El padre Vito del Prete es el Secretario General de la Pontificia
Unión Misional, una de las cuatro Obras Misionales Pontificias. Misionero toda
su vida, en prácticamente todos los continentes, ha aportado al Simposio de
Misionología que ha tenido lugar esta semana en Burgos su visión única, como
misionero y como persona que vive el día a día de la Iglesia misionera
universal.
-¿Qué
significa este término de “paradigma”?
Fue
una expresión que utilizó por primera vez la Conferencia Episcopal Italiana,
que, aun reconociendo que es un término un tanto clerical, recoge perfectamente
el concepto: toda la actividad pastoral, toda la actividad sacramental, la
catequética, la caridad con todas sus manifestaciones, si no acaba en la
evangelización a los no cristianos, no es auténtica. Comporta que la Iglesia
ponga en sus planes y objetivos la missio ad gentes como prioridad.
-En
la Iglesia actual se repite mucho “Iglesia diocesana misionera” o “todos en
misión”…
A
veces ocurre que se repite continuamente la presentación de la Iglesia como
misionera como si fuera un “mantra”, que puede recordarnos la imagen de un brujo
que repite incansablemente las mismas palabras para invocar la lluvia. En
ocasiones, no es más que una misión celebrada, pero no realizada. La actividad
de la Iglesia, así, no sale fuera de lo que son los cánones de una pastoral
cerrada en sí misma. Los obispos, y los sacerdotes con ellos, están preocupados
por resolver los problemas enormes que tienen en sus diócesis, pero no lo
lograrán de verdad si no consiguen que toda actividad pastoral tenga estilo
misionero.
-¿En
qué consiste ese estilo misionero?
El
estilo misionero no se limita a llevar el Evangelio casa por casa, sino a actuar
como actúan las jóvenes iglesias en misión. No copiando a la letra el modelo,
sino actuando como si las iglesias mismas estuvieran en estado de misión. Sus
rasgos son claros.
El primero, las comunidades cristianas en misión son siempre
una minoría – algo que ya se vive en nuestros países occidentales -, por lo que
deben tener la fe, identificada y vivida, como motivación y motor.
Segundo, han
de vivir en un ambiente de pobreza. Ser pobres con los pobres.
Tercero, ser
conscientes de que viven en un contexto de religiones no cristianas o de sin
religión, por lo que las iglesias misioneras están obligadas a dialogar con
todos.
Cuarto, deben transmitir el Evangelio, según las sensibilidades
culturales y religiosas de cada pueblo. Este es el estilo misionero, que viven
las Iglesias en la misión. Así se logrará dar responsabilidad a los laicos, no
tener autosuficiencia ni en los ministerios ni en los recursos, ser una Iglesia
no clericalizada.
-¿Pero,
esto qué implica para cada uno de nosotros?
Para
un obispo, el recordar que su primer mandato – el que tiene la prioridad
absoluta – es “id al mundo entero”, y predicar el Evangelio hasta los confines
de la tierra, a aquellos que no conocen a Cristo. Ser obispos misioneros. Antes,
los obispos siempre eran fidei donum, personas enviadas…
Pero
lo mismo ocurre con los sacerdotes. Son ordenados para la Iglesia universal. Sí,
está incardinado a una diócesis, pero es para la iglesia universal… Si al
presentarse a la ordenación no están dispuestos a ir a África, a Asia, o a la
parroquia de al lado… si no tienen esa disponibilidad misionera, no se les
debería ordenar. Y en cuanto a los religiosos, son naturalmente misioneros por
su vocación. Es connatural a su estado de vida consagrada. Están llamados a
vivir en las fronteras antropológicas y geográficas.
Pero
todo laico también tiene, como cristiano, la dimensión misionera. La Iglesia
existe para el mundo, y el 99% de ella está formada por laicos. Hay que salir de
las sacristías… Es necesario que salga fuera. O la Iglesia es misionera o
muere.
-Pero
esto es ir a contracorriente…
Si
la mentalidad de la sociedad y la de la Iglesia coinciden, hay un problema,
porque la Iglesia se convierte en otra institución de sabiduría humana, que
aporta su punto de vista… uno más. Y la Iglesia no está para aportar puntos de
vista, sino para ser contracultura y sociedad alternativa, por la vivencia del
Evangelio. Esos son los valores del Evangelio, los valores
misioneros.
Fuente: OMPRESS-MADRID