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31 de agosto de 2016

EL PRIMER SACERDOTE DE LA IGLESIA EN MONGOLIA, LA IGLESIA MÁS JOVEN DEL MUNDO

“La ordenación de un sacerdote nativo estimulará el entusiasmo y el sentido de pertenencia entre los mongoles, a una Iglesia que durante mucho tiempo ha sido vista como extranjera”

Este domingo 28 de agosto se ha ordenado en Ulan-Bator el primer sacerdote mongol, toda una bendición para la Iglesia de Mongolia. Joseph Enkh, que es como se llama este sacerdote, es el primero ordenado en la que se considera la Iglesia más joven del mundo.

Hace 24 años, tras décadas de dictadura comunista, volvía la Iglesia a Mongolia. Un país inmenso; tres veces más grande que España y con apenas población. Ulán Bator, la capital, reúne a la mitad de sus tres millones de habitantes, el resto son estepas, en las que en kilómetros y kilómetros no te cruzas con nadie. 

Es el país del cielo azul, el símbolo de Dios para los mongoles – el Señor del Cielo Azul -, el país de los horizontes inmensos. Tras estos 24 años, ya se ha publicado la Biblia en la lengua local y se celebran bautismos con regularidad. Hay sed de espiritualidad, como señalan los misioneros que viven en Mongolia. 


Y la Iglesia predica sobre todo con hechos. Tiene dos centros de acogida para niños de la calle, residencias de ancianos y casas para jóvenes, escuelas primarias y guarderías, además de proyectos agrícolas para promover el desarrollo de comunidades rurales, en un país donde muchos sufren graves problemas sociales y de extrema pobreza. Como comentaba Mons. Wenceslao Padilla, el Prefecto Apostólico de esta Iglesia y único obispo de la misma: “El primer sacerdote de Mongolia en nuestros tiempos es un gran don para esta Iglesia naciente”.

La ordenación ha reunido a más de 1.500 fieles y nada menos que 100 sacerdotes de Corea – que tiene profundos lazos misioneros con Mongolia, con cinco sacerdotes diocesanos en misión –, además de a numerosos misioneros y al nuncio, que llevó un mensaje del Papa Francisco al nuevo sacerdote y a la joven Iglesia de Mongolia. Acudieron además, a esta ceremonia celebrada en mongol, autoridades civiles y muchos no cristianos. También estuvo presente el abad Dambajav, del monasterio budista de Dashi Lin Choi, quien dirigió unas palabras de aliento al joven sacerdote, confirmando que “los budistas tienen buenas relaciones con los católicos. Aprendemos de ellos, y ellos aprenden de nosotros. Estamos felices de que uno de nuestros mongoles se convierta en un sacerdote de esta Iglesia”.

Con menos de dos millares de fieles y setenta misioneras y misioneros (de 21 países y 12 congregaciones), la Iglesia en Mongolia es el rostro de la Iglesia universal que asiste al nacimiento de la fe en el corazón de este pueblo, explicaba Esperanza Becerra, una religiosa de la Consolata, cuya comunidad está en Arvaikheer, a 400 kilómetros al sur de Ulán Bator. Y hoy además cuenta con un sacerdote propio… Joseph Enkh, que ayer lunes celebraba por la mañana su primera misa en la misma catedral de San Pedro y San Pablo de Ulan-Bator.

Fuente: OMPRESS