Una muestra de la devoción que en este país se tiene a Nuestra Señora de la Liberación es que, de los 70.000 peregrinos de este año, unos 17.000 han realizado la peregrinación a pie
«¡Qué
lugar más magnífico para un santuario a la Virgen!», exclamó monseñor Picarda
hace 130 años, al visitar un paraje costero de Senegal al que la fe había
llegado solo dos años antes. Un año después se inauguró el santuario de Nuestra
Señora de la Liberación, una devoción traída de Francia que echó fuertes raíces
en África.
El pasado fin de semana decenas de miles de peregrinos de varios
países participaron en su gran fiesta
«Los
cristianos de Senegal son conscientes de su exigüidad numérica así como de
su riqueza. Orgullosos de su fe, enriquecida por sus lazos familiares, con
frecuencia con padres musulmanes, están llamados, más que otros africanos, al
diálogo y la comprensión. En un país musulmán, la Iglesia senegalesa cumple su
propia misión con convicción y modestia al mismo tiempo». Estas palabras de san
Juan Pablo II, pronunciadas en 1992 durante su visita al santuario de
Popenguine, cobraron una especial actualidad este fin de semana, durante la
peregrinación nacional al santuario.
Se
cumplían 25 años de la visita del Papa polaco y, en un contexto internacional
marcado por la radicalización del islam, la expansión del islamismo en
África y el terrorismo internacional, Popenguine ofrece una prueba de que
la convivencia entre musulmanes y cristianos es posible.
Acogidos
por familias musulmanas
Situado
a 70 kilómetros al sur de Dakar, la localidad de Popenguine tiene, como casi
todo Senegal, una clara mayoría musulmana. Según las estadísticas
nacionales, los seguidores del islam son el 95 % de la población, mientras que
los cristianos –sobre todo pero no únicamente católicos– son el 4 %.
Pero
esta mayoría de musulmanes celebra que, una vez al año, unos 70.000 cristianos
«invadan» la localidad. De hecho, colaboran activamente con la peregrinación
nacional. «Las familias musulmanas acogen en su casa a los peregrinos», explica
a Alfa y Omega Joseph Bernard Coly, portavoz del santuario. Gran
parte de los preparativos, como la limpieza y arreglo de las distintas partes
del santuario, corren a cargo de un comité local de organización, presidido por
el alcalde. Además, los líderes religiosos musulmanes participan en las
celebraciones, y son recibidos, junto con las autoridades civiles, por el
arzobispo de Dakar.
Una Virgen que hermana
La
peregrinación nacional a Popenguine el fin de semana de Pentecostés. Así se ha
hecho desde el 22 de mayo de 1888, cuando el santuario abrió sus puertas. Su
fundación se debe a monseñor Mathurin Picarda, vicario apostólico de
Senegambia. Con su apertura se proponía –afirmó ese día– «obtener el desarrollo
del Espíritu y la práctica de la vida cristiana en Senegal».
El
cristianismo había llegado a esa zona solo tres años antes, de la mano de un
misionero francés, el padre Strus. Dos años después, durante una visita
pastoral, monseñor Picarda reparó en el lugar donde ahora se eleva el
santuario, y se dijo: «¡Qué lugar más magnífico para un santuario a la Virgen!».
De
origen bretón, el vicario apostólico tenía devoción a Nuestra Señora de la
Liberación, una virgen negra venerada en Bayeux (Baja Normandía, vecina a
Bretaña). Ya había llevado esta misma devoción a Martinica, en las Antillas,
donde había estado destinado diez años.
Así
–recordaba Juan Pablo II hace dos años–, tres continentes quedaban hermanados
por esta devoción, que además resultaba muy adecuada a Popenguine: situado en
la costa occidental africana, en la época en la que se fundó el santuario
todavía se recordaban las incursiones de negreros para capturar niños.
«Tengamos fe en nuestros
valores»
129
años después, Popenguine es el corazón del catolicismo senegalés. Una
muestra de la devoción que en este país se tiene a Nuestra Señora de la
Liberación es que, de los 70.000 peregrinos de este año, unos 17.000 han
realizado la peregrinación a pie.
Popenguine
es también un punto de referencia para toda la región. En las últimas décadas,
a la peregrinación nacional se han sumado peregrinos de países cercanos, como
Gambia, Mali, Guinea Bissau, Guinea Conakry, Mauritania y Camerún.
El
acto central de la peregrinación es la Eucaristía del lunes, que cada año se
encomienda a una diócesis del país. Este año, la presidió monseñor Jean Pierre
Bassène, obispo de Kolda. En relación con el lema de la peregrinación –María,
madre, educadora y modelo para nuestras familias y nuestras comunidades–,
monseñor Bassène lamentó la «renuncia de la sociedad en materia de educación
colectiva», a la que atribuyó, al menos en parte, «el aumento de la
delincuencia y la violencia en nuestras comunidades». Por eso pidió a los
fieles que, como María, «tengamos fe en nuestros valores culturales y
practiquémoslos».
Durante
los tres días, y también durante la noche, se reza con frecuencia el rosario;
tanto en la basílica como en la gruta dedicada a la Virgen. Quienes prefieran
una oración más tranquila o prepararse espiritualmente para la fiesta, pueden
acercarse a la tienda del encuentro a adorar al Santísimo. En ella, también hay
sacerdotes disponibles para la confesión.
María
Martínez López
Fuente: Alfa y Omega