Para que los cristianos, inspirados en la Palabra de Dios, se comprometan al servicio de los pobres y de los que sufren
El
Papa en su reciente viaje a Corea se dirigía a los
jóvenes en la clausura de la Jornada de la Juventud Asiática. Les recordaba que
son “el presente de la Iglesia”, y les pedía que se dedicasen “a edificar una
Iglesia más santa, más misionera y
humilde, una Iglesia que ama y adora a Dios, que intenta servir a los
pobres, a los que están solos, a los enfermos y a los marginados”.
Ahora
también el Papa Francisco en este mes de septiembre nos
los recuerda a todos los cristianos con su intención
misionerade oración.
Les recordaba el
Papa Francisco que, “en su vida cristiana tendrán muchas veces la tentación,
como los discípulos en la lectura del Evangelio de hoy, de apartar al
extranjero, al necesitado, al pobre y a quien tiene el corazón destrozado. Estas
personas siguen gritando como la mujer del Evangelio: «Señor, socórreme». La
petición de la mujer cananea es el grito de toda persona que busca amor, acogida
y amistad con Cristo.
Es el grito de tantas personas en nuestras ciudades
anónimas, de muchos de nuestros contemporáneos y de todos los mártires que aún
hoy sufren persecución y muerte en el nombre de Jesús: «Señor, socórreme». Este
mismo grito surge a menudo en nuestros corazones: «Señor,
socórreme».
No respondamos como
aquellos que rechazan a las personas que piden, como si atender a los
necesitados estuviese reñido con estar cerca del Señor. No, tenemos que ser como
Cristo, que responde siempre a quien le pide ayuda con amor, misericordia y
compasión”.
OMPress, septiembre