"Es un ejemplo de superación y una inspiración para todas las niñas. Ha logrado sobresalir en un campo a menudo dominado por hombres y lo ha hecho con pasión y determinación"
Sólo un milagro invitaba a pensar que Mavis Chirandu disputaría unos Juegos Olímpicos. Su madre la abandonó en una carretera siendo un bebé. Un conductor la recogió del asfalto y la trasladó hasta la Aldea Infantil SOS de Bindura. Nadie sabe quién fue, pero todos le apodan 'el buen samaritano'.
A Mavis le encantaría conocerle: "Estoy tan agradecida al hombre que me trajo al orfanato... Allí encontré una familia que no se diferencia en nada de aquellas en las que los niños viven con sus padres biológicos".
Comenzó compitiendo al empezar la escuela en el equipo Hermann Gmeiner, en 2010 pasó a disputar una Liga regional... y ahora, con 21 años, ha representado a Zimbabwe en los Juegos. Chirandu, que juega de mediapunta con el '10' a la espalda, puede presumir, además, de haber estrenado su casillero anotador en Río: marcó el tanto del honor contra Canadá (3-1).
"Es un ejemplo de superación y una inspiración para todas las niñas. Ha logrado sobresalir en un campo a menudo dominado por hombres y lo ha hecho con pasión y determinación. La felicitamos y admiramos por ello", apunta Edwin Magosvongwe, director de los Programas de Aldeas Infantiles para Jóvenes de Zimbabwe.
Su camino no ha sido fácil. Con 17 años, cuando se convirtió en la capitana del equipo nacional sub 17, debía viajar todos los días a la capital, Harare, para entrenar. La noche, otra vez, se convertía en un obstáculo. De ahí que a menudo se quedara a dormir en la sede del club. Ahora, tras ocho años en Primera, ha sido una de las pioneras en clasificar a la selección femenina de fútbol de Zimbabwe para unos Juegos. Su andadura ha sido corta -ya han caído eliminadas-, pero Mavis puede regresar a la Aldea de Bindura orgullosa.
Fuente: MARCA