, pero también
damos voz a la autoridad
para conocer la versión oficial".
Serrano
añade la recuperación de
las raíces culturales del pueblo de Chad como uno de sus objetivos para
generar simpatías entre la población. "La radio habla nueve lenguas
locales", explica, mostrándose alegre por el orgullo que siente la
población al escuchar su propia lengua en la radio.
"Aunque
por ley lo religioso solo puede ocupar el 10% de la programación, mantenemos el Evangelio del día y
el del domingo más comentado".
Destaca también su labor en el ámbito
educativo. "Entendemos que el futuro está en la educación. Contamos, en lo que podría
ser una oferta concertada, con una escuela de Educación Primaria y dos institutos, uno en
el que impartimos Bachiller y
otro más centrado en la Formación
Profesional, en busca de la capacitación agrícola y ganadera".
El
objetivo educativo de los Javerianos en Chad, concluye, es afrontar "el verdadero
problema", que reside en que "apenas existen opciones de trabajo
cualificado".
J. M. C.
Fuente: ReL