Rebeca fue secuestrada y
violada por Boko Haram
Al
pequeño Zacarías, de dos años, los terroristas de Boko Haram le lanzaron al
lago Chad, donde murió ahogado, porque su madre se negaba a tener relaciones
sexuales con los milicianos. Era el segundo hijo que Rebeca perdió después de
ser secuestrada por el grupo terrorista. Era tal la violencia que ejercían
sobre ella que le rompieron hasta las muelas y perdió al hijo que estaba
esperando.
El
calvario de Rebeca comenzó cuando Boko Haram atacó su pueblo, Baga,
situado al noroeste de Nigeria. Tuvo que salir corriendo junto a su marido,
Vitrus, y sus dos hijos, Zacarías, de 2 años, y Jonathan, de 1. Pero
Rebeca, de 24 años y embarazada, no podía seguir el ritmo. El matrimonio
decidió separarse porque el grupo terrorista asesina directamente a los hombres
y secuestra a las mujeres.
Boko
Haram dio alcance a la mujer cristiana y a sus dos hijos y acto seguido se
escuchó una ráfaga de disparos. Rebeca pensó que habían asesinado a Vitrus, y
este pensó que habían matado a Rebeca.
La
llevaron a un campo de entrenamiento de Boko Haram, junto con el resto de
mujeres cristianas de Maiduguri, donde la obligaron a trabajar de sol a sol y
donde se convirtió en esclava sexual de los milicianos. Rebeca se negaba a
entregar su cuerpo a los terroristas, lo que le costó un sinfín de palizas que
provocaron la muerte del bebé que estaba esperando y que asesinaran a su hijo
Zacarías en el lago Chad.
También quisieron
que Rebeca renegara de Jesucristo y le obligaban a rezar el Corán cinco veces
al día. Pero cuando, de rodillas, inclinaba la cabeza hacia la Meca, recitaba
en su interior: “En el nombre de Jesús, te quiero Señor Jesús”.
Incluso
los terroristas la forzaban a rezar el rosario musulmán y en cada cuenta, ella
paladeaba un avemaría a la Virgen.
Finalmente,
Rebeca fue violada y se quedó embarazada de un terrorista de Boko Haram, al que
convirtió en padre nueve meses después.
Tras
dos años en este infierno, la mujer cristiana pudo escapar. Salió corriendo del
campo de entrenamiento con su hijo Jonathan y el hijo del miliciano. Rebeca
pasó semanas perdida en el norte de Nigeria hasta que pudo llegar a su pueblo,
donde se reencontró con su marido. Vitrus, pensando que su mujer había
fallecido, estaba apunto de casarse con otra mujer.
La
historia de Rebeca fue uno de los testimonios que se escuchó este lunes en la Noche
de los Testigos, organizada por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia
Necesitada (ACN) y presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos
Osoro, en la catedral de la Almudena, en Madrid (España).
La
historia de la mujer nigeriana se hizo presente en esta vigilia de oración por
boca de Raquel Martín, responsable de Comunicación de ACN-España y que conoció
personalmente a Rebeca en marzo en un viaje que la fundación pontificia
organizó al país africano.
“Gracias
a su comunidad y a la iglesia local, el matrimonio emprendió un camino [de
reparación] que les ha permitido volver a estar juntos y que Vitrus acepte el
hijo fruto de la violación del terrorista”, aseguró Raquel.
“Yo
he tenido a Cristóbal –nombre de bautizo del hijo del miliciano– en mis brazos
y les aseguro que sin la presencia de Jesús es humanamente imposible que
esa familia esté ahora unida, que el niño haya sido aceptado, que Rebeca le
mire con infinito amor sin estar determinada por el odio hacia su padre, el
terrorista, algo que he podido comprobar”.
Rebeca,
dijo Martín antes de concluir su intervención, “ha sido capaz de poner a
Jesucristo por encima de absolutamente todo” y su historia “se ha convertido en
un faro que ilumina mi fe y cuya relación tan real con Jesús hace que me
pregunte cada mañana: “¿Quién es Jesús para mí? ¿Es Él lo más grande de mi
vida?””.
Ciudadanos de segunda
En
la Noche de los Testigos también alzó la voz el carmelita de Vietnam Francisco
Javier Tien, quien aseguró que la Iglesia católica en el país asiático “ha sido
perseguida desde los comienzos de su existencia en el siglo XVI”. Desde
entonces, apuntó el padre Tien, “se estima que el número de cristianos
vietnamitas que murieron por su fe oscila entre los 130.000 y los
300.000″.
Entre
los mártires se encuentran, continuó el carmelita, todos los
habitantes de la aldea de la madre del cardenal Van Thuan, que en 1885 “fueron
quemados vivos en la iglesia parroquial”.
El
propio cardenal vietnamita, que este jueves fue declarado venerable por el Papa
Francisco, sufrió en sus propias carnes la persecución que se vivía contra los
católicos. Van Thuan fue recluido durante 13 años en una cárcel comunista,
nueve de los cuales los pasó en régimen de aislamiento.
En
la actualidad, la Iglesia en Vietnam sigue sufriendo el hostigamiento
del partido comunista. A pesar de que “ya no ha persecución como la de antes”,
según el padre Tien, “los cristianos son considerados ciudadanos de segunda
clase” y tienen prohibido, por ejemplo, “celebrar cualquier actividad religiosa
fuera de las parroquias sin el permiso del Gobierno”.
Tampoco
se puede, según la ley, que se establezcan nuevas órdenes religiosas en el país
sin el reconocimiento oficial del Estado, algo que Francisco Javier –que fundó
la primera comunidad carmelitana en el país– pidió hace cuatro años y “todavía
no nos han dado el reconocimiento oficial”.
La
persecución religiosa no ha conseguido ahogar la fe de los cristianos, que
siguen creciendo en número en el país asiático. «Seguimos queriendo ser [una
nación] cristiana porque Dios es nuestra verdadera felicidad y, gracias a la
sangre de nuestros santos mártires, también nuestra herencia», concluyó el
carmelita.
La vida y no la muerte
El
acto, en el que también ofreció su testimonio un cristiano caldeo de Mosul,
Irak, concluyó con unas palabras del cardenal Osoro, que pidió “como lo hizo
María, que sepamos acoger al Señor; que sepamos estar siempre al lado de la
cruz; y seguir a Jesús con todas las consecuencias”.
“Lo
nuestro –añadió el arzobispo de Madrid al final de la vigilia– no es la muerte
sino la vida. Lo nuestro no es el odio sino el perdón. Lo nuestro no es el
egoísmo sino la generosidad. Lo nuestro no es hacer muros, es hacer puentes
para unir a los hombres. Lo nuestro no es la guerra sino la paz, la que trae
Jesucristo”.
La
Noche de los Testigos 2017 se enmarca en los actos organizados por Ayuda
a la Iglesia Necesitada con motivo del Día de Oración por los
Cristianos Perseguidos que la fundación pontificia celebra el 13 de mayo,
festividad de la Virgen de Fátima.
Escrito
por José Calderero @jcalderero
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