Ahí se descubre la identidad
del misionero, que acompaña, con misericordia y paciencia,
el crecimiento integral de las personas, compartiendo con ellas, día a día, el
recorrido de su existencia
Se abre la
Puerta Santa para dar entrada al Año Santo de la Misericordia. Su
apertura es una invitación a abrir el corazón para dejar
entrar el perdón amoroso de Dios. Por parte de Él no habrá ningún problema,
porque “nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón” para compartir su
vida con nosotros. Es el momento de pasar el umbral de la Puerta Santa para ponerse
en camino hacia el corazón del Padre. Así se inicia la
peregrinación del misionero, al salir de su tierra e ir al
encuentro de Dios en el otro y, junto con él, caminar en comunión
eclesial hacia el Señor.
La actividad misionera de la
Iglesia contempla en la misericordia divina –que, como
“corazón palpitante del Evangelio”, alcanza la mente y el corazón de toda
persona– el ámbito natural del saludable anuncio de la Buena Noticia. “Su
lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón
de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre” (MV
12). A la vez, este don de la misericordia, camino hecho compromiso y
sacrificio, se convierte también en meta por alcanzar.
Este recorrido, transformado en verdadera
peregrinación, se hace respuesta al mandato misionero de Jesús. Coopera con la
obra de la salvación realizada por Cristo al “hablar de Dios a los hombres de
su tiempo en un modo más comprensible” (MV 4), de un modo nuevo, como lo
constataba hace 50 años el Concilio Vaticano II y lo recuerda el papa Francisco
en la bula Misericordiae vultus: “La Iglesia sentía la responsabilidad de ser
en el mundo signo vivo del amor del Padre” (MV 4). Servir al hombre en todas sus
condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades, saliendo al
encuentro de cada persona para llevar la bondad y la ternura de Dios, porque en
Él todo habla de misericordia. Dios es amor.
Ahí se descubre la identidad del misionero,
que acompaña, con misericordia y paciencia, el crecimiento integral
de las personas, compartiendo con ellas, día a día, el recorrido de su
existencia. Solícito a su vocación misionera, escucha el clamor de la justicia
y responde con todas sus fuerzas para promover el desarrollo integral de los
pobres; y al contemplar a la humanidad viviendo como ovejas sin pastor, anuncia
la misericordia de Dios, que “es la viga maestra que sostiene la vida de la
Iglesia” (MV 10). Nada de su trabajo y entrega deja de estar revestido de esta
ternura con la que se hace peregrino junto a las personas que la Iglesia le ha
encomendado.
Anastasio Gil
Director Nacional OMP España
Ofrecemos dos enlaces que pueden ser
interesantes para completar la información y reflexionar sobre bula Misericordiae
Vultus
Texto integro de la bula Misericordiae
Vultus
Página del Año del Jubileo Bula Página oficial del Jubileo de la Misericordia