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21 de agosto de 2016

LIBIA, LOS FRAILES: LA UE ESTÁ MÁS PREOCUPADA POR LOS REFUGIADOS QUE POR LA PAZ

Los franciscanos no han abandonado al pueblo: invocan la paz y denuncian la mayor atención de los países hacia los refugiados en lugar de a la situación en el país

“Somos todos personas del mismo Dios en el que creemos. En el nombre de este Dios podemos vivir en paz como hermanos”. Este es el mensaje que llega de Trípoli a través de las palabras de monseñor George Bugeja, coauditor del vicariato apostólico de Trípoli y administrador del vicariato apostólico de Bengasi. 

En la capital libia, donde operan también ocho misionaras de la Caridad (la congregación fundada por la Madre Teresa), la presencia franciscana se ha reducido a tres frailes, dos religiosos en servicio en el vicariato de Bengasi. El carisma de San Francisco se respira en las acciones y en los testimonios de estas figuras que han elegido permanecer para ser semillas de esperanza para el futuro.  

“San Francisco era una persona muy práctica --dice monseñor Bugeja-- capaz de interpretar la voluntad del Señor en las distintas circunstancias de su vida. De él he aprendido a hacer todo lo que puedo para ayudar, he aprendido a vivir en modo simple y a estar cerca de la gente. El resto está en las manos del Señor”. 

Las señales del conflicto se ven claramente y golpean, sin distinción, la realidad cristiana. “En Bengasi, en octubre de 2014, el vicario apostólico, hoy emérito, monseñor Sylvester Magro y los sacerdotes tuvieron que dejar los locales de la iglesia. Y recientemente me han informado que la iglesia ha sido dañada: está situada en la zona de Souq el-Hout donde está todavía el Isis. Seguramente reestablecerse allí será un gran desafío. En el vicariato hay todavía dos franciscanos”.  

Si numéricamente la Iglesia está bajo mínimos, la comunidad cristiana continua siendo una referencia, sobre todo para las comunidades filipinas y africanas que viven, cada viernes en la iglesia de San Francisco, la celebración de la eucaristía dominical. Los africanos provienen en su mayoría de Nigeria, pero también los hay de Senegal, Burundi, Sierra Leona, Ghana o Níger. Y últimamente participan también los europeos que se han quedado en este territorio huérfano paz. “El trabajo pastoral, aunque con limitaciones, es muy válido”, comenta monseñor Bugeja. “Como Iglesia católica no tenemos dificultad en celebrar nuestra liturgia. 

La liturgia se puede celebrar sólo en la iglesia y para los extranjeros. Debe quedar claro siempre que los libios son de religión musulmana y nosotros respetamos su fe como ellos respetan la nuestra”. El encuentro es con los filipinos y sobre todo con los inmigrantes africanos. “Aunque nos encontramos en una situación financiera difícil, intentamos ayudarles de la mejor manera posible. Los inmigrantes africanos, muchos de los cuales son pobres y están más necesitados que nosotros, se muestran muy generosos con lo poco que tienen”.  

En Trípoli el trabajo pastoral se “limita” a los locales de la iglesia. Todo se concentra en el viernes donde, “a parte de diversas misas, se preparan los encuentros para los distintos sacramentos ya sea para los niños o para los adultos, y se proponen reuniones para rezar; trámite Cáritas Libia, por otra parte, intentamos ofrecer ayuda a aquellos que lo necesitan”. No sólo los sacerdotes. En Sebha, Obari, Ghat, Murzuk y Brack existen comunidades cuidadas por seis catequistas. Desgraciadamente en ausencia de seguridad, no es fácil moverse. “A un sacerdote –continúa-- le han disparado, le han robado, y abandonado el vehículo en el desierto”. 

A pesar de esto “últimamente hemos empezado a ir una vez al mes a celebrar la eucaristía a estas comunidades. Afortunadamente hay vuelos internos para Sebha y Obari. Excepto Sebha, en las demás comunidades no celebraban la eucaristía desde hace dos años. A finales de julio nos informaron que el lugar de encuentro para la comunidad católica en Obari había sido saqueado y lo que no pudieron robar fue destruido”. Sebha es un lugar estratégico porque es a donde llegan los migrantes africanos después de atravesar el desierto para intentar continuar su viaje hacia Europa. “Desgraciadamente a estas personas se les promete muchas cosas pero luego las cosas son completamente diferentes. Sabemos todos lo que está sucediendo”.  

Parece sin embargo que Europa está más preocupada del posible éxodo de refugiados desde Libia que de la situación de Libia... “Sí, así es, aunque últimamente hemos oído diversas promesas y efectivamente hemos visto que distintos países han mandado medicinas y otras ayudas necesarias. Espero que esto continúe y que en el futuro próximo se presente alguna representación diplomática (embajada)”.  

LUCIANO ZANARDINI

Fuente: Vatican Insider