Al final, los embrujos están más en la mente y en el corazón de los acusadores que en el de los acusados
Foto: Jorge Crisafulli |
«Yo no creo en las brujas,
pero haberlas haylas». Es el dicho popular traducido del gallego,
pero así piensa la mayoría de la población en Sierra Leona. Para los
espectadores del primer mundo, brujos buenos y malos, magia negra y
magia blanca tal vez no sean más que un mero entretenimiento. Y si existen,
pertenecen a un mundo lejano.
Pero en África la brujería
es una cosa muy seria. Tan seria que puede ser cuestión de vida o muerte para
el acusado o acusada. Y hablo del siglo XXI…
La semana pasada la Policía nos
trajo a Don Bosco Fambul a Ibrahim, a Lamín, a Mohamed y a Marinet; todos
acusados de asesinato por brujería. La historia es simple: algunas personas
murieron en el barrio y familiares, vecinos y un pastor evangélico señalaron
con el dedo a los culpables: tres niños de 10 a 12 años y una pequeña de 8.
No entienden de qué ni por
qué los acusan. Los dejaron 24 sin beber agua y 72 horas sin comer. Las marcas
en sus cuerpos son fruto del esfuerzo de los inquisidores para
hacerles confesar que eran brujos. Obviamente, prefirieron ayunar y ser
golpeados a confesar lo que no son. Hoy están a salvo en Don Bosco y no quieren
volver al barrio ni con sus familias. Mohamed me pidió que no los dejáramos ir
a casa de nuevo «porque vamos a desaparecer, nos van a eliminar». Que no se
preocupen, que se quedan con los salesianos.
Otra historia es la de
Eustace. Tenía 13 cuando lo encontré en una estación de Policía en Freetown. Me
pidieron que me lo llevara porque lo acusaban de ser brujo. «Una sirvienta que
trabajaba para la familia le ha pasado sus poderes», dijeron. «Aquí, unos nacen
brujos y a otros los hacen. A este lo hicieron».
Eustace lleva dos años con
nosotros, vive en uno de nuestros grupos-familia y va a la escuela secundaria.
Es el primero de su clase y sus únicos poderes son la inteligencia, la
locuacidad y la bondad. Hace unos días me dijo que si logra ir a la universidad
va a estudiar Derecho para defender a los niños sierraleoneses.
Les confieso que no sé si
las brujas existen o no, pero sí creo que el bien y el mal están en guerra y
que el campo de batalla es el corazón humano. Ya lo decía Jesús: «Lo que sale
del hombre, eso contamina al hombre, porque de adentro, del corazón, salen los
malos pensamientos, avaricias, maldades, engaños, envidia, calumnia, orgullo e
insensatez» (Mt. 7,20-22).
Al final, los embrujos están
más en la mente y en el corazón de los acusadores que en el de los acusados.
Jorge Crisafulli
Misionero salesiano en Freetown (Sierra Leona)
Misionero salesiano en Freetown (Sierra Leona)
Fuente: Alfa y Omega