Este es el tiempo de la misericordia. Cada día de nuestra vida está
marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la
gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de
amar. (Papa Francisco, carta apostólica Misericordia et misera, 21
El último domingo de Adviento -último
antes de Navidad- nos trae el anuncio de la presencia de Dios en medio
de nosotros. En la primera lectura el profeta se dirige al rey y le propone
que pida una señal a Dios, porque están en un momento muy difícil de la
historia de Israel. El rey -por respeto o, más bien, por miedo- no se atreve, a
lo que el profeta responde anunciando la palabra que viene de Dios.
Es así como
Dios mismo hace ver como él nunca abandona a su pueblo, sino que le acompaña
siempre y especialmente en los momentos más difíciles. Es el momento de una gran
revelación: Dios es Dios-con-nosotros. Una revelación divina muy
similar a la que hace en el Horeb a Moisés: Dios es “el que es”, o sea, el que
se manifiesta como el Dios de su pueblo, “el Dios de Abrahán, Dios de Isaac,
Dios de Jacob” (Ex 3,15).
Lo que en era anuncio y profecía, en el
evangelio es pleno cumplimiento. Es Dios mismo quien envía a su Hijo
único para que se encarne y habite entre nosotros. Es el mensaje que
el ángel lleva a José para que acepte a María en su hogar. José acepta el
anuncio y sin dudar hace lo que Dios le pide con prontitud en su respuesta. Una
prontitud que destaca en comparación con los titubeos del rey y eso que es
mucho más desbordante la promesa que se le hace: “él salvará a su pueblo de los
pecados”. El corazón de José no duda en que Dios es capaz de realizarlo y de
hacerlo de una manera sorprendente y maravillosa, pero muy humana y real.
En este último domingo del Adviento
podemos tomar el ejemplo de José como paradigma de la acción misionera de la
Iglesia. Dios es ciertamente “Dios-con-nosotros”; en Jesús se ha acercado a
todo hombre, pueblo, cultura, etc., ha asumido toda la realidad humana en
toda su amplitud. Necesita, sin embargo, quien le acoja en esas realidades. Los
misioneros y misioneras en todo el mundo dedican su vida a hacer posible que
Dios manifieste su cercanía a todos; ellos hacen posible con
su fe, su esperanza y su amor, que Dios sea Dios-con-nosotros para
muchas personas.
Juan Martínez
Obras
Misionales Pontificias España
Infancia
Misionera propone a los niños en su guía Adviento Misionero 2016 para esta
cuarta semana de Adviento la sencillez como el signo privilegiado de la
presencia de Jesús en la Navidad.