"Amar es bello, es
el camino para ser felices" les ha dicho el Papa Francisco a los jóvenes
en el Jubileo de los adolescentes
El papa
Francisco tuvo este fin de semana un estimulante encuentro con los más jóvenes
en el que participaron alrededor de 70.000 chicos y chicas del todo el mundo,
enviándoles a ser discípulos y misioneros de Jesús.
Decía Jesús en la liturgia:
"La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os
amáis unos a otros" (Jn 13,35). El evangelio del domingo V de Pascua es en
sí toda una provocación, que el Papa no dudó en aprovechar. El Papa lo traducía
para los chavales también con un tweet: "Queridos jóvenes, con la
gracia de Dios pueden ser cristianos auténticos y valientes, testigos de amor y
de paz".
En la homilía
del domingo les recordaba lo esencial de su reciente exhortación apostólica Amoris
laetitia: "Amar es bello, es el camino para ser felices. Pero no es
fácil, es desafiante, supone esfuerzo". Les decía, en consonancia con
las palabras de Jesús en el evangelio, que el "documento de
identidad" del cristiano es el amor, por el amor se reconoce a los
discípulos de Jesús. Y añadía: "Si este documento caduca y no se
renueva continuamente, dejamos de ser testigos del Maestro… frecuentemos su
escuela, que es una escuela de vida para aprender a amar. Y esto es un trabajo
de todos los días: aprender a amar".
En un tono muy
cercano y afectuoso y con un lenguaje adaptado a ellos, Francisco les habló del
regalo que es el amor, que entusiasma, a la vez que supone esfuerzo. Por eso,
reconociendo que "a vuestra edad surge en vosotros de una manera nueva
el deseo de encariñaros y de recibir afecto" les invitó "querer a
las personas sin desearlas como algo propio, sino dejándolas libres". Así
les propuso el camino de la auténtica libertad: "Es libre quien elige
el bien, quien busca aquello que agrada a Dios, también… es fatigoso, no es
fácil" y les advirtió que "sólo con decisiones valientes y
fuertes se realizan los sueños más grandes, esos por los que vale la
pena dar la vida", apelando a su responsabilidad, ya que
"el amor es una responsabilidad, pero bella que dura toda la vida; ¡es el
compromiso cotidiano de quien sabe realizar grandes sueños!".
El Papa
descubrió a los chavales el secreto para crecer en el amor: "¿Cómo podemos
crecer en el amor? El secreto está en el Señor: Jesús se nos da a sí mismo en
la Santa Misa, nos ofrece el perdón y la paz en la Confesión",
invitándoles a confiar en Jesús que levanta al caído, porque "¡Jesús nos
quiere en pie!".
Al final de la
homilía Francisco expresó su confianza en los chavales: "Sé que sois
capaces de gestos grandes de amistad y bondad. Estáis llamados a construir así
el futuro". Les recordó que ir contra alguien no es construir sino
destruir y que si se preparaban bien, como los campeones del deporte, podía
conseguir grandes metas. Concluía la homilía diciéndoles: "Que vuestro
programa cotidiano sea las obras de misericordia: Entrenaos con entusiasmo en
ellas para ser campeones de vida, ¡campeones de amor! Así seréis conocidos como
discípulos de Jesús. Así tendréis la carta de identidad de los cristianos. Y os
aseguro: vuestra alegría será plena".
Este Jubileo
de los Adolescentes no será el más masivo o el más mediático, pero se puede
decir que es el más esperanzador. El Papa ha manifestado su confianza
en los más jóvenes y no ha dudado en mostrarles con realismo el camino
del amor tal y como Jesús lo propone en el evangelio. Les ha hablado con
claridad y con espontaneidad, con un lenguaje llano y asequible, de lo nuclear
del evangelio: del amor; y el mensaje ha sido escuchado y acogido. Frente a
muchas voces de pesimismo o derrota ante las nuevas generaciones, las palabras
de Francisco a los adolescentes son un viento fresco de renovación. La liturgia
del domingo nos ponía ante la verdad del evangelio: el amor renueva a la Iglesia,
a las personas, las comunidades y el mundo entero. El Papa la ha hecho
realidad y ha llevado este anuncio a los adolescentes presentes en San Pedro
para manifestar que la misión de la Iglesia se fundamenta en al amor y que si
ellos los jóvenes se entrenan cada día, serán testigos y misioneros de Jesús
(ya desde ahora) y constructores de una nueva humanidad.
Juan Martínez
Obras Misionales Pontificias
Obras Misionales Pontificias