La única misión de la
Iglesia aproximar el amor de Dios a todo hombre, en especial a los más
necesitados de su misericordia, Francisco a los Directores Nacionales de
Obras Misionales Pontificias 2017
“Conocéis
bien mi preocupación sobre las Obras Misionales Pontificias, en ocasiones
reducidas a una organización que recoge y distribuye, en nombre del Papa,
ayudas económicas para las Iglesias más necesitadas.
Sé
que estáis buscando nuevas vías, modalidades más adecuadas, más eclesiales para
desarrollar vuestro servicio a la misión universal de la Iglesia. Dejémonos
sostener también, en este proceso de urgente reforma, por la intercesión de los
santos Carlos Lwanga y compañeros, mártires de Uganda, cuya memoria litúrgica
se celebra hoy.
Para
renovar el ardor y la pasión, motor espiritual de la actividad apostólica
de innumerables santos y mártires misioneros, he acogido con gran agrado
vuestra propuesta, elaborada junto a la Congregación para la Evangelización de
los Pueblos, de dedicar un tiempo extraordinario de oración y reflexión sobre
la missio ad gentes. Pediré a toda la Iglesia que dedique el mes de
octubre del año 2019 a esta finalidad, para que en ese año celebremos el
centenario de la Carta Apostólica Maximum illud, del Papa Benedicto XV.
En
este importantísimo documento de su Magisterio sobre la misión, el Papa
recuerda lo necesaria que es, para la eficacia del apostolado, la santidad de
vida; recomienda, por ello, una unión con Cristo cada vez más fuerte y un
compromiso más convencido y alegre con su pasión divina de anunciar el
Evangelio a todos, amando y usando misericordia hacia todos. Esto resulta hoy
también más que esencial para la misión. Hombres y mujeres “insignes por celo y
santidad” son cada vez más necesarios a la Iglesia y a la misión. “Quien
predica a Dios, sea hombre de Dios”, exhortaba Benedicto XV (cfr Carta ap.
Maximum illud, 30 de novembre de 1919: AAS XI [1919], 449).
Renovarse
requiere conversión, requiere vivir la misión como oportunidad permanente de
anunciar a Cristo, de hacerlo encontrar dando testimonio y haciendo a los
demás partícipes de nuestro encuentro personal con Él. Espero que
vuestra asistencia espiritual y material a la Iglesia la haga estar más fundada
en el Evangelio en el compromiso bautismal de todos los fieles, laicos y
clérigos, en la única misión de la Iglesia: vuelva el amor de Dios cercano
a todo hombres,especialmente a los más necesitados de su misericordia.
El
Mes extraordinario de oración y reflexión sobre la misión como primera
evangelización servirá a esta renovación de la fe eclesial, para que esté en su
corazón y actúe siempre la Pascua de Jesucristo, único Salvador, Señor y Esposo
de su Iglesia.
La
preparación de este tiempo extraordinario dedicado al primer anuncio del
Evangelio nos ayude a ser cada vez más Iglesia en misión, según las
palabras del Beato Pablo VI, en su Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi,
carta magna del compromiso misionero post-conciliar. Escribía el Papa Montini:
“Evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma. Comunidad de
creyentes, comunidad de esperanza vivida y comunicada, comunidad de amor
fraterno, tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones
para esperar, el mandamiento nuevo del amor.
Pueblo
de Dios inmerso en el mundo y, con frecuencia, tentado por los ídolos, necesita
saber proclamar ‘las grandezas de Dios’, que la han convertido al Señor, y ser
nuevamente convocada y reunida por El. En una palabra, esto quiere decir que la
Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su
frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el Evangelio” (n. 15).
En
el espíritu de la enseñanza del Beato Pablo VI, deseo que la celebración
de los 100 años de la Maximum illud, en el mes de octubre de 2019, sea un tiempo
propicio para que la oración, el testimonio de tantos santos y mártires de
la misión, la reflexión bíblica y teológica, la catequesis y la caridad
misionera contribuyan a evangelizar, sobre todo, a la Iglesia, de
manera que ella, reencontrada la frescura y el ardor del primer amor por el
Señor crucificado y resucitado, pueda evangelizar al mundo con
credibilidad y eficacia evangélica.
Os
bendigo a todos en este día que antecede a la solemnidad de Pentecostés. Pido a
la Virgen María, Reina de los Apóstoles y Madre de la Iglesia, de espolearnos
siempre con el testimonio de su fe y con la tranquilizadora garantía de su
intercesión materna. Que los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, los
santos mártires Carlos Lwanga y compañeros, el beato Paolo Manna, no dejen nunca
de rezar a Dios por todos nosotros, sus misioneros.
Fuente:
OMP