Los misioneros y el Espíritu Santo son los
protagonistas del Día de Hispanoamérica 2015, la jornada con la que cada año la
Iglesia española renueva sus "vínculos de solidaridad, comunión y
colaboración" con las Iglesias hermanas de América.
El Día de Hispanoamérica 2015 se celebra el 1 de
marzo, bajo el lema "Evangelizadores con la fuerza del Espíritu". El
año pasado, la colecta de este día permitió poner a disposición de los
misioneros y misioneras españoles en América cerca de 65.000 euros, como
siempre una pequeña gota de agua en un mar de necesidades.
9.000 misioneros españoles en
América Latina
El misionero que aparece en el cartel bien pudiera ser
cualquiera de los 9.000 misioneros españoles que evangelizan
en “el continente de la esperanza”, como lo calificara en su día san
Juan Pablo II. Trescientos de ellos llegaron un buen día a él de la mano de la Obra
de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), y allí
siguen hoy, al pie del cañón, llevando la buena noticia del Evangelio a
aquellos hermanos. La OCSHA es un organismo dependiente de la Comisión de
Misiones de la Conferencia Episcopal Española, que fue creado en 1949 para
canalizar el envío de sacerdotes diocesanos españoles a esas tierras. Desde su
puesta en marcha, han sido enviados desde ella ya más de 2.200 presbíteros.
A todos ellos, y a cuantos sacerdotes, religiosos y
laicos misionan allí, se ha dirigido el cardenal Marc Ouellet en
el mensaje que ha elaborado para la ocasión como presidente
de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL). En su escrito,
el purpurado canadiense empieza por agradecerles la labor que
desempeñan, y tras enviarles “un abrazo fraterno” y sus oraciones, les
recuerda, como ya hiciera el año pasado, que la alegría debe ser la señal de
identidad de los misioneros, incluso cuando tengan que “sembrar entre
lágrimas”. “Ojalá el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con
esperanza– pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores
tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del
Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí
mismos, la alegría de Cristo”, escribe el cardenal Ouellet citando a Pablo VI.
Los misioneros, por tanto, son, como no
podría ser de otra manera, los grandes protagonistas del Día de
Hispanoamérica. En el mensaje de la PCAL se los califica de “manantial
que refresca a sus hermanos” y de “instrumentos en manos del Espíritu”. Y este,
el Espíritu Santo, es, precisamente, el otro gran protagonista. Y es que la
misma fuerza que en Pentecostés hizo que los Apóstoles dejasen atrás el miedo y
saliesen de sí mismos para convertirse en evangelizadores es la que alienta hoy
a estos hombres y mujeres que han dejado atrás su tierra y una vida acomodada
para partir al encuentro del hermano necesitado. “La propuesta que ofrece el
lema de la jornada –dice en su mensaje el presidente de la PCAL– es fruto de la
decidida confianza en el Espíritu Santo, que «acude en ayuda de nuestra
debilidad» (Rom 8,26), para seguir impulsando una corriente evangelizadora
marcada por esa alegría, más fervorosa, generosa, audaz, llena de amor hasta el
fin y de vida contagiosa, promovida por «evangelizadores llenos de coraje,
incansables en el anuncio y capaces de una gran resistencia activa» (EG 263)”.
El cardenal Ouellet insiste en que, como en el primer
momento, los misioneros de hoy no acuden a
evangelizar “por iniciativa propia o por otros motivos que no sean el
anuncio del Evangelio”, sino que lo hacen porque Dios les da una “vocación
que transforma su vida”. Y que es Dios, “el que da la vocación”, quien
otorga “tanto la fuerza de emprender el camino [...] como la alegría del
anuncio”. Meros “instrumentos en manos del Espíritu”, los misioneros son
conscientes y tienen la seguridad –escribe el cardenal– “de que no se perderá
ninguno de sus esfuerzos realizados con amor, como no se pierde el amor de
Dios; de que su trabajo dará frutos, pero sin pretender saber cómo, ni dónde,
ni cuándo”. Para proclamar el Evangelio han de apoyarse, por ello –afirma–, “en
la oración” y “en la audacia (parresía)”.
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José Ignacio Rivarés Revista Misioneros
Tercer, febrero 2015