Presentación
de la Jornada de Vocaciones Nativas y Jornada Mundial de Oración por las
Vocaciones que se celebran conjuntamente el 7 de mayo de 2017
El
cuarto domingo de Pascua es el día dedicado a la Jornada Mundial de Oración por
las Vocaciones. Desde hace 54 años, en este domingo “del Buen Pastor” la
Iglesia pide con confianza filial al Dueño de la mies que envíe nuevos obreros
para anunciar el Evangelio y ser instrumentos de salvación, y le da gracias por
las vocaciones que suscita entre los jóvenes.
En España, a esta convocatoria se
suma la Jornada
misionera de Vocaciones Nativas, de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que añade a aquella
petición el compromiso por las vocaciones en los países de misión.
Para la preparación de esta gran Jornada vocacional, trabajan conjuntamente
tres organismos eclesiales: la Comisión Episcopal de Seminarios y
Universidades, encargada de ayudar a las diócesis en la pastoral vocacional; el
Área de Pastoral Juvenil Vocacional de CONFER, que colabora con las
instituciones religiosas en su empeño por suscitar y acompañar las vocaciones a
la vida consagrada; y las Obras Misionales Pontificias, que se ocupan de
cooperar con las Iglesias locales de los territorios de misión en el
sostenimiento de sus vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa.
Al servicio de la
Iglesia universal
Lo
que da unidad y consistencia a la celebración conjunta de estas dos Jornadas es
el carácter universal de cualquier vocación. Una llamada al servicio de la
Iglesia no puede circunscribirse a unos límites geográficos e institucionales:
cualquier vocación es, por esencia, una invitación a servir a la Iglesia donde
ella necesita ser servida. Y es que, en el origen de una vocación, está la
acción del Espíritu Santo; no se trata de una iniciativa particular. “Empujados
por el Espíritu...”, comienza titulando Francisco su Mensaje para esta
ocasión. Es el Espíritu de Dios quien llama y envía personas al servicio del
Evangelio en el mundo. Que esta llamada no es un añadido a la fe y a la vida
del cristiano, sino que está en su misma entraña, lo ratifica el hecho de que
en todas partes están aflorando llamadas de muchos jóvenes a la vida consagrada
y al sacerdocio.
Ahora
bien: cada llamada vocacional que suscita el Espíritu solo puede ser
identificada si hay una correspondencia en la disponibilidad de la persona para
contestar: “¡Aquí estoy, envíame!”. Respuesta generosa y de entrega,
que también ha de resonar en las instituciones eclesiales que asumen la
responsabilidad de enviar estas vocaciones a otros lugares distintos de sus
propias demarcaciones. La disposición generosa de los llamados no puede quedar
truncada ni empequeñecida por el planteamiento egoísta de atender únicamente
los propios ámbitos. Es tiempo para la audacia y el coraje que abren las
puertas y empujan a quienes han dicho “sí” a que “vayan, sin
miedo, para servir”, como alentaba el Papa en la JMJ de Río.
Ponerse en camino
El
Espíritu, a través de Francisco, está invitando a quienes han recibido la
vocación y a dichas instituciones eclesiales a ponerse en camino y salir al
encuentro de los otros que están en las periferias geográficas y existenciales.
Su llamada ha sido para ser enviados a anunciar que Jesús ha resucitado, más
allá de las propias fronteras. Él, el Resucitado, camina a su lado y les da la
fuerza y la alegría necesarias, dice con claridad el Santo Padre en su Mensaje.
Cada vocación a la vida consagrada o al sacerdocio ha vivido la
experiencia de un encuentro personal, que va calando en su corazón y que ha
configurado su identidad. Es la vitalidad de la semilla que paulatinamente va
desarrollándose en el interior de cada persona.
Vemos
todo esto con claridad en la vocación de los misioneros, que no se guardan para
sí ni para su entorno la Palabra y la salvación que han recibido. Gracias a su
labor y generosidad, muchos seminarios y noviciados de los territorios de
misión están hoy llenos de jóvenes que, una vez barruntado el amor, han
abierto su alma a la llamada. Ayudar a estas vocaciones es una de las
finalidades de la Jornada de Vocaciones Nativas.
El
compromiso vocacional que anima esta doble Jornada es tarea común de toda la
Iglesia: afecta a los pastores y responsables eclesiales; también, a las
comunidades cristianas; pero, sobre todo, este compromiso vocacional está en
cada cristiano. A cada uno de nosotros se nos pide oración, cercanía e incluso
cooperación económica para ayudar en la formación de aquellos que son llamados
al sacerdocio o a una especial consagración. El Pueblo de Dios ha de tener
conciencia clara de que la Iglesia necesita de hombres y mujeres que entregan
con radicalidad su vida al servicio de la misión.Y cuando una vocación
aparece, la respuesta ha de ser de gratitud al Señor y compromiso para que
aquella no se pierda por falta de recursos humanos, espirituales o materiales.
Anastasio
Gil (OMP)
Maricarmen
Álvarez (CONFER)
Sergio
Requena (CEE)
Fuente:
Obras Misionales Pontificias
Recursos:
Descargar presentación de la Jornada en pdf
Descargar Infografía sobre Vocaciones Nativas en pdf
Información económica Obra Pontificia de San Pedro Apóstol - Vocaciones Nativas 2016
Descargar Infografía sobre Vocaciones Nativas en pdf
Información económica Obra Pontificia de San Pedro Apóstol - Vocaciones Nativas 2016