Aprovecho
la cercanía de las fiestas navideñas para escribir sobre una experiencia de
vida llena de ternura. Cuando luego digáis ¡Feliz Navidad!, no os olvidéis de recordarla
Cambiaré el
nombre de Belén por el de Puerto Barrios, en Guatemala. Allí las Hermanas de la
Fraternidad Misionera de Nuestra Señora de la Asunción cuidan un portal y un
pesebre que la gente llama Hogar La Asunción.
Son ya nueve
años desde que el primer ‘niño Jesús’ fue recibido en el Hogar. Se llama Luigi,
¡todo un mocete! Para él hubo una cuna con pañales limpios y un biberón con
blanca leche. El puesto de María y José lo ocuparon las Hermanas. Tengo prisa
por decir sus nombres: Araceli, Fidelina, Angelina, Nancy...
Son nombres que
no figuran en listados de gente rica, pero merecen estar entre los de Buena
Gente. Nuestras Hermanas entretienen las horas del día regalando vida. Su
recompensa no es el dinero, sino la fatiga con que al caer de la tarde cargan
su espalda y hacen de ella una ofrenda al Señor: Cinco monedas me diste, Señor;
aquí traigo otras cinco que he conseguido.
Sor Araceli, sor
Fidelina y las demás, representan la gratuidad cristiana encarnada en frágiles
mujeres que desarrollan una actividad de titanes. Y no tanto por la fortaleza
física que exija su trabajo, sino por la grandeza de ánimo que tienen que poner
en juego.
El lugar es
maravilloso… En una parcela de terreno de las afueras de Puerto Barrios, en la
región de Izabal, con vistas al Lago del mismo nombre y cubierta por una
frondosa plantación de árboles, surgió ese Centro de acogida para niños y niñas
cuyas familias no les podían prestar las atenciones necesarias. Las Hermanas,
con la sensibilidad de María en Caná de Galilea, sintieron que a muchos niños y
niñas les faltaba el vino de la ternura. Y así empezó el Belén de Puerto
Barrios.
A ese espíritu
cariñoso se sumó la generosa ayuda de Don Luis Gutiérrez desde la ciudad de
Segovia, España, secundado siempre por el buen corazón de los segovianos y la
colaboración de muchos amigos.
No es un cuento
lo que estoy narrando, es la historia verdadera de las Hermanas de Puerto
Barrios y sus 33 ‘niños Jesús’. Allí los pequeños viven felices, crecen en familia
nueva y asisten al Colegio de la ciudad mientras se van haciendo hombres y
mujeres para un mundo solidario cada vez más justo.
Echando
imaginación a la cosa no me resisto a decir que ese gesto de Don Luis fue como
si el Acueducto, que tanta agua de bendición ha llevado a Segovia, cambiara la
dirección de su caudal hacia tierras lejanas llevando vigor de vida y cariño.
Se diría también que en la Sierra de Guadarrama se hizo visible de nuevo la
estrella de Belén y sus gentes tuvieron prisa por llevar regalos al niño.
Los amigos de la
Fundación Protección a Menores y Tercera Edad, en memoria agradecida a Don
Luis, misionero en Guatemala durante nueve años después de su jubilación como
Obispo de Segovia, siguen ayudando al Hogar La Asunción con la ilusión de
mantener vivo en Puerto Barrios (Izabal - Guatemala) el milagro de ternura que
un día Dios manifestó en Belén. ¡Súmate a este Belén!
Vicente Pecharromán
Tristán, cmf
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Fundación PROMENTE
Ongd (Protección a Menores y Tercera
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