El próximo 23 de septiembre el papa Francisco canonizará a Fray
Junípero Serra, un franciscano misionero español que llevó el
Evangelio a las tierras norteamericanas.
Fray Junípero Serra, misionero franciscano mallorquín
pasó los primeros 35 años de su vida (1713-1748) en su tierra natal de
Mallorca, haciendo compatible su intenso apostolado con la docencia en la
Universidad Ramón Llull.
A partir de 1748 marcha al Nuevo Mundo para evangelizar más allá de la propia tierra, movido “por el ímpetu del corazón que quiere compartir con los más lejanos el don del encuentro con Cristo: el don que él mismo había antes recibido y sentido en su plenitud de verdad y belleza” (Francisco, 2 de mayo de 2015). De México pasa a evangelizar el oeste americano, especialmente los estados de California, Nuevo México, Texas, Louisiana y Florida.
Fue un incansable peregrino misionero, recorriendo miles de kilómetros, siempre en camino. Anticipaba con su entrega misionera lo que siglos más tarde hará resonar el papa Francisco con la feliz expresión de una Iglesia “en salida”. Su entrega no estuvo exenta de dificultades, entre las que vale la pena recordar la grave infección en una de sus piernas, situación penosa que lo acompañó constantemente con duras pruebas. Pero siempre fue fiel a su lema evangelizador: “Siempre adelante, nunca retroceder”.
A partir de 1748 marcha al Nuevo Mundo para evangelizar más allá de la propia tierra, movido “por el ímpetu del corazón que quiere compartir con los más lejanos el don del encuentro con Cristo: el don que él mismo había antes recibido y sentido en su plenitud de verdad y belleza” (Francisco, 2 de mayo de 2015). De México pasa a evangelizar el oeste americano, especialmente los estados de California, Nuevo México, Texas, Louisiana y Florida.
Fue un incansable peregrino misionero, recorriendo miles de kilómetros, siempre en camino. Anticipaba con su entrega misionera lo que siglos más tarde hará resonar el papa Francisco con la feliz expresión de una Iglesia “en salida”. Su entrega no estuvo exenta de dificultades, entre las que vale la pena recordar la grave infección en una de sus piernas, situación penosa que lo acompañó constantemente con duras pruebas. Pero siempre fue fiel a su lema evangelizador: “Siempre adelante, nunca retroceder”.
Si grande fue su arrojo para sobreponerse
a las dificultades físicas, aún mayor fue su empeño en la defensa de
los nativos a los que anunciaba el Evangelio. Junípero Serra fue su
pastor en el camino de la fe y su protector ante los ataques que amenazaban
desde el exterior la supervivencia de estas etnias aborígenes. A ellos les
llamaba “hijos” y siempre cuidó de ellos como tales. Los atrajo a vivir, de
tribus nómadas, en comunidad. Fue incansable catequista. Los instruyó también
en los cultivos agrícolas, en la ganadería, en la industria y en las diversas
técnicas artesanales.
Como argumenta el doctor Carriquiry, uno de los principales estudiosos del trabajo evangelizador de Fray Junípero, “no hay nada en sus numerosísimas cartas y escritos que aparezca como prejuicio racista”. La supervivencia de los indígenas de California y, en general, en México, América Central y Sudamérica, así como la supervivencia de sus lenguas, costumbres y aportes culturales, se dio gracias a la labor de los misioneros.
Como argumenta el doctor Carriquiry, uno de los principales estudiosos del trabajo evangelizador de Fray Junípero, “no hay nada en sus numerosísimas cartas y escritos que aparezca como prejuicio racista”. La supervivencia de los indígenas de California y, en general, en México, América Central y Sudamérica, así como la supervivencia de sus lenguas, costumbres y aportes culturales, se dio gracias a la labor de los misioneros.
Para esta canonización, como
para otras recientes, la Iglesia se ha apoyado en la larga tradición de
veneración ininterrumpida. Todas ellas muestran en las personas de estos santos
misioneros el “viento de santidad que recorrerá el Jubileo en el
continente americano”, según el pensamiento de Francisco.
La canonización de Fray Junípero
Serra es una buena ocasión para hacer memoria agradecida de la
presencia hispana y católica en los orígenes de los Estados Unidos de América
en la segunda mitad del siglo XVIII, no sea que se llegue a creer que el origen
anglófono y protestante sea el inicio de esta nación, donde en la actualidad
hay más de 60 millones de católicos y que, con toda seguridad, en los próximos
cinco años, serán el 50% de la población estadounidense. Y, en el origen de
esta realidad, Dios se sirvió de un franciscano misionero mallorquín
que pasó a la otra orilla a sembrar la semilla del Evangelio.
Anastasio Gil
Director Nacional de OMP
Director Nacional de OMP
Fuente: OMP