Tomás Zhang, diácono chino de la archidiócesis de
Pamplona-Tudela, ha concedido esta entrevista a OMP en la que narra como “La fe
florece plenamente en tiempos de persecución” y como nació y vivió su vocación
en China, un país donde los cristianos son perseguidos.
"Cuando tenía siete años, mi madre me despertaba todos
los días a las cuatro y veinte de la mañana y me llevaba a la capillita que
había en la casa de una vecina, a rezar. Allí se juntaban decenas de personas.
En el pueblo no había sacerdote para celebrar la eucaristía. Yo era el único
que sabía leer, y me pedían que leyera fragmentos de la Imitación de Cristo, de
Tomás de Kempis. Luego, como recompensa, me daban dulces.
Quien esto relata se llama Tomás Zhang, un joven nacido en
el seno de una familia católica en una pequeña aldea del norte de China, la fe
de Tomás no puede entenderse sin la figura de su madre. Tampoco su vocación.
Cuando decidió hacerse sacerdote, recibió la visita del
rector de uno de los seminarios clandestinos de su país. Tuvo que esperar todo
un año para poder empezar a formarse, debido a la falta de alumnos. Un buen
día, una persona le dijo que cogiera un tren y acudiera a la estación central
de una gran ciudad. Allí, un desconocido lo recogió y lo llevó a un pueblo
perdido, a una casa. Ese era el seminario: unas cuantas dependencias de la
vivienda de un fiel cristiano. Allí permaneció, sin salir, medio año, junto a otros ocho
seminaristas y el formador.
Luego fue trasladado a otro lugar para seguir sus estudios,
que se prolongaron durante tres años. Más tarde fue enviado por el rector a
España, para continuar con su formación. Aquí, en nuestro país, recaló en
Pamplona, donde fue ordenado diácono por el arzobispo de la archidiócesis y ex
director nacional de Obras Misionales Pontificias (OMP), monseñor Francisco
Pérez. Un día volverá a China, a servir a la sufrida y fiel comunidad cristiana
de ese país.
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