Se llama Ann
Nu Thawng, es religiosa de las Misioneras de San Francisco Javier (SFX), y
su imagen ha dado la vuelta al mundo
Sor Nu Thawng pide de rodillas a la policía en Myitkina que no dispare a los manifestantes |
Un centenar de personas
aprovecharon el momento para escapar, tal y como ha confirmado en su cuenta
de Twitter el cardenal Charles Bo, arzobispo de
Yangon.
Al parecer, las personas que protestaban
habían sido rodeadas y todo hacía presagiar lo peor, toda vez que las fuerzas
del orden parecen tener ya orden de actuar con contundencia, como demuestra el
hecho de que ayer resultasen muertas al menos 18
personas.
Los hechos ocurrieron en
Myitkina, en el estado norteño de Kachin, en las inmediaciones de la casa de
las religiosas, próxima al obispado.
«Valiente, sencilla, entregada y trabajadora»
Pero, ¿quién es sor Ann Nu
Thawng? Se trata de una religiosa birmana, de 40 años, natural de Myitkina —una
ciudad rural, pero centro neurálgico de este estado norteño, fronterizo con
China— que trabaja como enfermera en la clínica que su congregación atiende en
las inmediaciones del obispado, donde se hallan también su convento, la
catedral, la casa sacerdotal y el seminario menor. «Ella trabaja allí de lunes
a sábado y luego atiende a los enfermos del campo de desplazados de Palana,
donde la congregación tiene un orfanato.
Los domingos va a visitar a las
Hermanas y a los enfermos de ese campo», explica a ECCLESIA una persona que la
conoce bien. Nuestra fuente la describe como «una mujer valiente, muy sencilla
y entregada, que siempre está trabajando y atendiendo a los enfermos. Es para
admirar. Lo que ha hecho le ha salido del corazón».
Esta mañana, en la Eucaristía,
sor Nu Thawng ha recibido la felicitación por su valiente intervención por el
obispo de la diócesis, monseñor Francis Daw Tang.
Las Misioneras de San Francisco Javier
(SFX) son una sociedad misionera fundada a finales del siglo XIX en Goa (India)
por el sacerdote José Mariano Bento Martins y
hoy tiene una importante presencia en Kachin. Este estado, uno de los de mayor
presencia cristiana en Myanmar, con una importante comunidad baptista, está
azotado por la violencia que enfrenta al Tatmadaw (ejército
nacional) y la guerrilla del Ejército de Liberación de Kachin. Las
arbitrariedades, atropellos y abusos de los militares entre la población civil
están a la orden del día.
Cardenal Bo: «Oramos para que no haya violencia»
El cardenal Bo hizo ayer votos
para que «el odio» que «se ha infiltrado» en las marchas pacíficas (hace unos
días se denunció que las manifestaciones estaban ahora infiltradas por
alborotadores vinculados a los militares, que actuarían violentamente para que
estos pudiera justificar posteriormente la represión) no se traduzca en
derramamiento de sangre inocente. «Todos somos hijos e hijas de la misma
tierra, la misma madre Myanmar, y debemos tener paciencia y tolerancia. (…) Lo
he repetido muchas veces: el odio nunca ahuyenta al odio: solo el amor», dijo
el purpurado en su homilía de ayer,
recogida en la web de la archidiócesis. Al hilo de las lecturas
sobre el sacrificio que Dios pidió a Abraham y de la Transfiguración, monseñor
Bo dijo que los verdaderos líderes se sacrifican y sirven a la gente
obedeciendo «la voluntad de la mayoría».
Posteriormente, y tras advertir
del peligro de las redes sociales («especialmente de Facebook»), a las que
califica de «un infierno virtual donde reina el odio» y «la gente buena se
vuelve violenta», el también presidente de la Conferencia Episcopal dijo que la
consecución de la paz es el «primer deber» para los cristianos, e instó
nuevamente al diálogo para superar el conflicto. Myanmar necesita la
«transfiguración de la nación». Y ello exige líderes que, como Jesús, «puedan
hacer un sacrificio supremo», «grandes hombres de paz y sabiduría».
Monseñor Bo dirigió el 3 de
febrero, poco después del golpe, un mensaje a la nación con
peticiones expresas al pueblo, al Ejército, a los líderes democráticos y a la
comunidad internacional.
Fuente: ECCLESIA