“El Jubileo de la Misericordia nos recuerda que Dios nos espera con los
brazos abiertos, como hace el padre con el hijo pródigo” tweet del papa
Francisco del 29 de noviembre en la República Centroafricana.
El día 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada
Concepción, el papa Francisco ha inaugurado solemnemente el Año santo de la
misericordia para toda la Iglesia universal. Previamente el Papa quiso tener un
gesto muy significativo: el 29 de noviembre -primer domingo de Adviento- abrió
la Puerta Santa en la Catedral de Bangui, República Centroafricana, inaugurando
así el Año santo en ese país.
Al inicio del Año santo de la misericordia para toda
la Iglesia universal es importante recordar este gesto del Papa en la República
Centroafricana. En un país que está sufriendo la violencia, la inseguridad y la
guerra, el Papa fue desarmado y con la sola fuerza de su palabra y de su
testimonio a decir que es posible pasar de la violencia a la convivencia
pacífica. “Esto supone estar más cerca de nuestros hermanos y hermanas, e
implica un espíritu de comunión […] siendo testigos de la infinita misericordia
de Dios”.
El papa Francisco recordó que Jesús enseña que “el
Padre celestial hace salir su sol sobre malos y buenos (Mt 5,45)”, por eso
“después de haber experimentado el perdón, tenemos que perdonar. Esta es
nuestra vocación fundamental”. De una manera especial pidió que los agentes de
evangelización “sean ante todo artesanos del perdón, especialistas de la
reconciliación, expertos de la misericordia”, porque es la única manera en que
podrán ayudar a “cruzar a la otra orilla”, a abandonar la violencia para vivir
en el amor. Y les recordó que “el secreto de nuestra fuerza, de nuestra
esperanza, de nuestra alegría […] tienen su fuente en Dios”. También “a todos
los que empuñan injustamente las armas de este mundo” les lanzó un llamamiento
a deponer los “instrumentos de muerte” y armarse de “la justicia, el amor y la
misericordia, garantías de auténtica paz”.
Es imposible no recordar a los numerosos misioneros y
misioneras en todo el mundo que son auténticos “misioneros de la misericordia”,
incluso dando su vida como los recientemente beatificados misioneros mártires
de Chimbote (Perú). Los misioneros, al igual que el papa Francisco, no tienen
“ni oro ni plata” para dar sino solamente el testimonio de sus vidas llenas de
la misericordia de Dios. El Papa recordaba en Bangui: “Discípulos de Cristo,
sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos […] la vocación de
ustedes es la de encarnar el corazón de Dios en medio de sus conciudadanos”, es
la vocación de toda la Iglesia misionera. La misión que se nos propone a todos
para este Año santo de la misericordia es que seamos “misericordiosos como el
Padre celestial es misericordioso” (Lc 6,30), más aún -en palabras del papa
Francisco-, “artesanos del perdón, especialistas de la reconciliación, expertos
de la misericordia”.
Juan Martínez
Obras Misionales Pontificias
Fuente: OMP